Diez| Ética profesional

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Había algo que no dejaba dormir a Yoongi y era el recuerdo de Park Jimin mientras dormía en sus brazos. 

Recordaba el cuerpo menudo descansando sobre sus piernas, recordaba la forma en la que su respiración hacía subir y bajar su pecho, la forma en la que sus labios se abultaban efímeramente ante los reflejos de su consciencia dormida.

Muchas veces observó dormir a Jihoon y en ninguna de ella se vio como lo hizo Jimin esa tarde. Jihoon solía dormir con el rostro relajado, con el cuerpo hecho un ovillo mientras se acurrucaba a su costado en medio de la cama. Yoongi siempre tuvo la sensación de que su novio parecía un niño indefenso cuando dormía, un cachorrito inocente que buscaba refugio para mitigar tu temor.

Pero Jimin, él no parecía un cachorrito o un infante, él parecía un chico triste.

Y a diferencia de todas las veces que se encontró con él y recibió un ceño fruncido y palabras mordaces como respuesta, en ese momento Park Jimin estremeció su corazón inevitablemente.

Se veía débil, incapaz de volver a ponerse en guardia. Sus cejas se contraían en una expresión lastimera, en un sentimiento de desesperanza. Sin embargo, lo que más le conmovió fue la forma en la que Jimin se acurrucó entre sus brazos.

Park Jimin, muy contrario a lo que parecía, entre sueños se transformaba en un alma vagabunda que rogaba por un poco de consuelo. Yoongi no se atrevió a despertarle, ni siquiera pudo moverse, simplemente lo sujetó con cautela y dejó que lentamente abriera los ojos.

Y cuando esas orbes cafés y esas pupilas vacías se activaron posándose en su cara, Yoongi creyó que nunca antes había visto a alguien tan solitario como Jimin.

Pero luego el Park Jimin de siempre regresó a la vida y volvió a construir la barrera impenetrable que cargaba consigo en Spring Day; su ceño volvió a fruncirse, su voz volvió a ser áspera y sus palabras volvieron a ser tajantes.

Al momento de salir de la habitación con el corazón abrumado por su reencuentro con Jihoon y ese extraño sentimiento de melancolía que Jimin le provocaba, Yoongi sintió un nudo en su estómago cuando una oración inesperada acarició sus oídos al umbral de la puerta.

¿Mañana a la misma hora?

Se giró azorado, Jimin estaba sentado en el borde de la cama con las manos ocultas entre los muslos, su cabello tan negro como las profundidades del mar le acariciaba delicadamente los párpados cansados.

Miró los hematomas que comenzaban a formársele en la piel y la culpa golpeó furiosamente su pecho.

No sé si...

¿A qué hora finaliza tu última consulta?le interrumpió.

—A las cinco...

A las cinco te espero aquí, si alguien pregunta diles que no estoy cooperando mucho y que prefieres darme las terapias en un lugar donde me sienta cómodo.

No se atrevió a contradecirlo, Yoongi simplemente asintió y cerró la puerta con cuidado de no emitir sonidos bruscos que acentuaran más el gesto apático de Jimin. Cuando salió del edificio y dio el primer paso en el jardín su corazón se llenó de angustia.

¿Por qué no estaba dando brincos de felicidad? ¿Por qué no podía dejar de sentirse nervioso?

Su cuerpo sucumbió ante la ansiedad provocada por todo lo que presenció en sólo dos horas y volvió a llorar por un momento. En su cabeza destellaba una y otra vez la forma en la que Park Jimin cayó inconsciente en sus brazos una vez que tocó la carta de su novio.

Healing Jimin [MY;PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora