8. Días de mierda y friendzones

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Hoy es lunes, tengo clase en una hora y estoy llorando en el baño después de ducharme porque al cepillarme el pelo frente al espejo me he dado cuenta de que no tengo puesto su collar, debí perderlo en la fiesta y ayer no me dí cuenta de que no lo llevaba.

Respiro hondo un par de veces y decido ponerme a llorar más tarde cuando vuelva de clases, me visto cómoda no tengo ganas de arreglarme, Kate y Thomas me están esperando fuera cuando salgo, vamos a la cafetería a desayunar, aunque yo solo pido un café.

Veo como Thomas sonríe de repente y sé que tiene algo que contarnos.

—A ver, ¿por qué estás tan contento? —pregunto divertida.

—Will va a pasar la noche conmigo —cuenta de forma coqueta revoloteando los ojos.

Kate y yo compartimos una mirada cómplice mientras sonreímos fingiendo sorpresa.

—No hagáis mucho ruido, te recuerdo que las dos estamos pared con pared contigo —le advierte Kate señalándole con un dedo.

    —No puedo asegurarte eso con mi Will.

Las dos reímos ante su respuesta, aunque mi risa no tarda en irse cuando recuerdo lo del collar, va a ser un día de mierda.

Nos vamos a clases cada uno por su lado y bueno, puedo aseguraros que fue una mañana nefasta.

Primero no daba ni una en clase de anatomía, después me he quemado en el laboratorio, me he comprado otro café y se me caído al suelo porque una chica se ha chocado conmigo mientras corría por el pasillo y después cuando me iba a mi habitación por fin, me he tropezado en las escaleras no me he hecho nada pero me ha dolido que no veas. En cuanto entro por la puerta de mi habitación las lágrimas empiezan a caer y yo empiezo a pensar que todo esto es por no tener mi collar, su collar.

    Ya son las cinco de la tarde cuando alguien llama a mi puerta, estoy más calmada y hasta he conseguido dormir un ratito. Cuando abro veo a Kate, Thomas y a un chico alto castaño que deduzco que es Will.

    —Hola, Savi —Thomas se había empeñado en que mi nombre era más dulce así.

    —Hola soy Savannah, ¿tú debes de ser Will? —pronuncio mi nombre completo mientras miro fijamente a Thomas.

    —Sí, encantado. Thomas quería que conociera a sus amigas.

    —Nosotras también queríamos conocerte, puedo asegurarte que Tom no para de hablar de ti —dice Kate a lo que yo asiento.

    —¿Interrumpo?

Todos giramos nuestros ojos hacia la izquierda del pasillo donde se encuentra Blake.

    —No, solo estábamos conociendo al novio de Thomas —respondo rápido.

Will y él se presentan con un apretón de manos.

    —¿Qué haces aquí? —pregunto intentando no sonar muy borde.

    —Venía a darte algo.

Veo como Thomas y Will se miran.

    —Nosotros nos vamos, tenemos que recuperar tiempo.

Veo la confusión en la cara de Kate al ver a Blake aquí, pero a pesar de eso se despide y también se va a su habitación al igual que Thomas y Will.

    Cuando nos quedamos solos le digo a Blake que pase dentro de mi habitación.

Mis ojos se iluminan cuando veo que del bolsillo de su pantalón saca mi collar.

    Me lanzo a sus brazos sin pensarlo, acaba de salvarme la vida aunque él no lo sepa. Cuando noto sus brazos rodearme me doy cuenta de lo que acabo de hacer y me aparto avergonzada.

    —Vaya, eso ha sido mucho mejor que un gracias —susurra demasiado cerca de mi cara mientras sonríe de lado.

    Veo como sus ojos se clavan en mis labios y me aparto rápidamente, a pesar de que no es lo que me hubiera gustado.

Él vuelve a sonreír aunque esta vez parece un poco frustrado.

—Siempre te apartas —no se diferenciar si es una pregunta o lo está afirmando.

—Somos amigos, los amigos mantienen las distancias —explico.

—Ni somos amigos, ni quiero mantener las distancias contigo.

Parece que estamos de acuerdo con el surfero.

No, joder no, no lo estamos, no deberíamos estarlo.

    —Pues mi amistad es lo único que puedo ofrecerte —susurro.

Veo como sonríe y asiente riendo un poco.

    —Vale, estoy en la friendzone, por ahora —me advierte. —Eres la primera chica que me deja en la friendzone —suelta indignado.

    —Siempre hay una primera vez para todo.

    —Bueno, pues yo también quiero ser tu primera vez en algo así que coge la cámara, voy a llevarte a un sitio.

    —¿Qué?¿Ahora? —pregunto confundida.

    —Sí, vamos.

Cojo mi bolsa de tela y meto la cámara, el móvil y el monedero por si acaso, no tengo ni idea de a dónde vamos así que no sé si me falta algo.

    Bajamos para salir de la residencia e ir hasta su coche, nos montamos cada uno en su asiento y como la última vez, me deja poner la música que quiera a lo que yo sonrío. Cuando ya llevamos veinte minutos de viaje le pregunto.

    —¿A dónde me llevas?

    —Ya lo verás.

    —Venga Blake, solo una pista.

    —Te va a gustar.

    —Eso no es una pista.

Se encoge de hombros mientras sonríe y jura que no va a decirme nada hasta que lleguemos yo me cruzo de hombros y finjo estar ofendida.

    —¿Te has enfadado, sirenita? —pregunta sarcástico sin parar de sonreír y mirando a la carretera.

    —No, pero me gustaría saber que no me llevas al fin del mundo para poder matarme y que no haya testigos.

Él ríe ante mi tono de indignación.

    —Matarte sería lo último que haría contigo, además todavía tengo que salir de la friendzone.

Yo solo le doy una sonrisa sincera y me centro en la música el resto del trayecto.

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