27 de julio, 2024.

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Capítulo 27.

27 de julio, 2024.

Hace dos días que Eric se ha ido, dos días desde que Eva también tenía que haberlo hecho.
Pero se ha quedado, aquí está, sentada a mi lado en el sofá de mi casa mientras suena de fondo algún programa al que ninguno de los dos parecemos prestarle demasiada atención.

Hasta el último momento no supe que se quedaba, que era el chico el que se iba a encargar de todo allí a donde se fue. No ha querido decirme donde, por si algún día tiene que volver a huir.
Porque ella y yo sabemos que esa posibilidad es muy probable.

Suspiro aliviado por tenerla a mi lado y busco su mano, la encuentro y entrelazo sus dedos con los míos. Me encantaría quedarme horas y horas observando, admirando, ese agarre tan perfecto que formamos.
Y espero poder hacerlo algún día no muy lejano. Aunque sea una última vez.

Siento un beso en mi mejilla y reprimo las ganas de girar un poco la cara y capturar sus labios. Me conformo con ese pequeño gesto que me deja con ganas de más. De mucho más.
Sonrío como un idiota y no puedo evitar mantener esa curva en mis labios varios segundos después.

-¿Has hablado con Eric? ¿Está todo bien por allí?
-Sí.

Apoya su cabeza en mi hombro y me quedo satisfecho con la respuesta.
Aunque Eric sea el tío con el que Eva me ha querido olvidar, aunque haya robado besos de sus labios y caricias de su cuerpo, aunque ha estado entre los dos, no puedo odiarlo. Me es imposible hacerlo.

¿Por qué?

"-Esas pastillas no son para los dolores de cabeza, ¿Verdad?
-¿Qué?
-Aunque hayas cambiado el bote, sé que son pastillas para la insuficiencia cardíaca, mi padre las tomaba. ¿Qué te pasa Hugo?
-No sé de qué me hablas.
-¿No? Vamos a decírselo a Eva, a ver que opina.
-¡No! Por favor.

Suspiro, agachando la cabeza y obligándome a contar lo que realmente me pasa por primera vez, y a la persona que nunca creí que tenía que contarle algo.
Paso mis manos por lo cara y revuelto mi pelo antes de coger aire levantando la cara hacia el cielo, que no tengo ni idea si está azul o las nubes lo cubren por completo.

Juego con mis dedos antes de saber elegir las palabras, antes de saber cómo contar por primera vez y decir en voz alta que me estoy muriendo, cada vez un poquito más, cada vez un poquito más rápido.

-Hace una semana o así tuve un paro cardíaco, tengo insuficiencia cardíaca. Tengo las pastillas y estoy en lista de trasplante por si no mejoro.

Quisiera decir que me siento mejor una vez que lo he sacado, que se lo he contado a alguien, pero no es así.
Eso no pasa.
Sino todo lo contrario, siento una angustia mayor. Un mayor miedo de que solo me mire con pena.
No quiero ser un "pobrecito". Bastante cargo con ese apodo al estar ciego.
Yo quiero ser Hugo.
El Hugo de siempre.
Hugo a secas.

-¿Y la operación de la vista?
-Con la anestesia hay riesgo de que muera, pero no me voy a echar atrás.
-¿Se lo has contado a alguien?
-No. Ni quiero hacerlo.
-¿Por qué? Eva...
-Porque si me muero, no quiero que sufran los meses anteriores, bastante tendrán cuando ya no esté.

Hay una pausa de varios segundos pero que a mí se me hacen eternos.
Ojalá pudiera ver su cara.
Ojalá pudiera mirarlo a los ojos y decirle que no esperaba contárselo y que espero que no se lo diga a nadie.
Que no lo conozco y me toca confiar a él con mi mayor secreto. Con la duración de mi vida.

-Se van a enfadar cuando lo sepan, porque lo van a saber.
-Ya veré que hago cuando eso pase, pero por favor no digas nada.
-No te preocupes, conmigo está tu secreto a salvo.
-Gracias."

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