—Él ha crecido bastante rápido, ¿no crees? —preguntó Chuuya mientras observaba a Baki jugar con pequeñas montañas de hojas secas en el patio de la casa de sus padres.
—Así son los perros —respondió Dazai—. Te dije que crecería más que tú.
—¡¡Eso no es posible!! ¡¡Deja de molestarme!! —gritó Chuuya.
—Claro que es posible.
—¡¡No!!
Arthur y Paul siguieron cocinando sin preocuparse mucho de los gritos y ladridos que provenían desde su patio.
Pero cuando Paul fue hasta el lugar para decirle a los dos jóvenes que la comida estaba lista, encontró a Chuuya ejerciendo una llave bastante compleja en un Dazai que entre risas medias ahogadas seguía diciendo cosas sobre la estatura del pelirrojo. Por otro lado, Baki ladraba y saltaba alrededor de ellos como si estuviera mostrando apoyo a lo que estaba haciendo Chuuya.
—Mon chéri, vas a romperle el cuello a ese pobre hombre.
—Tal vez así se calla un rato —gruñó Chuuya.
Paul simplemente informó sobre la comida y volvió a abandonar el lugar conteniendo las risas. Después de todo, asumió que Dazai conocía las consecuencias si molestaba demasiado a Chuuya hasta hacerle perder la paciencia.
La comida fue agradable, no hubo silencios ni preguntas incómodas. Dazai se sintió bienvenido y cómodo, aunque ya había congeniado con Paul y Arthur con anterioridad en el café.
Y más tarde, cuando ya habían terminado, Chuuya llevó a Dazai a conocer su antigua habitación mientras Arthur y Paul jugaban con Baki en el patio. A esas alturas de la independencia del pelirrojo, la habitación no contaba con demasiadas cosas, pero aún estaba su cama, una mesita de noche, un escritorio, y el armario aún tenía algunas prendas. También había un librero con varios libros en él.
—Hay veces que los extraños —comentó Chuuya, refiriéndose a sus padres—. Entonces vengo aquí y me quedo por algunos días.
—Entiendo —contestó Dazai con una suave sonrisa.
Siempre iba a estar feliz de que Chuuya haya tenido una buena familia y una buena vida. Siguió observando la habitación cuidadosamente, hasta que Chuuya soltó un suspiro.
—Lo que tanto estás buscando no está aquí. Está en la habitación de mis padres.
Dazai se volteó hacia el pelirrojo que estaba sentado en su cama, y lo miró con un puchero y ojos grandes y brillantes.
Chuuya volteó los ojos hasta ponerlos en blanco y se puso de pie para caminar hasta la puerta y salir de la habitación.
Mientras tanto, Dazai apretó sus labios. Quería sonreír ampliamente de lo emocionado que comenzaba a sentirse.
El pelirrojo no tardó demasiado en volver con un gran álbum de fotos en sus manos. Aquello era lo que Dazai había estado buscando alrededor de la casa sin lucir demasiado espeluznante. Chuuya le había comentado que a pesar de que sus padres se manejaban perfectamente en la tecnología, nunca dejaron de lado el papel fotográfico. Por lo que las fotografías de Chuuya y Kouyou siempre terminaron en formato físico, guardadas por montones en un grueso álbum.
Cuando Chuuya tomó asiento en la cama, Dazai enseguida hizo lo mismo y se apegó al pelirrojo abrazándolo desde la cintura.
El más bajo intentó moverse para acomodarse un poco mejor, pero Dazai lo tenía fuertemente aprisionado y no daba señales de querer aflojar su agarre.
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Red Connection • Soukoku • Finalizada
FanficDesde niño a Nakahara Chuuya se le habló sobre la importancia del brillante hilo rojo que estaba atado a su dedo meñique. "Ese hilo te ata a una persona muy especial. Y para encontrarla, no puedes cortarlo", "te amará tanto como nosotros a ti", le...