Esto es impresionante.
Despertar y ver toda la ciudad desde los ventanales es inexplicable, pero puedo aseguraros que mi mirada no está clavada en eso, está en él.Completamente hipnotizada, el sonido de su respiración, su pecho subiendo y bajando despacio, sus pestañas revoloteando en movimientos casi imperceptibles, los mechones rubios desordenados que caen salvajes sobre la almohada y sus labios entreabiertos.
No quería perderme un solo detalle.
Todavía no acabo de asimilar que ayer me dijera que me quería, siempre había sido una cobarde en esto de mostrar mis sentimientos a los demás. Cuando echo de menos a mi madre siempre pienso en lo que me arrepiento de no haberla dicho te quiero todos los días, y aún así, ayer no fui capaz de decírselo a Blake.
Me sentía decepcionada conmigo misma, por no haber sido capaz, pero el miedo me paralizó en ese momento, aunque no quisiese que eso pasara no lo pude controlar.
Querer a alguien siempre me había dado miedo, con solo dos palabras le das la posibilidad de destrozarte.
Y puede que no lo haga a drede, puede que se vaya como lo hizo mi madre, puede que enferme como mi hermana o puede que te traicione, en cualquiera de los casos, acabas con un corazón roto, que con suerte sanará o quedarán heridas profundas, como las mías.
Heridas que poco a poco estaba intentando cerrar y convertir en cicatrices.
—¿Llevas mucho despierta? —me saca de mis pensamientos Blake mientras bosteza.
—No, cinco minutos más o menos.
No tarda en atraerme hacia él y besarme, a los dos se nos escapa una sonrisa en ese beso.
—¿Tienes hambre? Porqué yo me estoy muriendo —me dice cuando nos separamos.
Me acurruco más en su pecho y niego.
—No entiendo como puedes vivir sin desayunar —ya empieza con su charla del desayuno. —Además, después de el ejercicio que nos hemos currado esta noche es imposible que no tengas hambre.
—Te robaré algo a ti —río.
—Pues ahora no te voy a dar —dice como un niño pequeño.
Asiento con una sonrisa y entierro la cara en su cuello mientras él pide algo de comer al servicio de habitaciones.
Al final Blake me ha obligado a comerme la mitad de sus tortitas por mucho que no me apeteciera, acabábamos de terminar de desayunar y volvíamos a estar tumbados en la cama. Yo escribía a mi padre por mensaje, me había mandado una foto de mi hermana con sus amigas del hospital y le estoy respondiendo. En cuanto tenga un rato le llamaré.
Blake se gira para mirarme antes de hablar.
—¿Qué tal un baño en el jacuzzi? —sugiere apartándome el pelo desordenado de la cara.
—Mucho estabas tardando en sacar lo del jacuzzi —le digo con ironía.
Me da una sonrisa y se levanta de la cama, dándome unas vistas impresionantes que no tienen nada que envidiarle a las que se ven por la ventana, me incorporo para levantarme pero no me da tiempo porque antes de darme cuenta Blake ya me tiene sobre su hombro y va en dirección al baño.
—¿Agua templada o caliente? —me pregunta sonriendo de lado.
—Entre medias —respondo.
Él empieza a abrir los grifos y regular la temperatura, mientras que esperamos a que se acabe de llenar se acerca a mí hasta estar casi pegado.
—Levanta los brazos —pide.
Yo lo hago y él me levanta su camiseta hasta sacarla por mi cabeza y dejarla caer al suelo dejándome desnuda ante él, me da una mirada de arriba abajo sin ningún descaro y se quita los boxers para meterse en el agua, me ofrece su mano para ayudarme a meterme sin resbalar, me pongo entre sus piernas y dejo que el agua, las burbujas y Blake relajen mis músculos.
Unas horas después, muy buena experiencia lo del jacuzzi por cierto, estamos comiendo en un restaurante famoso de aquí, Blake esta devorando su hamburguesa gigante como un niño pequeño y yo enrollo mis spaguetis en el tenedor mientras hablamos sobre lo que podemos hacer esta tarde.
—¿Te dan miedo las alturas? —me pregunta.
—Depende, ¿de qué tipo de alturas estamos hablando? —le pregunto de vuelta.
—Hablamos de la High Roller, la noria más alta del mundo —me explica.
—¿Ha muerto alguien ahí? —intento averiguar antes de dar mi veredicto final.
—No, Savannah, no—se ríe ante mis ocurrencias.
—Entonces me parece buen plan —acepto.
Pasamos la tarde dando vueltas por las calles de Las Vegas, es sorprendente como en cada lugar encuentras cosas súper distintas y originales. Sobre las ocho llegamos a la noria de la que me habló Blake, da bastante impresión ver su altura, pero solo de pensar las vistas de la ciudad que tiene q haber desde arriba se me quitan los miedos, además ya es de noche aquí así que todo está iluminado, por lo que es aún más bonito.
Compramos las entradas y esperamos la cola hasta que nos toca subir.
Ya estamos dentro de la cabina sentados cuando le pregunto a Blake.—¿Has montado aquí antes?
—Sí, un par de veces, las vistas desde arriba son geniales —asiente.
Empezamos a subir, y cuando paramos en la cima me es inevitable no mirar abajo mareandome un poco.
—Ey, no mires abajo, mira esto —me ayuda Blake señalando el frente.
Dios, esto es aún mejor que las vistas desde el hotel, parece que no soy la única sorprendida porque Blake no le quita los ojos de encima a la ventana de la cabina, sus ojos se mueven por todos los edificios sin descanso, pero como está mañana, mi mirada se pierde en él y no en las vistas.
—Te quiero —y las palabras salen solas.
No me doy cuenta de lo que acabo de decir hasta que termino de hablar y Blake se gira sorprendido a mirarme. Intento sostenerle la mirada, me mira con tanta intensidad que se me hace casi imposible. Por suerte para mí, su mano pasa a mi mejilla y sus labios chocan con los míos con intensidad, como si hubiesen esperado este momento.
—Este es el mejor viaje de mi puta vida —asegura sobre mis labios.
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101 Latidos
Teen FictionSavannah Brown se ha pasado la vida contando días, horas, segundos y latidos, muchos latidos. Espera que su vida tome otro rumbo ahora que empieza la universidad, quizá alguien le enseñara a vivir de verdad y a no esperar que la vida cambie para ell...