Ahora y siempre

17 de junio, 2024. Parte 2.

Capítulo 22.

17 de junio, 2024. Parte 2.

Suspiro antes de entrar en casa, no estaba en mis planes hoy salir, pero mi madre insistió en qué acompañase a Rafa con sus amigos, que me vendría bien salir, que no puedo quedarme todo el día metido en mi habitación.

Ahora estoy seguro de que no fue una buena idea, yo no pintaba nada allí, no entendía de los miles de videojuegos que hablaban, ni podía preguntar lo que era porque era inútil intentar enseñarme algo.
Por suerte el teléfono de Rafa sonó y salimos de aquella casa, nos levantamos del sofá y dejé de escuchar los molestos ruidos de las consolas.

-Vamos Hugo. -Doy tres pasos hacia delante y siento volver a estar de donde no tenía que haber salido, el olor a hogar me invade y puedo respirar tranquilo.-
-No vuelvo a acompañarte. -Escucho su risa y su mano sobre mi hombro.-
-Ya puedes encerrarte de nuevo en tu habitación.

Y es eso lo que pretendo, llegar hasta mi habitación para cerrar los ojos, para tocar el collar que llevo e imaginar que mañana ella va a venir. Que va a estar a mi lado cuando el medico me dé fecha para la operación, que es su manonla que voy a apretar intentado calmar mis nervios.
Aunque eso sea imposible.
No está y no sé a donde se ha marchado.

Detengo mis pasos cuando siento algo diferente en mi casa, algo ha cambiado, algo no es como antes.
Siento su presencia, es como su Eva estuviese aquí, el hormigueo que me recorre las manos me lo indica, mi corazón acelerando sus latidos también.

No puede ser. No puede estar aquí. Giro la cabeza hacia todos lados como si pudiera verla si estuviese. Como su mis ojos pidiesen volver a tener su luz si ella está frente a mí.
Alargo el bastón para intentar tocar ese cuerpo que deseo con todas mis fuerzas que esté aquí.

-¿Qué haces? -Es la voz de mi madre la que que sorprende por la espalda, me giro hacia ella asustado.-
-Eva. -Me cuesta pronunciar su nombre en voz alta, sale con esfuerzo de mis labios.-
-¿Qué pasa?
-¿Está en casa?

Un silencio por su parte me da esperanzas de que así sea. Me giro sonriendo para buscarla, no me importa no verla, si está aquí la voy a encontrar.
Necesito abrazarla de nuevo, necesito arreglar todo lo que yo rompí, necesito un perdón de sus labios que me deje dormir por las noches.

Camino hasta mi habitación y la recorro hasta chocar con todas las paredes, sin poder tocarla, sin encontrarla.

-No está aquí. -Suspiro dejando salir los latidos desbocados de un corazón que siempre se adelanta a los acontecimientos.-
-La sentí aquí... Yo... -Apoyo las piernas y las manos en el colchón, dándome por vencido una vez más. No va a volver nunca, no lo va a hacer. Nuestra historia se acabó cuando yo decidí ponerle un punto final que no sabía que me iba a doler tanto.-
-Ha vuelto a Córdoba, estuvo en casa, por eso puede ser que...
-¿Qué?
-Vino para saber que te dicen mañana, que fecha te dan. Ella...
-Ha vuelto.

Una sonrisa se apodera de mis labios, una sonrisa tan verdadera que llevaba escondida tanto tiempo que casi me había olvidado de como dejarla salir.
Incluso podría jurar que tengo en los ojos un brillo especial, uno que me quema y me hace saber que ahí esta.

Ella está aquí.

-¿Todavía la quieres?
-Nunca he dejado de hacerlo y creo que nunca voy a poder dejar de quererla. -Su mano se apoya en mi hombro. Mi corazón late con fuerza.- ¿Dónde se está quedando? Quiero ir a verla. -Un pequeño golpe mental me recuerda que no puedo verla, pero que necesito tenerla delante.-
-No puedo decírtelo, le dije que no lo haría. Ni siquiera deberías saber que ella está aquí.
-¿Cómo está?

No me sorprende que no quiera verme, no me sorprende que no quiera que sepa que está aquí.
Después de esa llamada todo lo que podía ir bien se fue a la mierda.
Al menos quiero saber que está bien, que ha conseguido volver a sonreír.
Necesito que las heridas que pude ocasionarle estén cerradas y no sean demasiado grandes.