Siete| Elegidos

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Jimin despertó a la mañana siguiente con un hueco en el estómago, su playera estaba repleta de sudor y en sus manos aparecieron nuevos puntos morados dispersándose hasta sus muñecas.

Observó el sello de la leucemia consumiendo lentamente su vida, colocó a contraluz los dedos para así rectificar con amargura que incluso en las sombras su enfermedad era visible.

Mientras rodaba en la cama pensó en Yoongi y en la plática que tuvieron a las afueras de la tienda de conveniencia la noche anterior. Todo se sentía irreal, demasiado turbulento como para ser procesado en un día.

"¿Te gustaría leer la carta de mi novio?" recordó la voz inestable de Min Yoongi mientras sus ojos pequeños se posicionaban firmemente sobre él. Jimin no lo sabía, no estaba seguro de si realmente quería leer esa carta, por eso no lo aceptó.

¿De qué serviría hacerlo? ¿Podría realmente una simple hoja dispersar a un alma en pena que se negaba a abandonar el mundo? ¿Podría un trozo de papel que los años seguramente ya habían tenido de un amarillento color arreglar todo lo que ocurría entre él y Yoongi?

Porque quizá Min Yoongi sólo estaba abrumado por la reciente aparición de alguien idéntico a su difunto novio, sin embargo, para Jimin era distinto. Lo deseara o no, cientos de escenarios efímeros con Min Yoongi aparecían en su cabeza diariamente, todos borrosos, todos tan rápidos como un destello de luz y cada uno de ellos lo confundían.

Suspiró, no pudo hacer nada más que suspirar y sentirse enfermo y conflictuado. Las emociones de Park Jihoon cada día eran más perceptibles en su cuerpo, cada noche tenía sueños más realistas sobre el rostro de Min Yoongi.

Y para su mala suerte, esa madrugada soñó por primera vez con el sonido de su voz. Percibió en sueños su airosa carcajada mientras los ojos rasgados se le contraían en un gesto de auténtica felicidad. No podía evitarlo, pero ver de esa forma a Yoongi le provocaba un extraño cosquilleo en el estómago.

Desde el rechazo de Yoohuyk, Jimin prometió no volver a enamorarse. El amor es algo que los moribundos como él no se pueden permitir.

Hace un tiempo atrás, cuando llegó por primera vez al asilo, Jimin se vio ligeramente interesado por Jungkook.

Jeon Jungkook era un chico atlético, de lindo rostro y tierna sonrisa. Era uno de los empleados más populares de Spring Day; nadie con dos ojos sanos sería capaz de negar su atractivo. Aún así Jimin perdió interés en cuestión de días porque su atracción iba solamente de lo físico, porque su temor por la muerte no le permitía crear vínculos sentimentales con los demás.

Pero ahora, doblegado por emociones que pertenecían a Park Jihoon, Yoongi se convertía rápidamente en un pensamientos constante en su cabeza. Verlo a diario en las instalaciones de Spring Day tampoco ayudaría a apaciguar aquellas inquietudes.

Jimin se sentía condenado, como un ratoncillo que no puede hacer algo más que dejar de luchar contra las rejas que lo aprisionan hasta ceder derrotado a su fatal destino. De pronto su cuerpo ya no era solo suyo, de pronto sentía un calor extraño cada que Yoongi aparecía y ya no podía controlarlo.

Y él no quería sentir algo así, no quería albergar amor por nadie en su cuerpo aún si se trataba de las emociones de un fantasma.

Estaba muy confundido, tanto que no se dio cuenta de la ducha que tomó, de la ropa que vistió y de su caminata por el mini campo de golf hasta toparse con el dueño de Spring Day, que jugaba solitariamente en el banderín cuatro.

—¡Jimin-ah! —le llamó Hyunjoo sonriente— ¡Aquí!

Jimin puso los ojos en blanco y caminó hasta el hombre, con él no podía ser maleducado o demasiado brusco, después de todo, gracias a él vivía en un lujoso asilo sin pagar un solo won.

Healing Jimin [MY;PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora