Enlazada a ti

capítulo 42

Son las dos de la mañana, la noche esta dolorosamente fría y el ruido del mar es un poco más estridente de lo que creía, el cuerpo de Alexei está pegado al mío como una goma de mascar y su aliento deliciosamente caliente choca con mi cabello y mi frente, pero yo por mi parte no lograba dormir.

Aún no lograba entender bien la actitud de papá y la decisión de la abuela de hacer lo que él dice por primera vez en su vida, pero todos mis cuestionamientos desaparecieron cuando las manos de Alexei me agarran con fuerza y me coloca sobre su cuerpo.

—Ni lo sueñes que no hay espacio para eso —lo regañé levantando la mirada.

—Tengo frío, tú me pones caliente pero esto es demasiado —me respondió él sin abrir los ojos.

—¿Voy adentro por otra cobija?

—Por favor.

Me inclino hacia adelante para darle un beso en el mentón y me levanto antes de que me agarre, salgo de la tienda con una sonrisa y camino hacia la casa abrazándome a mí misma cuando la brisa choca con mi cuerpo, me estoy empezando a arrepentir de esta idea de acampar afuera, el invierno está pegando más duro de lo que creíamos.

Ingreso a la casa casi como un gato, con el debido cuidado de no despertar a nadie abro la puerta de la cocina y corro hacia el segundo piso, ingreso a mi habitación y suelto el aire que llevaba conteniendo, me acerco a mi cama y agarro la colcha más abrigada que veo, la enrollo contra mi pecho y salgo dispuesta a volver a los brazos de Alexei.

Bajo las escaleras y camino hasta la cocina dispuesta a salir cuando unos brazos me agarran con fuerza y una mano cubre mi boca, mi cuerpo entra en pánico en ese momento y comienzo a moverme hacia todos lados tratando de escapar.

—Quieta —me ordena Alexei al oído.

—¡¿Qué diablos?! —le murmuré entre dientes—. ¿Acaso enloqueciste? Ya te he dicho que ese juego de roles no me gusta.

—Hay personas afuera —me informó con cautela alejándome de las ventanas.

—¿Cómo lo sabes?

—Los vi cuando salí a perseguirte.

—Diablos, debemos avisarle a la abuela entonces.

—Lo sé pero—

Una fuerte explosión se escucha afuera e inmediatamente las alarmas empiezan a sonar, Alexei y yo intercambiamos miradas antes de correr a toda prisa hacia las escaleras hasta la habitación de mis abuelos, los cuales abandonan la habitación antes de que lleguemos a la puerta.

—¡¿Qué pasa?! —preguntó Royce confundido saliendo de otra habitación.

—Están tratando de ingresar a la casa —nos dijo el abuelo empujando a la abuela para que caminara hacia abajo.

—Pe- pero se supone que este es un sitio seguro yo—

—¡Cállate muchacho! ¡Entiende que en esto no hay lugar seguro! —le gritó la abuela ayudando a su esposo a bajar las escaleras.

—Debemos irnos ¿Aún sirve el bote, abuela? —le pregunté yo.

—Si pero...

Ella se queda callada y mira al abuelo, quien a duras penas puede caminar rápido sin su bastón.

—¿Abuela?

El abuelo le brinda una sonrisa y ella se la devuelve, casi como si estuvieran hablando telepáticamente, de repente los ojos de ella se llenan de lágrimas e intercambia miradas con Alexei.

—Vayan ustedes, nosotros nos quedaremos para darles tiempo.

—¡¿Qué?! ¡No!

—Llévatela Alexei, antes de que sea tarde y los vean.