Enlazada a ti

capitulo 30

Era increíble la fuerza de voluntad que puede mostrar Alexei, como reta a su propio cuerpo a tolerar tanto dolor solo para mostrarse fuerte frente a mi padre, pero ahí está, caminando con el mentón levantado y como si las dos heridas en sus piernas fueran simples arañazos sin importancia, toma asiento con toda la elegancia que lo caracteriza en el sofá y prácticamente reta a mi padre con la mirada.

—Estás a punto de desmayarte —le gruñó mi padre de mal humor—. Pareces un maldito papel.

—Las heridas duelen —Alexei encogió los hombros.

—No van a armar una guerra silenciosa entre ustedes —se metió mamá—. ¿Qué sabes, Alexei?

—Bien, lo que sé es que estas personas quieren asesinar a Elizabeth para ganar reputación.

Mi padre frunció el ceño.

—¿Cómo sabes eso?

—Me propusieron ser uno de sus jefes pero eso no me interesa mucho.

—Eso es malo —susurró mi madre mirándome.

—Muy malo ¿Qué paso con Alda? —preguntó Alexei con tranquilidad.

—Está siendo torturada para sacar información, pero es dura —le informó mi padre—. Se niega a hablar.

—Debería hacerle una visita, me debe algo y me gustaría cobrarme ¿cierta princesa? —Alexei me miró.

Mi padre puso los ojos en blanco y torció la boca.

—¿Crees que puedes sacarle información? —preguntó mi madre.

—Estoy algo oxidado en cuanto a tortura, pero creo que sí.

—¿Otra cosa que sepas? —preguntó mi padre de mal humor.

—El hombre al que buscan se llama Killer Sanders, era un empleado del cartel del Este que cayó en quiebra cuando ustedes ganaron esa guerra y quiere revivir esos años de gloria.

—¿Y por qué involucrar a mi familia? —ahora mi padre mostró interés.

—Ha estado bastante descuidada su seguridad últimamente, señor Harris.

—¡No protestes porque sabes que es cierto! —lo regañó mi madre cuando lo vio encresparse—. ¿Qué sugieres?

Alexei me miró con una sonrisa antes de guiñarme el ojo.

—Me ofrezco como tributo.

—¿Vas a ser carnada? —pregunté yo sorprendida.

—Ellos me quieren asesinar por "traidor", es más fácil para mí ofrecerme y que usted y sus aliados hagan lo suyo.

—Eso es un suicidio —le replicó mi padre.

—No se me ocurre algo mejor, ellos no saldrán de su alcantarilla hasta que Elizabeth o yo saquemos la cabeza, por obvias razones no expondré a Elizabeth a algo así, así que me ofrezco yo.

Mis padres intercambiaron miradas.

—Lo discutiremos y después decidiremos —anunció mi padre acercándose a mi madre.

—Bien...

Me coloqué de pie junto con Alexei y juntos caminamos hasta la habitación.

—Diablos —gruñó él después de arrojarse a la cama.

—¿Te duele mucho? —pregunté acercándome a él.

—No le he dado tiempo de cerrarse, por supuesto que duele mucho, ahora desnúdate para mi ¿sí?