~N.º 23

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08 de septiembre de 2021, Barcelona.

—Anda que desde que volviste de Madrid has tenido tiempo para vernos— dijo Leire cuando vio como Javi se sentaba en una de las sillas que había libres.

—No os puedo engañar a vosotras, se me olvidó eso de que había prometido quedar con vosotras para contaros todo.

—Espera— dijo Noah recolocándose en la silla— ¿Cómo que todo?— preguntó recalcando la última palabra.

Cuando los tres tuvieron bajo su poder las consumiciones que habían pedido al llegar, las dos chicas obligaron al catalán a hablar para contarles lo sucedido durante su breve estancia en Madrid y sobre todo, lo que ocurrió con Arizona.

—Los detalles de turista no nos interesan, ve a lo importante— destacó Leire dando un sorbo a su bebida.

—Como te gusta el cotilleo, de verdad— rio el chico ante las palabras de su amiga.— El día que nos vimos fue totalmente inesperado, os lo prometo. Fui a tomar algo y justo vi como Marco se levanta fue por eso que los reconocí. Me acerqué a ellos y me invitaron a tomar algo, pero por una emergencia que surgió nos quedamos solos Ari y yo. Dimos una vuelta y vimos el atardecer juntos— sonrió.

—Ay, por favor, que bonito.

—A ti te meten un atardecer en cualquier momento y te parece el acto más bonito el planeta. Noah, tienes un problema.

—Reconoce que son preciosos, Leire corazón de hielo, te voy a llamar. Bueno, Javi, sigue y no le hagas caso a este ser.— tras estas palabras la canaria recibió un golpe en el brazo por parte de su amiga, si es que lo seguía siendo.

—Si queréis mataros, hacerlo luego, por favor que estamos tratando cosas serias.— pidió él entre risas— Al día siguiente fuimos a cenar los dos solos y todo fue bastante bien, la verdad— dijo consiguiendo así que se le escapara una sonrisa.

—Algo pasaría en la cena. No me creo que fuera todo súper ético, moral y para nada reprochable. Javier Puado Díaz, di toda la verdad.

Las dos chicas le lanzaron miradas amenazantes al futbolista para que les contara toda la historia ya que tanto él como Arizona son amigos de Leire y Noah y estas dos desde el minuto uno han deseado que acabaran juntos.

—En el restaurante como tal no pasó nada, ocurrió justo la llevé a casa. Nos volvimos a besar— al escuchar esas palabras las dos chicas soltaron un grito de emoción provocando que todos los presentes en ese bar miraran hacía su mesa.

—Es que, ¡agh! lo llevo diciendo mucho tiempo, tenéis que acabar juntos y poco a poco os estáis acercando a ese punto y no puedo ser más feliz por vosotros dos— confesó Noah mirando a su amigo.

—No es tan sencillo, Noah. Ari sigue con Marco, a lo mejor solo la confundí, pero realmente está enamorada de él.

—Vamos a ver, melón, ¿cómo te lo tenemos que decir? Desde que os conocéis tenéis una cuenta pendiente que los dos tenéis miedo a llevar a cabo— aportó Leire con vehemencia.

—Además— interrumpió la canaria— te lo dije cuando fuiste a casa de Éric, que tu oportunidad iba a llegar. Mira donde estáis ahora. Puede que el camino no sea para nada sencillo, pero merece la pena.

—Esta mujer habla terriblemente bien, que asco me das— dijo Leire haciendo referencia a su amiga.

Siguieron hablando del tema un rato más hasta que el protagonista de esa historia cambió radicalmente de asunto para tratar otro igual de importante.

—Ya me he enterado de lo que pasó con Riqui, ¿estás bien, Noah?— preguntó Javi preocupándose por su amiga.

—Ahora estoy bien, en el momento que me lo contaron Éric y mi hermano quiera huir de aquí, pero no le quiero dar ese placer al idiota mono neuronal aquel.

—¿De verdad os parece muy agresivo eso de ir a su casa con un bate de beisbol y romperle las piernas? Yo lo veo justo después de lo que le hizo a mi hermano y después a ti soltando lo que te ocurrió en pleno vestuario cuando nadie lo sabía— dejó caer la catalana como sugerencia.

—Que no, que me niego a tener que ir a ver a una de mis mejores amigas a la cárcel. Busca otro plan, anda, Einstein.

Cuando los tres se juntaban a pasar el rato, siempre era así de cualquier tema conseguían sacarle un toque de humor para sobrellevarlo mejor. Noah no quería volver a recordar el horrible día que pasó hace no tanto tiempo que ocurrió.

[...]

Tanto Noah como Leire se encontraban dentro del coche de la canaria que estaba aparcado en frente de la casa de la catalana.

—¿Quieres entrar?— preguntó Leire.

—Querer quiero, pero desde que le conté todo a tu hermano no hemos vuelto a hablar y a eso le tienes que sumar que está mosqueado e insinuó lo de darnos un tiempo, pues igual va a ser muy tenso todo.

—Mi hermano es idiota, como si eso no lo supieras tú ya. Anda entra, a mis padres les hará ilusión verte después de tantos días. Un ratito, hazlo por mí, por favor— suplicó la chica.

—Está bien— balbuceó no muy convencida Noah sacando la llave del contacto para segundos después salir del vehículo.

Cuando entraron fueron directas a saludar a los padres de Leire. Estuvieron un rato hablando con ellos hasta que bajó Éric llevándose una sorpresa al ver allí a la canaria. Se saludaron, pero apenas intercambiaron más palabras. La pequeña de los García salió al jardín acompañada de su amiga para poder hablar más tranquilamente.

—Tenéis que hablar, no podéis estar así mucho más tiempo. Se nota a leguas que os echáis de menos. Fíjate cuanto se tiene que notar que ayer cenando mis padres le preguntaron a mi hermano que qué le pasaba que estaba muy apagado y que no parecía él.

—Sabes de sobra que por mi no hay problema, pero por su parte parece que hay muchos. Leire, es que yo creo que se piensa que quiero estar así, pero te juro por lo que más quiero que no. Es que, ¿No lo ve? Ha hecho justo lo que Puig quería, que nos distanciemos.

—No te muevas— dijo Leire para levantarse y adentrarse en la casa de nuevo.

A los pocos segundos la puerta se volvió a abrir, Noah permanecía tal y como su amiga la había dejado, pero la persona que se sentó a su lado no era Leire, era su hermano.

—Tu hermana te ha amenazado para que vinieses, ¿no?— preguntó divertida.

—Para que engañarte si la conoces igual que yo, pero me ha dado el empujón que necesitaba.

—Y, ¿para que han servido sus palabras?

—Ha servido para darme cuenta de lo idiota que he sido con todo esto de Riqui. Le hemos dado lo que él quería, que nos distanciásemos. Reconozco que me he comportado como un auténtico imbécil estos días, decirte que igual nos venía bien un tiempo separados fue la mayor chorrada que se me podía haber ocurrido.

—Entonces, ¿por qué me lo dijiste? Parecías muy seguro cuando me miraste a los ojos y lo soltaste de repente en plena calle.

—Porque estaba cabreado con él, lo pagué contigo y no me siento orgulloso de ello. Además, ya nos dimos un tiempo la primera vez que estuvimos juntos y ni se me pasa por la cabeza el que no estés en mi vida, otra vez— confesó el central culé.— Lo siento muchísimo, Noah.

—Prométeme que no va a haber otra vez— pidió Noah mirando a los ojos a su acompañante.

—Ni va a existir ni se me va a pasar por la cabeza, te lo prometo, canaria— respondió pasando su brazo por los hombros de la chica.

Todo volvía a su cauce, o por lo menos durante un tiempo. Justo al otro lado de la puerta que separa el salón del jardín se encontraba Leire acompañada de sus padres viendo la escena del mayor de los hermanos y la que era el amor de su vida. En sus rostros una sonrisa de felicidad se plasmó. Todos los allí presentes sabían que el tiempo haría todo lo posible para que estuvieran juntos.

||Lights Down Low-Éric García||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora