22 de agosto, 2024. Parte 2. Final.

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Capítulo 31.

22 de agosto, 2024. Parte 2. Final.

Hugo lleva apenas unos minutos dentro del quirófano y casi ya he dejado un agujero en el suelo de los nervios con los que muevo las piernas sentada en la silla de la sala de espera.

No se me da bien esperar.
No cuando una sensación agridulce que me ha dejado su último beso en la boca baja y se instala en mi pecho.
No cuando mi cabeza solo es capaz de catalogar la última vez que lo he visto como una despedida.

No estoy preparada para que sea una despedida.
Cierro los ojos para imaginar que entro en ese quirófano, que lo saco se allí antes de que lo duerman.
Que no lo dejo ponerse en riesgo.
Que lo convenzo de pasar el tiempo que nos quede juntos y no acortarlo por el simple hecho de ver de nuevo.
Lo quiero todo con él y por eso tiene que salir sonriendo de entre esas malditas puertas.

¡Tenemos que casarnos!

No puede morirse aún.
Todavía no.

Es en este momento cuando por mi cabeza pasan todos los momentos que hemos vivido estos días. Las tardes abrazados en el suelo de su habitación hablando y planificando cada detalle de lo que será nuestra vida en todos los años que nos quedan juntos por delante, con una casa para los dos sin importar donde sea, con tres niños corriendo por el jardín, porque tenemos que tener jardín para hacer grandes comidas con nuestras familias y una piscina.
Y todo eso sonaba tan bien que he jugado a creerlo, a darle una verdad que no sabemos si la tiene, a darle una oportunidad que no sabemos si va a tenerla.

Un suspiro se escapa de mis labios cuando el reloj marca cuarenta minutos desde que Hugo ha entrado en la sala del quirófano.
Cuarenta minutos en los que yo desde aquí, desde esta maldita sala de espera lucho con él para ganar juntos esta batalla, una más y una menos de todas las que nos quedan.
Estoy dispuesta a dejarme la piel en esta guerra para ganarla, sobretodo si el premio es una vida junto a ese rubio que desde el primer momento que escuché su voz ya supe que no iba a ser alguien más que se cruzase en mi camino por casualidad.

Marcó un antes y un después en mí, cortó cada cuerda y cadena que me ataban y no me dejaban ser yo, quitó la venda de mis ojos para que tuviese luz y me enseñó lo que es el amor, aunque también el dolor.
Con él viví el todo y la nada.
Los días más coloridos del mundo y también los más oscuros y vacíos.
Y no quiero despertarme sin que él esté a mi lado.
No quiero dormirme sin abrazar su cuerpo, sin que su voz ronca me diga lo mucho que me quiere antes de cerrar los ojos.
No quiero no poder abrazarlo por la espalda, no quiero no poder esconder la cabeza en su cuello y quedarme ahí simplemente disfrutando de él.

Lo admito.
Tengo miedo.
Miedo de que todo eso ya no pueda ser.
Tengo miedo de que en cualquier momento salgan por esas puertas y nos digan que ha sufrido un nuevo paro cardíaco y que no vamos a volver a verlo.

El temblor de mis manos se hace más notorio al pensar en esa posibilidad, que ahí está, latente, presente.
Intento calmarme, entrelazar mis manos para acabar con ese temblor pero no funciona.

-Va a salir bien, tiene que salir bien. -Alzo la cabeza para ver a Rafa, que intenta transmitirme algo de tranquilidad, esa que él mismo tampoco tiene. Son hermanos, se parecen pero son la noche y el día, sin embargo cuando me sonríe sus ojos se achican y salen las mismas arruguitas que le salen a Hugo.-
-Sí, tiene que salir bien.

Intento que mis propias palabras me convenzan, que le den peso a esa posibilidad que para mí es la única válida.
No me importa que no pueda recuperar la vista, yo solo lo quiero a él, a él para el resto de nuestras vidas.

-Hola. -Levanto la cabeza y mirada del suelo para verlo. Mis ojos se cristalizan y las lágrimas que llevo reteniendo horas se deslizan por mi cara. Está aquí. Sin decirme nada, se ha acordado y ha venido. Me levanto de la silla y corro hasta abrazarlo, hasta esconderme entre sus brazos y su cuerpo como tantas veces he hecho desde que nos conocemos.-
-¿Qué haces aquí? -Mi voz sale ahogada contra la tela de su ropa. Siento como me abraza con más fuerza y es en este momento donde comienzo a sentir que todo va a ir bien.-
-Tenía que estar aquí, contigo. Y le he traído algo a Hugo. -Me separo de él para que saque de su bolsillo unas gafas de sol.- Las va a necesitar para que no le haga daño el sol. Porque va a salir. Lo sabes ¿Verdad?

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