16 de enero, 2024. Parte 2.

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Capítulo 5.

16 de enero, 2024. Parte 2.

¿Nos hemos casado? De alguna forma sí, aunque los dos sepamos que no ha sido real, que no tiene ninguna validez yo siento que esto ha sido un paso adelante.
Una demostración más por parte de Eva para que mi cabeza deje de gritarme que no me quiere.

Y es que solo pienso eso en momentos, en instantes de los que luego me arrepiento. Pero me es imposible apartar esas voces de mí cuando comienzan a tener voz, cuando parecen subir el volumen sin necesidad de girar la ruleta para que eso pase.

Y eso me agobia, me estresa, y no sé reaccionar, y le hago daño. Y eso es lo que menos quiero en el mundo, hacerle sentir mal, que de su cara se borre esa sonrisa que me tiene a sus pies desde el primer día.

Han pasado apenas una hora desde que hemos celebrado muestra "boda", solos nosotros, sin nadie más. El agua del mar parece incluso más calmada después de eso.

-¿En qué piensas? -Sus palabras chocan en la piel de mi nuca, provocan un escalofrío que me recorre hasta acabar con pequeñas cosquillas en la punta de mis dedos de los pies. Me giro para poder quedar frente a ella, para pasar mis manos por debajo del agua y rodear su cintura.-
-En que nos hemos casado. -Sus brazos rodean mi cuello, haciendo que cada vez la sienta más cerca y la curva de mis labios se estire un poco más.-
-Realmente estás loca.
-Puede ser.

Su boca roza la mía y ahora siento que soy yo quien está loco, quien deja a un lado la cordura y se entrega con los ojos cerrados al beso que le proponen, a la chica que lo abrazada, al sentimiento de saber que estoy donde quiero y debo estar.

Su lengua busca sin prisas la mía, la encuentra despacio, invitándose a hacernos sentir demasiado solo con un beso, a volar con los ojos cerrados, a ver sin mirar.

"Ahora es tu "mujer" Hugo"

Sonrío a mitad del beso al pensar en eso, al pensar que si ahora mismo le propusiera matrimonio de verdad, Eva diría que sí, que si ahora le digo que nos lleve al juzgado, se casaría conmigo tal como estamos, con el neopreno, con su pelo enredado y el sabor a sal.
Con la arena entre nuestra ropa y mis mechones.

La atraigo un poco más hacia mí, abrazándola, pegando su cuerpo al mío, escondiendo mi cabeza en su cuello, agachandome un poco para poder hacerlo, para inhalar su olor, para respirar, para solo respirarla a ella. Para empaparme de este momento, dibujarlo en mi memoria y no olvidarlo nunca.
Las olas se mueven, cubriéndome solo hasta un poco más arriba del abdomen. Gracias al traje de neopreno y al calor del cuerpo de Eva, no siento que el agua esté fría.

-Ojalá poder quedarme así siempre.
-Moriríamos de hipotermia. -Levanto la cabeza para buscar sus labios cuando una carcajada sale de mi garganta. Es algo que necesito hacer cada pocos minutos para sentirme bien, para acallar a mis demonios.-
-¿Y eso es malo? -Mis manos bajan hasta rozar sus piernas, Eva parece entender mis intenciones y sonreír contra mis labios a la vez que las enreda alrededor de mi cadera.-
-No lo sé, dímelo tú.

Pero no le digo nada, al menos con palabras. Cierro los ojos al rozar la piel de su cuello con mis labios.
Ojalá saber que puedo ir a más, que puedo quedarme así con ella por siempre, que las voces en mi cabeza no van a aparecer.
Un suspiro sale desde lo más profundo de su garganta, yo he sentido como ha nacido, como se ha escapado a medida que he ido besando cada centímetro de esa piel.

Sus manos levantan mi cabeza para hacer que nuestras bocas se encuentren, para ahogar los gemidos que ya no sé distinguir si son de ella o míos. El vaivén de las olas nos mueve y hace que su cuerpo choque suavemente contra el mío, y eso pone en alerta todos mis sentidos.

Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora