10 de febrero, 2024.

497 60 54
                                    

Capítulo 14.

10 de febrero, 2024.

"-Creo que tenemos una conversación pendiente. -La miro mientras me recuesto en la silla, no saber nada de Hugo me está volviendo loca, necesito que esté bien.-
-¿Sobre qué?
-Hugo, tú y yo.
-No quiero hablar de eso, ojalá seáis muy felices, de verdad. -Un nudo se apodera de mi estómago, sube hasta mí garganta y aprieta, haciendo que mi voz salga en apenas un susurro y tenga que hacer el mayor de mis esfuerzos por mantener las lágrimas dentro de mis ojos que comienzan a picar.-
-No es así, deja de decir tonterías y escúchame. -Hay un silencio. En el que la miro atenta por el tono duro que ha utilizado, ella que siempre parece buscar las palabras para ser sutil.- Hugo me va a matar, pero es que todo esto es absurdo y ha llegado muy lejos. -Se sienta en una silla a mi lado, yo sigo mirándola, fijándome en cada uno de sus movimientos.- No te está engañando conmigo, ese imbécil te quiere como no he visto querer a alguien en mi vida. Él solo va a una psicóloga que tiene la consulta en mi edificio. Es una amiga y yo se la recomendé.
-¿Una psicóloga? -Abro mis ojos, dándome cuenta de que he sido una gran idiota, que era una posibilidad que mi cabeza no había albergado.-
-Quería que lo ayudasen a callar su cabeza, solo quería poder estar contigo al completo, estar bien, porque aunque se esfuerce en demostrarlo, Hugo no está bien.

Suspiro mirando al techo y luego al suelo, clavando mi mirada en las losas blancas del hospital.
Yo pensaba que de verdad Hugo podía engañarme, que de verdad le gustaba alguien más, Lidia.
Y parece que no es así, que lo único que pasaba era que iba a terapia.
Que quería hacerlo él solo.

Me siento un poco liberada por saber que me decía la verdad cuando me repetía que yo era la única, y me siento mal porque a pesar de saber que me quiere, siento que no confía en mí.

No es enfado lo que siento ahora en el estómago, es quizá un poco de desilusión.
Yo sé por lo que está pasando, lo sé mejor que nadie porque yo he pasado por ahí, porque yo también fui a un psicólogo, porque yo también sentí que no podía sola con todo lo que mi cabeza gritaba.

Y si él hubiese estado en mi vida en ese momento, me hubiese encantado que me acompañase de la mano a la consulta, que me escuchase por las noches enredados en la cama sobre todo lo que ha dado de sí esa sesión.

-Lo sé, sé que no está bien, yo pasé por eso, veía en él las mismas sonrisas que yo forzaba.
-Pues ahora ya sabes la verdad."

"Pues ahora ya sabes la verdad."

Una verdad que Hugo se ha encargado de tirar por los suelos, arrastrarla y estamparla contra la pared al igual que he sentido que lo hacía conmigo, con mi corazón, con mis sentimientos.

¿Y si de verdad se ha dado cuenta de que le gusta Lidia?
Es a ella a quien le dijo que quería ir a un psicólogo, es a ella a quien ha dejado y pedido que lo acompañe.

Quizá todo estaba claro desde un principio, quizá era yo quien sobraba entre ellos dos y nunca quise darme cuenta.
Dicen que el amor es ciego, y en este caso yo lo estaba más que él.

Caminando he llegado al puente al que me trajo una vez, caminando casi salgo de la ciudad, mis ganas por seguir la carretera sin pensar, sin mirar atrás son enormes.

¿Qué me queda aquí?
Hugo lo era todo y sin él en Córdoba ya no tengo nada.
Bajo por un camino de tierra hasta llegar abajo, hasta ser invisible para los coches que pasan a gran velocidad por encima del puente.

Y me siento aquí, me vuelvo a sentar aquí, a ver como se va oscureciendo el cielo, a ver como el sol se esconde y la luna sale, como las estrellas están ansiosas por brillar en lo alto del firmamento.
Con mis dedos retiro las lágrimas que sin poder evitarlo ruedan por mi cara.
Un pinchazo se instala en mi pecho al recordar como aquí, el día que decidí cambiar mi billete de tren y correr detrás de Hugo, vinimos aquí para ver como se hacía de noche.

Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora