8 de febrero, 2024. Parte 2.

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Capítulo 12.

8 de febrero, 2024. Parte 2.

Me es imposible poder estar quieta en la habitación. Es jueves. Es la hora a la que Hugo suele salir con Lidia.
Ese día donde me decía que iba a rehabilitación y era mentira.

Ha pasado una semana desde que vi como los dos salían de ese edificio. Seis días desde que pareció que casi podíamos hacer el amor en la cocina, seis días desde ese mensaje y desde que me fui de su casa.

Ana llamó a su hermana, allí me quedé los tres primeros días, insistí tanto que me terminé marchando a un hotel, uno pequeñito, para pensar, para no ver fotos de Hugo todo el tiempo, para no tener la sensación de que en cualquier momento podría aparecer por la puerta.
Para que la voz de la mujer no me recordase tanto a la de él.

Doy una última vuelta por la habitación, cojo el bolso, y salgo.
Voy a ir de nuevo hasta aquel edificio.
Si no salen juntos, juro que si no salen juntos, vuelvo a su casa a pedirle perdón de rodillas por dudar de él.
Si Hugo no sale de ese edificio con Lidia, no voy a dudar en besarlo nada más que lo tenga enfrente, en borrar estos días malos a besos y te quieros.

El taxi me deja unos metros más atrás, le pago por el viaje y bajo.
Las manos me tiemblan, las piernas también.
En mi cabeza solo se repite una frase.

"-Por favor Hugo, hazme quedar como una imbécil loca y no salgas de ahí con ella."

Deseo con todas mis fuerzas estar equivocada, deseo con todas mis fuerzas que la vocecilla que me dice que me engaña y que me vaya lo más lejos posible no lleve razón.

No quiero irme lejos, no quiero separarme de Hugo.

Un nuevo suspiro se escapa de mis labios y alzo las gafas de sol que caen por mi nariz. Miro el reloj en la pantalla del teléfono donde él sigue siendo siendo protagonista junto a mí, es la hora.

Levanto la cabeza despacio, con miedo, con mucho miedo de lo que pueda pasar.
No puedo creer lo que mis ojos ven, es él, Hugo, con Lidia. Otra vez saliendo del mismo bloque de pisos, otra vez saliendo agarrados, con una sonrisa en la cara.
Niego con la cabeza, no quiero creer en lo que me grito a mí misma.

¿De verdad me está siendo infiel?

¿Dónde quedaron las caricias, los besos, los susurros que nos decíamos solo para los dos?
¿Dónde han quedado todas esas promesas de las que la luna fue testigo?
¿Dónde ha quedado nuestra historia?

Tirada y pisoteada en la basura, como si fuese algo que él no quiere, que no ha tenido cuidado en dejar a un lado.

Siento como mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas que me son imposibles de retener, mi vista se vuelve borrosa pero quizá la rabia es la que me hace caminar hacia ellos, apretar mi mano y pararme solo cuando estoy frente al rubio con el que pensaba pasar el resto de mi vida.

Cada paso me ha dado un poquito de valor, un poco más de enfado.
Cada paso ha conseguido reconstruirme un poco más aunque al siguiente me volvía a romper.

-Eres un idiota. No me vuelvas a llamar nunca más.

Mi mano vuela con aterrizaje perfecto en su mejilla, fuerte, movida por todas esas palabras vacías y rotas que ahora ya no significan nada entre los dos.
Nunca quise acabar así con él, aunque fuese como un amigo quería tenerlo en mi vida, pero nada de eso es ya posible.

Gira su cara por la fuerza de mi guantazo. Miro un segundo a la chica que lo acompaña, sus ojos se abren y casi su boca también.
Estoy segura que no esperaba nada de esto, no esperaba que descubriese que su interés en el que era mi novio no era solo de amiga, que siempre hubo algo más que yo no quise ver.

Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora