Veintiséis| Unión

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El pecho de Yoongi era tan blanco como la luna, como las estrellas que penden en medio de la oscuridad. Su abdomen, como un lienzo de seda, hechizó a Jimin en cuanto sus dedos sintieron su piel, cuando sus yemas temblorosas trazaron una línea por sus lunares.

Yoongi se dejó explorar, su corazón rebosaba de amor y tranquilidad al ver a Jimin sobre su cadera, sentado como un niño inocente leyendo un mapa. Cerró los ojos y sintió las caricias inexpertas que Jimin le ofrecía, se tomó un tiempo para sentirse protegido, deseado.

Luego de unos minutos Jimin comenzó a dudar de sus conocimientos, sus movimientos se hicieron más torpes y sus mejillas se encendieron de a poco mientras esperaba un poco de ayuda.

Yoongi se levantó con él de la cama, lo situó sobre la alfombra y tomó sus manos. La luna ya había subido a lo más alto del firmamento oscuro, su luz penetraba débilmente las cortinas del balcón, bañando de luz a los cactus ordenados en una linda hilera frente a los canceles.

La única fuente de iluminación dentro del cuarto eran las luces clavada en la pared, los foquitos amarillentos que tantas veces les alumbraron mientras reían o hablaban por las noches, los foquitos que se encendían cuando Jimin despertaba adolorido en la madrugada. 

—Jiminie —Yoongi sonrió acariciando sus mejillas con el cuidado que se emplea para tocar a un recién nacido.

Quería apaciguar su miedo, su vergüenza, su pudor innecesario.

Sabía y comprendía que Jimin tenía miedo de muchas cosas, que todo lo que ocurría era nuevo para él y que en su mente debían estar corriendo miles de escenarios e ideas.

Se sentía honrado de ser la primera vez de Jimin aunque el peso de aquel honor era más fuerte. Por sobre la alegría y el nerviosismo, Yoongi se sintió responsable de mostrarle a Jimin lo que era el sexo consensuado, puro, amoroso, sano, íntimo y especial.

Yoongi no había tenido muchas parejas en el pasado pero sí las suficientes como para saber que hasta esa noche, sorprendentemente, no había tenido una acercamiento sexual honesto. Ni siquiera Jihoon logró despertar la pureza y la calma que sentía mientras iba despojando de sus ropas a Jimin.

Antiguamente Yoongi era una presa fácil de su lujuria, de sus deseos y de la atracción física. Solía ser un tanto brusco, solía acelerar todo y mallugar con besos y caricias descuidadas los cuerpos ajenos.

Sin embargo con Jimin todo cambió, Jimin despertaba en él una nueva naturaleza, una naturaleza noble que equilibraba su deseo y cariño al mismo nivel, que lo embriagaba de amor y también de corrientes eléctricas que erizaban su cuerpo. 

Porque antes de ser engullido por su propia lujuria o la lujuria inexperta de Jimin, Yoongi se sintió conectado en cuerpo y alma al cuerpo que había frente a él. No quiso acelerar nada, no quiso saltar ningún paso o perder el más mínimo detalle de lo que sucedía bajo la tenue luz de la habitación.

Jimin quedó en calzoncillos, sus mejillas estaban rojas y sus ojos refulgían con un brillo expectante e inocuo. Yoongi no quería hacerle sentir inseguro, mucho menos expuesto. Depositó un beso suave en su mejilla y se desvistió sin apartar la mirada del par de luceros que Jimin tenía por orbes. 

Su virilidad, sus cicatrices, sus lunares, sus marcas de nacimiento, sus marcas de infancia y adolescencia quedaron a la vista de Park Jimin, ahí estaba Yoongi para él, completamente desnudo en cuerpo y alma.

Por un momento Yoongi sintió el impulso de cubrirse, sus ojos picaban por mirar su propio cuerpo como una forma de autodefensa al saberse desnudo pero resistió, permaneció fuerte y le regaló una sonrisa a Jimin porque confiaba en él.

Healing Jimin [MY;PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora