28 de julio, 2024.

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Capítulo 28.

28 de julio, 2024.

Volver a despertar así es algo que no hubiera vuelto a creer jamás. El sol entra por las rendijas de la persiana que no está del todo cerrada y acarician tan levemente la piel de Hugo que me es imposible no quedarme minutos y minutos contemplando este placer que hace meses me fue arrebatado.

Nada más allá de una fina sábana nos tapa, nada se interpone para que nuestros cuerpos estén abrazados, gritando sin palabras pero sí con gestos que no quieren ser separados.

Llevo mis dedos hasta su pelo mientras sonrío. Seguimos siendo nosotros dos y aunque muchas cosas han cambiado, parece que hemos vuelto a encontrar la manera de estar juntos.
En silencio, solo mientras lo miro y me siento afortunada de estar aquí, entre sus brazos, con su cuerpo enredado en el mío, pido que esto se repita durante mucho tiempo y que nada más nos pueda volver a separar.

Por mi mente, ante mis ojos, pasan todos los momentos de la noche que, juntos, hemos dejado atrás.
Primero los soñé, soñé como tenía que tocarlo, como tenía que hablarle para alejar esos demonios que consiguieron separarnos una vez de su cabeza.

Una voz, una silueta igual a la mía, como si me estuviese mirando a un espejo me empujó hasta aquí. Hasta su casa. Hasta su puerta.
No tuve el valor de llamar, pero entonces él abrió.
Sin saber como, pareció que tuvimos el mismo sueño y nos quedamos con las mismas ganas.
Sin saber como, pareció que estábamos concertados por algo más fuerte que nosotros mismos.

"-Dime que tú también lo has soñado.

Y tanto que lo he soñado. Mi corazón palpita y golpe en mi pecho sin compasión.
Claro que lo he soñado, querría decir que algún día he conseguido dejar de soñar con él, pero sería una mentira muy débil.

Acorto el poco espacio que nos separa, doy un paso al frente y con mis manos acaricio su cuello antes de reclamar sus labios.
Antes de volver a sentirlo todo a la vez, antes de volver a despegar los pies del suelo con los ojos cerrados.

Ahora no es un sueño. Es real. Tan real como los besos que nos hemos robado o me ha robado él desde que hemos vuelto a estar frente a frente.
Mi impulso nos lleva a dar dos pasos y entrar en su casa.
Sus manos me sujetan firmemente por la cintura, tan firmamente que no tengo miedo por si pudiera caerme.
Él camina hacia atrás y yo hacia delante, pero lo hacemos en la misma dirección, al compás, sin separar nuestros cuerpos ni nuestros labios.
Dejando besos que faltaron durante meses en la boca del otro.
Lo miro justo cuando su mano tantea el pomo de la puerta de su habitación para poder abrirla.
Está casi desesperado por poder ocultarnos en esa habitación que un día dejó de ser de los dos.

-Maldita puerta. -Se queja al no poder abrirla, al no acertar con el movimiento para que ceda y nos deje pasar. Dejo escapar una pequeña carcajada antes de posar mi mano en el pomo y girarlo, para ahora sí, ver como se abre.-
-Ya está.
-Gracias.

Esas palabras mueren en la orilla de mi boca cuando nace la necesidad de un nuevo beso que me hace cerrar los ojos.
Que me hace perderme en la sensación de que estos son los besos que pueden romperme pero también curarme."

Siento unos labios rozando mi cuello y abro los ojos para comprobar que no es parte del recuerdo de ayer, que está pasando ahora.
Suspiro mientras estiro un poco el cuello hacia arriba para dejarle un poco más de acceso, para que sepa que estoy aquí, que no me he ido.

Sus manos queman la piel de mi cintura mientras me arrastran unos centímetros por el colchón para acercarme más a él.

-Cómo echaba de menos despertar y sentirte a mi lado.
-Idiota. -Utilizo mi cuerpo para dar la vuelta y quedar encima de él. Sonrío al recordar como anoche no importó nada más que nosotros. Como sus demonios se pusieron en pausa.-
-¿Esto es un comienzo? -Apoyo mis brazos sobre su pecho y dejo caer mi cabeza sobre mis manos que descansan en su piel. Y lo miro sonriendo, sabiendo a lo que se refiere.-
-¿Un comienzo de qué?
-De nosotros.
-¿Ahora quieres un nosotros?
-Ahora y siempre Eva, solo que he sido un tonto que nos ha hecho tirar cuatro meses a la basura.

Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora