Cápitulo 37

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Era de mañana.

Sin embargo, parecía ser al menos medía noche.

El lugar estaba iluminado por las tenues luces de las velas, habían ratas en todos lados, el moho en las paredes y el charco de lodo en el piso daban un desagradable sentimiento de suciedad.

Habían montones de jaulas y celdas.

En cada jaula y en cada celda yacían personas encadenadas y torturadas, y bestias agonizando o esperando ser llevadas a experimentar con su cuerpos.

Curiosamente, no se podía encontrar personas custodiando tal lugar.

Por supuesto, existía una razón.

Margarette pisó tranquilamente aquel sucio lugar, sofocando el sentimiento de desagrado en su corazón.

Ella logró atrapar unas miserables ratas que pasaron hurgando por su habitación.

Asi que, por supuesto, ella necesitaba torturarlas para que escupieran.

Margarette continuó caminando hasta llegar hasta las profundidades de aquel lugar, donde la situación y el lugar estaba en peor estado que antes.

La sangre y la carne estaba esparcida por las paredes y el suelo. Personas con miradas sin esperanza colgaban en el vacío, con sus miembros atados en cádenas y con incontables heridas.

Bestias y animales muertos estaban disecados y colgaban como adornos en las jaulas.

Algunos agonizaban y rugían, esperando ver la luz del sol al menos en su lecho de muerte.

Algunos semi humanos no tenían su orejas, cola, manos o piernas, pues habían sido cortadas anteriormente.

En algunas partes, en lo más profundo, estaban algunos semi humanos cuadriplejicos, quienes deseaban morir a estar en esa situación.

Era una lastima que todos tenían la boca vendada, evitando así que se suicidaran.

Todo esto fue visto por Margarette, incluso ocasionado por ella.

Pero en su corazón, no había sentimiento de culpa o dolor.

Ella hacía esto por amor, ¿qué había de malo en eso?

Se acercó lentamente a una de esas jaulas, se ajustó los guantes que usaba y abrió suavemente la jaula frente a la que estaba parada.

En la jaula, unos hombres estaban tirados en el suelo, ropa negra estaba esparcida por el suelo, tenían marca de azotes y púas. En sus manos, una sola uña no se encontraba, y sus piernas estaban rotas, evitando así su escape.

Estas personas, al igual que las vistas anteriormente, también tenían la boca vendada para evitar que se suicidaran.

Al escuchar el ligero y cuidadoso pero rechinante sonido, la vigilancia de todos ellos aumentó en 10 grados y miraron a la hermosa mujer que entró.

El resentimiento y el odio quedaba demasiado corto para la desgarradora y sedienta emoción en sus ojos.

Margarette entró e ignoró esas miradas, ella entrecerró los ojos y sonrió suavemente, llamando a alguien

- Am.

Inmediatamente, una sombra apareció detrás de ella y se manifestó como una anciana con arrugas.

Parecia ser una inofensiva anciana de la tercera edad.

Con esa triste e inofensiva apariencia, nadie podría ser capaz de imaginar que la anciana era una bruja oscura con más de 100 años de edad.

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2021 ⏰

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