~N.º 5

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14 de agosto de 2021, Barcelona.

—Éric, ¿puedes venir un momento?— gritó Leire desde su habitación.

—También puede venir el vecino del principio de la calle después del berrido que has metido, ¿qué quieres?— dijo abriendo la puerta del cuarto.

—Voy a hacer que no he escuchado nada, ven siéntate, tenemos que hablar— respondió Leire dando pequeños golpes al colchón—Tenemos una conversación pendiente.

—Por fin me vas a pedir perdón por la bromita de las escaleras, un detalle.

—No es eso, y deja el pasado atrás de una vez hijo, pareces el abuelo, contando batallitas. Hablo de la fiesta. Pillín que te pillé con Noah. Venga cuéntame, sabes que yo no voy a decir nada.

—Eso no te lo crees ni tú. Te lo cuento y a los diez minutos lo sabe medio vestuario, ni de coña. Te propongo un trato. Yo te cuento lo de Noah, pero cuando te lo cuente como si esta conversación no hubiera existido, y tú me cuentas como ha surgido lo tuyo con Pau, ¿trato?— sugirió Éric ofreciendo su mano para cerrar el trato.

Tras unos segundos dudando Leire estrechó la mano de su hermano mayor con la condición que no le contaría nada a nadie de lo que le iba a narrar en ese momento.

—Pues básicamente fuimos a la pista estábamos bailando, le dije algo que no me acuerdo que fue, y me besó, yo le devolví y el beso y esas cosas. Luego nos fuimos fuera la iba a besar y me dijo que no me lo iba a poner tan fácil, volvió dentro y ahí se acabó la historia.

—No sabía que Noah podía a ser tan cabrona y tampoco sabía que tú eras tan cutre contando historias— rio Leire después de escuchar a Éric—¿Algo más?

—Pues sí, tu amiga puede ser muy mala cuando quiere y no, no tengo que decir nada más. Tu turno. Me apuesto lo que quieras que ella no te lo ha querido contar y por eso casi una semana después me estás pidiendo que te lo cuente.

—Lo que hablo con mis amigas es sagrado así que, no pienso responderte. Y, en cuanto a lo mío es más largo de contar que eso— hizo una pausa para ordenar sus ideas y empezó a hablar—. A ver, Pau y yo llevamos desde antes de la Eurocopa más o menos, hablando por Instagram y luego ya por Whatsapp. Entonces cuando me dijo que iba a estar unos días en Barcelona pensé en quedar con él, pero como luego vino Noah por sorpresa pues que mejor idea que vernos en la fiesta. Nos pusimos a hablar, una cosa llevó a la otra y nos liamos.

—Si te hace algo malo lo voy a matar, ¿eres consciente?— preguntó el chico.

—No somos nada, Éric así que ve borrando esa idea de tu cabeza. El termino "lío de una noche", ¿lo conoces? porque me da que no, abuelo.

—Llámame otra vez abuelo, que ya van dos veces, y la tenemos. Y claro que sé lo que es, pero era un por si acaso porque como llevabais tanto tiempo hablando pensaba que algún sentimiento había levantado en ti, pero como tú eres más fría que un trozo de hielo dudo que sientas algo por alguien.

—Voy a hacer otra vez como que no te he escuchado decir eso. Además, en el hipotético caso de que me gustara o, mejor dicho, quisiese tener algo serio con él seria complicado porque Pau estaría en Villareal y yo aquí.

—Si no me equivoco eres tú la que siempre dice "Hay que aceptar los retos que la vida te pone por delante" Yo te hice caso y por eso me fui a Manchester— respondió Éric haciendo dudar a su hermana.— Si tu reto es tener una relación a distancia con Pau afróntalo, si no lo haces te arrepentirás, hermanita.

—Tú también te vas a arrepentir de no decirle a Noah que sigues enamorado de ella después de haberlo dejado hace tanto tiempo— rebatió la pequeña de los García—. Admítelo a mi aunque sea.

—No hay nada que admitir. No siento nada por ella. Tuvimos nuestra historia en el pasado y ya está. Se acabó cuando yo me fui a una punta del mundo y ella a otra.

El chico se levantó de la cama de Leire y se marchó de allí. Su historia con la mediana de los González terminó. Solo había entre ellos una amistad. Eso era lo que quería creerse el catalán, pero hasta él mismo sabía que pensando eso se estaría engañando a él y a su corazón.

Leire se volvió a quedar sola en su habitación con sus pensamientos, pero esa paz se vio interrumpida por una llamada de teléfono de Pau.

—Hola, Pau— saludó sonriente.

Hola, Leire, ¿puedes hablar?

—Sí, estoy en casa tranquila, ¿por?

Vale, si estás en casa, ¿te parece bien si nos vemos en media hora? Mándame la dirección y paso a buscarte— sugirió repentinamente.

El valenciano no le dio la oportunidad de responder porque colgó. Le mandó la ubicación de su casa y se marchó a la ducha, rápidamente se vistió de forma cómoda, pero sencilla no sabía a donde iban a ir o qué iban a hacer. Se despidió de su hermano al que le dijo que iba a dar una vuelta. Salió de casa y ahí estaba él. Salió del coche y estaba apoyado en él.

—Ya estoy aquí. ¿Me has esperado mucho?— preguntó Leire acercándose a Pau.

—Cinco minutos. Señorita, por favor— dijo abriendo la puerta para que pudiera sentarse en el asiento del conductor.

—¿Qué vamos a hacer?

—No lo sé ni yo, solo me apetecía verte.

Al escuchar esa respuesta las mejillas de Leire adquirieron un tono muy rojizo, giró la cabeza para mirar por la ventanilla para que el chico no viese el efecto que habían tenido en ella. Estuvieron en el coche no más de veinte minutos y acabaron a las afueras de la ciudad en una especie de mirador.

—Vale, este sitio te lo han tenido que decir porque ni yo sabía que existía y eso que soy de aquí— dijo Leire bajándose del coche.

—Puede ser que haya tenido un poco de ayuda, pero no voy a decir quien ha sido— respondió pasando su brazo derecho por los hombros de la chica— Vamos a ese banco.

—Guau, estas vistas son increíbles.

—La verdad es que sí, oye Leire una cosa que te quería comentar.

—Dime, ¿qué pasa?— respondió girándose para mirar bien al chico.

—No quiero que lo que pasó la otra noche en la discoteca afecte a nuestra amistad— confesó el defensa del Villareal.— Que estés en mi vida es muy importante para mi y no quiero perderte.

—Tranquilo, no va a afectar en nada— sonrió triste— Además, tú y yo nos conocemos desde hace tiempo y he descubierto una cosa.

—Bueno, sorpréndeme.

—Te conozco tanto que sé que no puedes vivir sin mi.

El chico no aguantó y estalló en una carcajada por las palabras que había dicho su acompañante. Aunque en el fondo le estaba quemando el haber dicho que no quería arruinar su amistad. Claro que quiere arruinarla, quiere que esté a su lado siempre. Un rato después se marcharon de allí, pero antes el valenciano le dio a Leire su sudadera ya que ella iba en tirantes y de la nada se había levantado un aire muy desagradable.

Se subieron al coche y fueron a la casa de la chica para dejarla allí. Se despidieron y Pau volvió al hotel, mañana tenía que volver a Villareal. Durante el trayecto en coche, la catalana no paró de darle vueltas a las palabras que había dicho el valenciano. Era su amiga, no había posibilidad de nada más. El corazón de la joven se rompió en ese mismo instante.

||Lights Down Low-Éric García||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora