capitulo 14

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Un pesado y caluroso rayo de sol choca directamente contra mi rostro, es fastidioso, trato de moverme pero algo no me deja hacerlo, abro lentamente mis ojos y veo el grueso y largo brazo de Alexei rodeando mi cintura, puedo sentir su respiración contra mi cuello y su bulto matutino chocando contra mi trasero.

—Alexei... muévete —murmuré tratando de acomodarme.

—Cinco minutos más...

—Alexei, voy a vomitar.

—Al lado de la cama te deje una cubeta...

—¡No voy a vomitar en una cubeta! —exclamé colocándome de pie y prácticamente corriendo hacia el baño.

Después de vomitar lo que sea que estuviera en mí estomago y de enjuagarme la boca con todo lo que encontré por fin pude salir del baño, Alexei se encuentra de pie frente a la ventana con su teléfono en la mano, aún sin camisa.

—Oye, entiendo la fascinación de los hombres por andar sin camisa a todos lados pero es incómodo para mí ¿Podrías por favor colocarte algo?

—¿Cuál es tu fascinación por arruinar mi comodidad? —Preguntó dando lentos pasos hacia mí—. Odio usar camisas cuando estoy solo.

—No estás solo, Alexei, tienes a una joven y bella dama en tu habitación así que por favor ponte algo de ropa, además ¿Dónde están las llaves de mi auto?

—Las llaves de tu auto están en tu bolso, el cual está sobre la mesa de allá —me señalo la mesa que está al lado de la puerta—. Por cierto, ese tipo Royce es algo intenso, tu teléfono estuvo sonando todo el camino mientras veníamos para acá.

—¿Y dónde está? —le pregunté mirándolo al notar que mi teléfono no está en mi bolso.

—No lo sé, lo último que recuerdo es a ti arrojándolo por la ventana del auto mientras veníamos en camino, yo que tú lo doy por perdido.

—Perfecto —puse los ojos en blanco—. Simplemente perfecto ¿Hice alguna otra tontería mientras estaba alcoholizada en el auto?

Alexei me mira con la ceja levantada, mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca mi sopa interior de su bolsillo.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Oh Dios no!

—Tranquila, no hicimos nada y fue cuando tus amigas ya estaban en su casa —me coloca el pequeño trozo de encaje sobre la mano—, dijiste que tenías calor y cuando quise ver este pequeño pedazo de tela estaba sobre mi pierna —me la arrebató de las manos—. O sea que es mía.

—¡Devuélveme mis calzones! —grité tratando de acercarme.

—Estos no son calzones, se llama tanga princesa.

Intento someterlo con fuerza pero, para mi desgracia, él tomó la misma clase de defensa personal que yo, ya que mi cuerpo termina contra la pared de la habitación, mi brazo doblado contra mi espalda y el cuerpo de Alexei presionando el mío.

—Esto me trae buenos recuerdos —murmuró contra mi oído—. No te devolveré tu tanga, Elizabeth, como te dije ahora es mía ¿Quieres que te la devuelva? Sabes que colocaré una condición para eso, una condición que puede que te guste mucho o lo odies, tú decides.

—Ya me imagino tu condición para eso y no, prefiero que te la quedes.

—De igual manera no te los iba a devolver —me da un beso en la cien y se aleja rápido para impedir que yo lo alcance—. Así que ¿Cuándo nos vemos?

—Cuando sea necesario, ya tengo suficiente con que mis amigas sepan de tu presencia, no, peor, de tu identidad —le musité con rabia.

—Bien, esperemos que sea pronto.

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