12. Justicia

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Cuando llegamos a la residencia Blake sube conmigo, como siempre. Abro la puerta de mi habitación y me doy la vuelta para despedirme de Blake. Desde que nos montamos en su coche noto una especie de tensión entre nosotros y no sé cómo reaccionar muy bien.

Su mirada intensa clavada en la mía hace que el aire se vuelva más denso entre nosotros, o al menos es lo que yo siento porque cada vez que me mira así me cuesta respirar.

—¿Tienes clases mañana? —pregunta inocentemente.

—Una por la tarde, ¿y tú? —respondo.

—Mañana no tengo nada —La tensión en el ambiente se intensifica y empiezo a entender la situación, aunque no me da tiempo a pensar mucho porque en menos de un segundo su boca ataca la mía.

Nos mete dentro de mi habitación y cierra la puerta con su pie, noto mi espalda chocar contra la pared mientras Blake sigue besándome como si su vida dependiera de ello, sus manos bajan a mis muslos alzándome para que rodee su cintura, bajo las manos por su pecho y subo su camiseta hasta quitársela, no me da tiempo a deleitarme con la vista de sus abdominales porque él se deshace de la camisa que llevaba encima del bikini y vuelve a besarme introduciendo su lengua en mi boca. Los besos de Blake empiezan a bajar hasta mi cuello donde hace una parada que logra poner todos mis pelos de punta, sus manos se dirigen al lazo de mi bikini y se detienen allí.

—¿Segura? —pregunta Blake.

Yo solo logro asentir sorprendida, nunca nadie me había hecho esa pregunta antes de follar, quizá fue porque todas esas veces iba tan borracha que no salían ni las palabras. No lo había pensado, era la primera vez que iba a acostarme con alguien estando plenamente consciente, mierda, ¿será igual?

Mis pensamientos se van en cuanto siento mi sujetador de bikini caer al suelo y la boca de Blake haciendo maravillas en mi pecho, suelto un jadeo que hace que Blake suelte una de sus sonrisas arrogantes, ¿en serio?¿incluso ahora?, no puedo evitar sonreír yo también.

Blake me tumba sobre la cama y sube para estar encima mío, desabrocha mis vaqueros y los baja junto mi ropa interior, quedo completamente desnuda ante él, quien me da una mirada de arriba a abajo que hace que me sonroje como nunca lo había hecho antes, todo era tan jodidamente intenso.

Pasa sus manos por mis piernas desnudas mientras se inclina para besarme.

—Me estás volviendo loco.

Muerdo su labio en respuesta y bajo su bañador mientras seguimos besándonos, se aparta para quitarse la prenda del todo y va hacia su mochila, completamente desnudo, repito, completamente.

Dios bendiga al surf, al fútbol y a la madre que trajo al mundo a este chico.

¿Por qué no me había fijado en su culo? Joder, tiene más que yo el capullo, salgo de mi mente cuando vuelve a tumbarse encima de mí y deja un par de condones en la mesilla que está al lado de la cama.

Sus labios atacan mi cuello mientras su mano baja por mi abdomen hasta el lugar donde más lo deseo, me recorre con sus dedos haciendo que suelte un gemido.

—¿Quién diría que un amigo podría tenerte así eh? —susurra en mi oído con una de sus sonrisillas recalcando la palabra amigo.

Voy a pegarle en el brazo, pero empieza un movimiento con su mano que me corta la respiración.

Detiene sus movimientos y abre el condón antes de colocárselo, menudo espectáculo para mis ojos.

—Pídemelo —exige mirándome directamente a los ojos. —Pídemelo y romperé las distancias por completo —pide.

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