Cápitulo 32

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- M- May... ¿no podrías... ser más amable? ¡Agh!

- P- pero... ya casi, ¡ya casi termino!

- ¡Ah!

"¡Joder!", grité para mis adentros.

¿Por qué tuvo que venir ese desgraciado príncipe hoy?

Aquí estaba May, conmigo, atándome un corsé para ponerme un vestido e ir a recibir al príncipe. Si, muy normal y todo, pero, ¿no parece haber algo malo?

¡En primer lugar que esta cosa está jodidamente apretada!

- May, ¿ayudo?

¡En segundo lugar que Rafael ha estado viendo esto todo el tiempo!

Derramé lágrimas silenciosas en mi corazón mientras apretaba con tanta fuerza la silla de la que me aferraba, que dejé grietas en ella.

- No. Ya casi termino. Solo necesito que busques unos guantes, eso no lo he buscado. Están e-

Antes de que terminara de hablar, fue interrumpida por Rafael.

- Sé dónde están. Un día, la Maestra me indicó dónde estaban cuando la ayudé con algo.

Respondió con un tono insinuador. May emitió un silbido mientras volvia a mirarme con una mirada emocionada.

Reprimí el sonrojo que amenazaba con salir mientras gritaba en mi corazón

¡En lugar de estar hablando, terminad de torturarme de una vez para ser libre después!

- ¡Agh!

En realidad, ni yo sabía que era tan quejona.

May terminó de apretar el maldito corsé y le hizo un nudo. Luego me ayudó a ponerme el vestido y peinarme.

Rafael me pasó los guantes y me los puse.

Luego de aparentemente pensarlo un poco, Rafael preguntó

- ¿Por qué la Maestra utiliza guantes?

- No me gusta el contacto físico directo. - respondí honestamente.

En mi vida pasada, solía utilizar guantes cuando ayudaba a mi familia, luego, los utilicé por mi trabajo. Más tarde, en este mundo, descubrí que tenía una sensación de falta e incómodidad al no utilizar guantes, asi que empecé a usarlos más seguido.

En resumen, es por costumbre.

Ah, pero esto significa que sea mentira el hecho de que no me gusta el contacto físico, de hecho, es verdad.

Cada vez que tengo contacto físico directo con alguien, surgirá en mí una sensación de pegajosidad y recordaré las personas a las que maté.

Porque cuando estuve en el campo de batalla, a diferencia de en mi vida pasada, en esta vida, usé mis manos desnudas.

Froté mis manos, que ya estaban dentro del guante, incómodamente.

- Mi Señora, está lista. - May dejó mi cabello e informó - Iré a hacer un poco de té para usted y su Alteza.

- Bien - asentí.

May se retiró dejándonos a Rafael y a mí solos.

Cuando me dí cuenta de este hecho, me puse nerviosa al recordar el 'sueño lúcido' que había tenido con Rafael, por lo que intenté irme.

Sin embargo, Rafael se adelantó y me agarró

- ¿No me darás al menos una mirada? Eso es muy frío, Roselyng.

Queriendo escapar del protagonista masculino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora