Hasta que te vuelva a ver ||THIAM||

Confía en mí

NARRA THEO

Los días fueron pasando lentamente, tortura tras tortura, interrogatorio tras interrogatorio, ser electrocutado una y otra vez por no responder sus estúpidas preguntas. Con el transcurso del tiempo, no podía creer que mis amigos no estuvieran preocupados por mí, aunque quizás Liam les dijo que me había pasado algo y tuve que irme del país, quien sabe... Al fin y al cabo, luego de nuestra discusión, él no volvió a verme, ni rastro del hermoso rubio que me había encerrado aquí. Maldito seas, Liam Dunbar... Una vez al día una chica de cabello negro me traía un plato de comida, al parecer no querían matarme de hambre, aún así yo no comía, no tenía apetito. Al pasar una semana, o eso creo, alguien vino a verme, a la persona que menos esperaba ver estaba parada delante de mí.

-¿Qué haces tú aquí?. -Pregunté con molestia en mi voz aunque realmente estaba feliz de verlo.

-Me dijeron que no has comido nada, ¿Por qué no comes, Theo? ¿Quieres morir de hambre o qué?. -Indagó con leve molestia aunque él olía a culpa y preocupación excesiva.

-Apestas. -Gruñí bajo.

-¿Apesto? Tú apestas, yo me duché antes de venir a verte. -Comentó con molestia.

-Claro que apesto, llevo una semana aquí encerrado sin bañarme, aunque ocasionalmente tus amigos me tiran un balde de agua para luego electrocutarme. -Contesté con una pequeña sonrisa de forma irónica.- Y me refería a tus reacciones químicas, tus sentimientos, no a tu olor corporal, por cierto, lindo perfume. 

-Theo, ya basta... Debes comer algo y lo sabes... -Murmuró con tristeza viéndome a los ojos.

-Liam, querido, ponte en mi lugar. Confié en mi novio, estaba feliz con él, lo amaba, de un segundo al otro él me traicionó y me trajo a éste lugar para ser torturado día tras día, me mintió en todo pero aún así no puedo sacarlo de mi cabeza. ¿Tú tendrías apetito en esa situación?. -Interrogué con los ojos levemente cristalizados.

-Yo comería igual y trataría de sobrevivir. ¿No tienes instinto de preservación?.

-No realmente. Eso pasa cuando estás completamente solo... -Murmuré con tristeza y agaché la cabeza.

Un gran silencio inundó la habitación, ninguno de los dos emitía palabra alguna, no era necesario. Oí los pasos de Liam, creí que iba a irse pero no, se acercó aún más a mí y colocó una de sus cálidas y suaves manos en mi mejilla derecha. Levanté la mirada confundido para encontrarme con esos ojos azules que me encantaban.

-Por favor, Theo... Lo hago por tu bien... Van a liberarte pronto, pero sólo debes responder a sus preguntas... Si no lo hacía ellos... Ellos iban a matarte... No podía dejar que eso pase... -Susurraba con ternura sin apartar la vista de mis ojos. Lo odiaba, quería golpearlo, pero me concentré en su corazón, un latido lento y calmado, él no estaba mintiendo, o eso quería creer.

-¿Y si contesto y me matan? ¿Qué harás si eso pasa?. -Pregunté con la voz cortada y triste.

-Prometo que no dejaré que nada malo te suceda... Escucha mi corazón, Theo. Yo te amo y sólo hice todo esto para que estés a salvo... -Sus latidos no podían mentir, nunca podría hacerlo o eso quería pensar para sentirme mejor.

-Si intentan matarme, Dunbar, juro que tú te irás conmigo. No me va a importar lo mucho que te amo, sólo cerraré los ojos, alzaré mis garras y te desgarraré el cuello. ¿Entiendes eso?. -Pregunté mostrándole mis ojos de lobo con seriedad.

-Lo entiendo. El próximo interrogatorio será ésta noche y yo estaré aquí, a la primera cosa extraña o que no estuviera planeada te juro que los mataré uno por uno. Pero por favor, confía en mí... -Su voz se oía tan real que hasta me asustaba. Si eso no era cierto, haría hasta lo imposible para asesinarlo.

-Está bien, pero no olvides esto... Te amo, más que a nadie en el universo, pero te juro que no dudaré en liquidarte si tengo la oportunidad y das un mínimo paso en falso. -Aseguré con seriedad.- Ya basta de juegos.

-Yo también te amo, Theo Raeken. 

Luego de eso simplemente se fue, dejándome con la cabeza hecha un lío, sin saber si confiar en él sería la mejor de mis opciones, aunque a decir verdad, en éstos momentos, era lo único que podía hacer.