16 de enero, 2024.

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16 de enero, 2024.

Abro los ojos cuando la claridad del día entra por las ventanas de esta pequeña cabaña donde hemos pasado la noche.
Cuando algo se le mete a Hugo en la cabeza, es difícil sacarlo. E insistió tanto en venir aquí que su hermano nos tuvo que traer antes de que se hiciera de noche.

Y todo ha sido perfecto.
Mágico por así decirlo.
Ha sido especial, como cada vez que estamos bien.
Recuerdo como salimos a tumbarnos en la arena, como la luz de las cabañas era lo único que nos iluminaba.
Escuchar el murmullo de las olas, cerrar los ojos y sentir escalofríos al pasar sus dedos despacio por mi brazo.

"-Esto es perfecto. -Su voz encaja perfectamente con esta sensación de desconexión. Es como el sonido que me faltaba para sentir esta sensación cálida que sube desde mi estómago hasta mi pecho, que me inunda y me hace sonreír como una tonta.-
-Sí lo es.

Sus dedos buscan rozar mi piel, la erizan y dejan cosquillas por allí por donde pasan. Suspiro, haciendo lo mismo sobre su nuca, su cuello y esa zona detrás de sus orejas que le provoca un escalofrío.

-Si alguna vez vuelvo a ver, necesito verte en este lugar, así, conmigo.
-Vendremos siempre que quieras.

Veo como se incorpora, separando su espalda de la arena, porque ni toalla hemos puesto debajo. Veo como su sonrisa se refleja en la luz de la bombilla que nos alumbra antes de que su cuerpo aprisione al mío, antes de que sus labios encuentren los míos y me bese."

Nos negamos a dejar de besarnos, a parar aunque nuestros pulmones mendigaban aire. Pero tuvimos que hacerlo, esta vez fui yo quien no quiso forzar las cosas, quien no quiero llevarlo al límite, a ese punto en el que tuviera que huir de mí.
Su mano tembló y yo separé mis labios de los suyos.
Levantándome y ayudándolo a llegar hasta la cama, en la que no hicimos nada más que abrazarnos y dormir.
Donde mientras sentía como sus músculos músculos relajaban, su respiración se volvía lenta, yo deseé que pudiera dormir así todas las noches con él.
Porque eso significaría que juntos iríamos superando todos sus tormentos.

-¿Eva? -Su voz me hace volver de los recuerdos de anoche, su mano avanza sin vergüenza desde mi estómago hasta el contorno de mi cara, dejando una suave caricia que me haría sonreír y girar la cara para mirarlo. Para ver como sus ojos verdes se vuelven las claros con la luz que entra a la cabaña. Para mirarlo como él me miraba cuando yo no podía ver.-
-Ahora te entiendo.
-¿Qué? -Me pongo de lado, me acomodo para quedar más cerca de él, para enredar una pierna entre las suyas y rozar levemente sus labios con los míos.-
-Cuando me decías que te encantaba mirarme sin que yo te mirase. -Sus labios se estiran hasta capturar los míos en lo que es un beso lento que me deja en pocos segundos sin respiración, intenso.-
-Es que eres preciosa.
-¿Me recuerdas todavía?
-No podría borrar tu rostro nunca.

Y aunque yo sé que eso es imposible, quiero creerle. Quiero creer que siempre voy a estar dibujada en su cabeza, que sabe como son mis ojos, que se acuerda del tono exacto de ellos.
Que todavía es capaz de ver mis pecas, de sonreír porque le gusta mi nariz, de que se le dilatan las pupilas al pensar en mis labios.

Quiero creer que seguimos siendo nosotros dos, que el accidente no nos va a cambiar aunque ya lo ha hecho.
Quiero cerrar los ojos y cambiar los papeles, ser yo de nuevo quien no puede ver.

Porque con la oscuridad envolviéndome, yo lo elegí, y lo haría mil veces más. Porque sin verlo me enamoré de él.
Porque así le sería más fácil apartar las voces de su cabeza.
Porque así sería más fácil ser nosotros dos.

-Venga, vamos a surfear.
-Voy a creer que de verdad quieres que me caiga. -Dejo un breve beso en sus labios antes de tirar de su mano para casi sacarlo de un movimiento de la cama.-
-No te voy a negar que quiero reírme un rato.

Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora