"Más humano que nunca"

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La boca y las manos de Dazai recorrieron el cuerpo del pelirrojo por todas partes. Allí fue cuando Chuuya entendió a qué se refería el otro cuando le advirtió que terminaría sucio de todas formas, porque llevaban minutos en los cuales la única misión de Dazai fue convertir a Chuuya en un ser humano hipersensible mientras manchaba su piel con lubricante.

Y a pesar de que Chuuya se había decidido por el lubricante en calor, Dazai no había apartado por completo el uso del lubricante en frío. El pelirrojo lo descubrió después de que la lengua de Dazai jugara durante minutos con sus pezones hasta dejarlos sensibles, tanto como para sacarle algunas lágrimas. Chuuya pensó que aquello era el límite de placer que podía ofrecerle la estimulación en aquella zona erógena, pero estaba equivocado. Y no se había sentido tan descolocado esa noche hasta que vio a Dazai con el lubricante en frío, presionando el dosificador para verter una buena cantidad de producto sobre su pecho.

—¡¿Qué estás...?! ¡¡Ngh!! —La fría sensación fue casi inmediata. La piel de su pecho comenzó a cosquillear.

Chuuya no iba a negar que aquello lo alarmó un poco. Pero no le dio demasiado tiempo para pensar cuando Dazai comenzó a esparcir el lubricante por su piel con los dedos de ambas manos, llegando hasta sus pezones, acariciando insistentemente con la punta de sus dedos en movimientos circulares, y de vez en cuando jalándolos muy suavemente. Allí fue el comienzo del descenso hacia la locura; nunca se había sentido tan necesitado de atención como en ese momento.

Sus pezones estaban excesivamente sensibles y erectos. Era como si hubieran jugado con un cubito de hielo sobre ellos. Y cuando Dazai acercó el rostro al pecho del pelirrojo y lamió lentamente uno de sus pezones, las temperaturas contrastantes hicieron que el cerebro de Chuuya hiciera cortocircuito.

Quería más, y así lo pidió.

Dazai obedeció y se tomó el tiempo de besar, chupar, y morder toda la piel que se le permitió hasta que Chuuya lució lo suficientemente desastroso y jadeante como para dejarlo "descansar".

Después de todo, Dazai era cuidadoso y delicado... pero no por eso dejaba de ser perverso. Dejó que Chuuya susurrara palabras disconformes por haber sido desatendido en aquella zona que le provocaba querer juntar y apretar sus muslos debido al efecto que estaba provocando en su entrepierna.

La permanente y fría sensación sirvió como distractor mientras Dazai iba bajando por la piel del torso de Chuuya y dejando marcas a su paso.

En el camino Dazai fue bajando el pantalón del pelirrojo poco a poco, a la vez que iba descubriendo los puntos más sensibles de su cuerpo. Como la zona en donde el hueso de la cadera sobresalía. Si besaba, apretaba, o mordía esa parte en específico, Chuuya se retorcía con desesperación.

Sería interesante agarrar el cuerpo del pelirrojo con ambas manos desde allí.

Así llegó el momento en donde Chuuya logró perder la vergüenza inicial de tener que mostrarse completamente desnudo frente a Dazai. El más alto se había preocupado de ir despacio, de transmitirle confianza, y llenarlo de cumplidos a medida que lo iba despojando de sus ropas por completo. De esa forma logró que Chuuya se fuera acostumbrando a su toque hasta llegar a ese preciso instante, en donde el pelirrojo sentía que su cuerpo ardía por fuera, y por dentro.

Sentía que se derretía.

Todas aquellas partes en donde Dazai había tocado con sus manos y había marcado con su boca, quemaban agradablemente.

Pero a medida que las cosas fueron escalando, Chuuya volvió a sentirse ansioso.

Sobre todo cuando llegaron a ese punto del acto, en donde le tocó sentirse realmente vulnerable mientras era preparado para que hubiera ningún daño al momento en que finalmente uniesen sus cuerpos.

Red Connection • Soukoku • FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora