"Otro día tranquilo"

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—...El otro día fui y no estaba —contaba Chuuya mientras caminaban—. Así que supuse que alguien se lo había llevado. Lo que me tiene un poco inquieto es que no hay manera de confirmar que realmente alguien lo adoptó o... si le ocurrió algo.

—Cariño, los perros son inteligentes. Él no hubiese aceptado irse con cualquier persona si no le hubiese agradado.

Dazai lo observó de reojo e intentó aguantar las risas lo mejor que pudo cuando vio a Chuuya con el entrecejo fruncido.

Chuuya pateó una piedra inexistente en su camino.

Oh... entonces él estaba haciendo un berrinche, al parecer.

—¿No estás feliz de que alguien lo haya adoptado?

—Si lo estoy —dijo sonando molesto—. Los días cada vez son más fríos y me preocupaba no poder conseguir algo para él antes de eso, pero...

—¿Pero...?

—Pero al menos me hubiese gustado despedirme de él por última vez —admitió en voz baja y triste.

Dazai creyó que aquello sería divertido en un principio, pero ahora sentía que una estaca había atravesado su corazón. Si había algo que odiaba, era ver a Chuuya triste.

Pero no podía arruinar la sorpresa. Así que Chuuya tendría que esperar.

—Te entiendo, Chuuya. Pero debes pensar que ahora debe tener un hogar y está mejor allí que en la calle. Cumpliste con tu parte haciendo todo lo que estaba a tu alcance. Él debe estar agradecido contigo.

Chuuya ignoró lo que dijo Dazai y siguió pateando el piso como si hubieran piedras obstruyendo su camino.

Una de las tantas cosas que Dazai había aprendido, era que Chuuya estaba algo mimado ¿Tal vez porque era el menor en su familia? Era muy probable. No obstante no era alguien odiosamente malcriado, todo lo contrario. Simplemente le gustaba conseguir todo lo que se proponía y le costaba un poco de trabajo dejar ir las cosas cuando algo se le metía en la cabeza, o cuando algo lo pillaba desprevenido y no salía como él lo había planeado.

(Dazai recordó lo encaprichado que había estado en cuanto a la orca de peluche y lo frustrado que se volvía cuando jugaban videojuegos y lo mucho que se esforzaba por solo ganar una partida).

Pero esta vez no se trataba de algo material. Se trataba de un ser vivo con el cual Chuuya se había encariñado y no se le había dado la oportunidad de verlo por última vez. Era comprensible que se sintiera triste y frustrado.

Dazai lo sabía.

—No siempre puedes tener todo lo que quieres, Chuuya.

Sin embargo, si Dazai podía hacer algo al respecto, Chuuya podía tener todo lo que quisiera.

Y la idea de ayudar a Chuuya a conseguirle un hogar al perro se había instalado en su cabeza desde un principio, cuando vio al pelirrojo tan atento y encariñado con el cachorro.

Sin embargo, esa misma vez que Chuuya se había quedado en su apartamento y durmieron juntos, Dazai había despertado al siguiente día sintiéndose el rey del mundo al tener al revoltoso pelirrojo sobre su pecho ¿Cómo había llegado ahí? Dazai no lo sabía; Chuuya era un desastre a la hora de dormir.

Esa mañana nadie interrumpió con salvajes golpes en su puerta como la última vez, y fue bastante tranquila y tal vez, el mejor despertar que Dazai había tenido en su vida (hasta el momento). Jugó un buen rato con los rizos de Chuuya, y de repente tuvo la realización de que alguna vez... soñó con ese mismo escenario.

Red Connection • Soukoku • FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora