—¿Dónde has estado? —pregunta Tom en cuanto me ve.
Acabo de sentarme en la mesa donde me esperaban para desayunar, ni siquiera me ha dado tiempo a darle un sorbo a mi café.
—En Las Vegas —respondo con total tranquilidad.
Se miran entre ellos antes de responder.
—¡¿Qué?! —exclaman ambos sorprendidos.
—Estuve con Blake, fue su cumpleaños —intento explicar la situación lo mejor posible.
—¿Y te llevó a Las Vegas? —siguen sorprendidos ante mi confesión.
—Sí, fue todo improvisado.
—Joder, ya me gustaría a mí improvisar así con Marco —suspira Kate.
—Quitando lo subrealista de todo esto, ¿qué tal con él? —pregunta Tom en su modo cotilla, pero ya más tranquilo.
—Me dijo te quiero —suelto sin pensar, sin rodeos.
Veo como los dos abren los ojos como platos pero sonríen al mismo tiempo.
—¿Y tú que le dijiste? —cuestiona Kate con mucha curiosidad.
—Al principio nada, al día siguiente le dije que yo también le quería —confieso sincera.
—Me alegro por los dos —sonríe Kate y Tom asiente, dando a entender que esta de acuerdo con sus palabras.
—Bueno, dejando este tema —empiezo a hablar. —Kate, ¿podrías pasarme los apuntes de estos dos días? —pido.
—Claro, no te preocupes —me tranquiliza.
—¿Vosotros qué tal? —pregunto con interés.
—Nada lejos de lo habitual —responden casi a la vez.
No me da tiempo a preguntar nada más porque Tom me corta.
—Mira, si es el príncipe azul —dice Thomas mirando hacia mi espalda.
Me giro con rapidez y me encuentro a un Blake confuso.
—Bueno, me gusta lo de príncipe —sonríe señalando a Thomas son el dedo índice.
Pone sus manos en mis hombros apoyándose antes de inclinar su cabeza para darme un beso casto.
—Tengo que darte una cosa —me suelta Blake.
—Em,vale sí, total tengo clase en diez minutos —me levanto de la mesa y me despido de mis dos amigos para después salir con Blake de la cafetería.
Me acompaña hasta la puerta de mi clase y nos quedamos en ese pasillo.
—Te lo dejaste en mi coche —saca un pintalabios que había dejado en la guantera de su coche cuando fuimos a Las Vegas.
—¿No me lo has podido dar allí? —pregunto confusa.
—Bueno, en realidad era una excusa para estar contigo a solas —confiesa. —Quería saber qué tal estabas.
—Mejor, no te preocupes —intento tranquilizarle.
No estaba mejor, solo que sabía como parecer estarlo.
La realidad era que no paraba de darle vueltas a la cabeza.—Sí que me preocupo, si vuelves a sentirte así, dímelo —me pide. —Por favor —inquiere.
El timbre suena y me libra de responder.
—Tengo que entrar, te veo luego —le doy un beso y prácticamente entro corriendo a clase.
No consigo concentrarme mucho durante las clases, de hecho varios profesores me preguntaron y no dí ni una.
Me subo a mi habitación en cuanto acaban las clases, ni siquiera como nada, no tengo apetito. Me quito la ropa y me pongo una camiseta de Blake que me queda lo suficientemente grande como para no necesitar ponerme un pantalón.Cuando me siento en la cama mi teléfono suena. Mi padre, llevaba dos días sin hablar con ellos, me sentía fatal, sentía que no les había prestado atención estos días, ¿qué pensará mi hermana? ¿Estará enfadada?
Esas eran las preguntas que rondaban por mi cabeza a todas horas, pero aún así me decido a coger el teléfono.
—Hola papá —saludo nerviosa.
—Hola cariño, ¿estas bien? No hemos sabido nada de ti en dos días —pregunta preocupado.
—Perdón por no avisaros, estuve de viaje con un amigo —empiezo. —Fue muy improvisado —intento explicar.
—¿Un amigo? —pregunta mi padre con un tono pícaro.
—Sí papá, un amigo —aclaro resaltando la palabra amigo.
—Sav tiene novio, Sav tiene novio —escucho a mi hermana burlarse de fondo.
—No tengo novio enana, callate ya —le digo de broma.
—Vaaale —responde alargando la letra.
—¿Qué tal estás? —le pregunto a mi hermana.
Ella se pone al teléfono.
—Ayer me dijeron que estaba un poquito mejor —y esa es la mejor noticia que me podían dar.
—¿El tratamiento ha ido bien entonces?
—Parece que está haciendo efecto, hija —me confirma mi padre.
Y yo solo puedo respirar en ese momento.
Después del día que había pasado, esto era el mejor respiro del mundo.
—Me alegro muchísimo Sarah —la felicito. —Eres la enana más fuerte que conozco —la animo.
—Tú eres más fuerte que yo —me dontradice.
—No lo soy.
Hablamos sobre lo que ha hecho estos dos días y yo le cuento que me subí a la noria de Las Vegas.
—¿En serio? —alucina mi hermana.
—Sí, es súper súper alta —le explico.
—¿Podemos ir algún día? —me pregunta con ilusión.
—Te llevaré, en cuanto pueda, y nos montaremos juntas en la noria —le prometo.
Pasamos un rato más hablando antes de colgar.
Me pongo a ver un rato el móvil y no puedo evitar quedarme dormida al poco tiempo.
Eso sí, con una sonrisa en la cara.
El timbre suena sacándome de mi sueño. Me levanto como puedo y bostezo un par de veces hasta que abro la puerta.
—Me has despertado —le acuso.
—Lo siento, estaba preocupado —se defiende Blake.
Pasa sin siquiera preguntar y se quita los zapatos antes de tumbarse en la cama.
—Ven aquí —dice palmeando su lado derecho.
Me tumbó a su lado y me acurruco con la intención de dormirme de nuevo. Blake pasa su brazo por mis hombros para atraerme hacia él.
—¿Cuándo te vas a lo del cumple de tu hermana? —me pregunta acariciandome el pelo.
—Dentro de tres días —le respondo.
—¿Sabes qué? —suelto.
Él enarca las cejas como respuesta para que le cuente más.
—A mi hermana le ha funcionado este ciclo que quimio —le cuento súper contenta.
—¡Ey, eso es genial! Me alegro mucho sirenita —se alegra dándome un beso en la frente.
—¿Te quedas a dormir? —le ofrezco.
—No puedo decir que no a esa oferta —me responde acomodándose junto a mí.
Me da un beso en la coronilla antes de susurrarme:
—Buenas noches sirenita.
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Nuevo capítuloooo!!!!
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101 Latidos
Teen FictionSavannah Brown se ha pasado la vida contando días, horas, segundos y latidos, muchos latidos. Espera que su vida tome otro rumbo ahora que empieza la universidad, quizá alguien le enseñara a vivir de verdad y a no esperar que la vida cambie para ell...