28. Despedidas

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—Hasta mañana —susurro en la frente de mi hermana que está completamente dormida.

No tardó en caer rendida después de tantas risas y emociones.

—Vamos chicos —dice mi padre para que salgamos y pueda cerrar la puerta.

Por desgracia no siempre te dejaban quedarte en el hospital a dormir y aunque mi padre tiene un gran poder de convicción ya le tienen bastante calado.

—Has visto como al final lo hemos pasado muy bien —me anima mi padre mientras me pasa el brazo por el hombro.

Asiento y finjo una sonrisa.

Claro que lo hemos pasado bien.

Pero después de todo el nudo en la garganta vuelve a estar ahí.

—Nos vemos en casa ¿ok? — se despide mi padre al salir del hospital, Blake y yo asentimos y nos montamos en el coche.

Él arranca y yo apoyo la cabeza en la ventanilla, ni siquiera pongo la radio, verdaderamente ni pienso en ello, estoy tan metida en mis cosas que no me doy cuenta.

Pero sé que Blake sí, aunque esta vez decide que es mejor el silencio, y yo se lo agradezco, porque lo que menos quiero ahora es intentar explicar lo que siento.

—Ey vannah, ya hemos llegado —me avisa.

Ni siquiera me he dado cuenta de que ya hemos llegado.

Vannah.

Hacía mucho que no me llamaba así. Solo él lo hacía.

—Sí, perdona —salgo del coche, por fin.

Abro la puerta y al pasar vemos a mi padre en el salón que al parecer había llegado antes que nosotros.

—Yo me voy a dormir ya, buenas noches Papá —le deseo antes de subir las escaleras.

—Sí, yo también, ha sido un día largo —escucho como los dos se desean buenas noches y Blake sube escaleras arriba.

Me alcanza antes de que entre a mi habitación.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Sí, solo estoy cansada —por supuesto mi respuesta no le convence para nada. —De verdad —intento convencerle.

Él asiente dándose por vencido.

—Avísame si necesitas algo.

Me da un beso suave y corto en los labios antes de darse la vuelta para ir a su cuarto mientras que yo entro al mío.

Suspiro y empiezo a quitarme la ropa para después ponerme el pijama y meterme en la cama.

Cierro los ojos, pero en vez de tener sueño, tengo ganas de llorar.

Las lágrimas no tardan en caer, callar los sollozos es casi tan doloroso como el nudo que siento en la garganta.

La realidad es una mierda.

No sé cuánto tiempo paso llorando pero siento la puerta abrirse con mucho cuidado y rápidamente me hago la dormida e intento secarme las lágrimas con el edredón sin que se note mucho.

Alguien se tumba a mi lado y por el olor de su colonia reconozco a Blake claramente. Me abraza por detrás y parece ser que es lo único necesario para que vuelvan las lágrimas y prácticamente me deshaga en sus brazos.

Cuando me despierto estoy sola en la cama, imagino que Blake se fue cuando me quedé dormida, por si acaso mi padre decidía entrar o algo.

Me pongo unos calcetines y bajo las escaleras, voy a pasar al salón pero al escuchar la voz de Blake y mi padre hablando decido quedarme fuera escuchando.

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