Cápitulo 31

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- Ja...

Me burlé fríamente del contenido escrito en la carta.

"Es como pensé..."

- Sin duda, parezco estar siendo manipulada.

"Siento como si estuviera en las manos de otra persona, siendo jugada por alguien".

- ¿Qué se supone que haga? ¿Que lo espere?

"..."

Parece que eso es lo que quieren.

Solo faltan dos semanas para el banquete de cumpleaños.

Para entonces, después del banquete, al día siguiente tengo que partir a la expedición del Sur. Debo 'averiguar' que está sucediendo ahí.

Tomé la campana para llamar a un mucama y que me haga té y poder tomarlo. En circunstancias normales, el té lo haría yo, pero estoy cansada.

En ese momento, recordé lo sucedido entre Rafael y yo.

"¡Y, yo, yo casi... casi lo hago con el protagonista de esta historia!"

- Exelencia. ¿Puedo preguntar su pedido?

"¿Hm? Eso fue inusualmente rápido".

- Tráeme una taza de té...

- ...comprendido, Exelencia. Deme un momento.

Obviamente su respuesta había llegado tarde, y lo noté, pero no pensé mucho en eso.

En estos momentos, tenía algo más vergonzoso en qué pensar.

Enterré mi cara entre mis manos mientras lo sentía arder.

"¡Un sueño, debe ser un sueño!"

Si debe haber sido un sueño lúcido. Un sueño mojado lúcido...

- ...incluso aceptar el hecho de que reencarné fue más fácil que aceptar que casi lo hago con el protagonista de esta historia.

No. Debió haber sido un sueño.

Rafael nunca haría algo así conmigo, definitivamente no. El original ha cambiado, pero no creo que haya cambiado hasta el punto en el que la villana y héroe tengan "algo" entre ellos.

Y con "algo" me refiero a...

"¡Maldición, maldición, maldición, Rose! ¡¿En qué estás pensando?!"

Me dí tres palmadas en la cara cuando mis pensamientos se dirigían a una lasciva dirección.

Pensé que estaría sonrojada hasta el cuello.

Snif, snif.

Sin embargo, toda la emoción anterior se desvaneció cuendo sentí una leve fluctuación el aire.

Estaba familiarizada con este olor.

"Veneno".

Era veneno.

Soné nuevamente la campana, pero no para pedir que desintóxicaran la habitación, soy inmune al veneno, pero las demás no. Solo es para que preparen la sala para recibir a un invitado.

- Exelencia. He traido su té.

Sonreí y dejé que entrara. Déjame ver, ¿qué harás?

En el momento en que ella entró, mi sonriente expresión fue reemplazada por una expresión tranquila.

Miré disimuladamente a la mucama. Era tal y como pensé.

- Su té, Exelencia.

Extendí la mano y tomé la taza de té dejada en el escritorio y, olí el té. Sentí que el cuerpo de la mucama se estremeció, pero fingí no haberlo notado, y al siguiente segundo, pacientemente, tomé un sorbo de té bajo sus vigilantes ojos.

Queriendo escapar del protagonista masculino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora