"Clic"

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Chuuya era alguien extrovertido. No le gustaba estar en un solo lugar y si estaba mucho tiempo haciendo nada, con el pasar de los minutos comenzaba a desesperarse. Eso también le ayudaba a distraerse de algunas cosas a las cuales intentaba no darle tantas vueltas.

Pero siempre estaban estas situaciones...

—Es extraño sentir a Nikolai tan decaído.

Chuuya dejó a medio camino el trozo de carne recién asada que iba a llevarse a la boca con los palillos.

Sigma y él se habían convertido en buenos amigos y de vez en cuando se ponían de acuerdo para hacer algún panorama juntos. Esta vez habían decidido ir a un restaurante Yakiniku.

—¿Le sucede algo malo? —preguntó Chuuya con preocupación y extrañeza.

Porque sí, era extraño imaginar a alguien tan enérgico como Nikolai, estar decaído. Aunque debía suponer que por más feliz y animado que se viese alguien, siempre existiría la posibilidad de tener un mal día, o una mala semana. Después de todo, el humano era multifacético.

—Realmente no lo sabemos —admitió Sigma—, Fyodor y yo solo sentimos, él tampoco nos ha dicho algo al respecto. Pero supongo que debe extrañar Rusia.

Ah... cierto. Y ese era uno de los temas en los cuales evitaba pensar: la conexión que tenían las almas gemelas.

Chuuya siempre lograba olvidar eso. Con esfuerzo, pero lograba hacerlo. Aunque sea por unas horas, o a veces había días en los cuales no se acordaba del pequeño detalle de que tenía un hilo marchito atado a su meñique y que, a diferencia de Sigma, él no podía sentir las emociones de su alma gemela... no volvió a sentir ni la más mínima pizca de emoción de parte de Dazai. Ni siquiera porque habían estado reconstruyendo poco a poco una relación (a la cual, por cierto, aún ni siquiera le daban un nombre).

Chuuya admitía que ver su hilo en tales condiciones le ponía triste, pero era algo a lo cual podía acostumbrarse. De hecho, cada día que pasaba se acostumbraba más a ver la delgada cuerda maltrecha. Pero si había algo que realmente lamentaba y aún no podía aceptar, era la idea de saber que entre su alma y la de Dazai, no existía conexión alguna.




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Por supuesto, los días tranquilos y sin novedades no podían ser para siempre, y Chuuya supo que sería un día bastante novedoso cuando vio una cara muy conocida entrar por las puertas de The Flags.

—Vaya, Chuuya. No pensé que luego de tanto tiempo sin vernos, esa sería tu cara.

Chuuya admitía que el otro tenía razón, pero no era una mala cara tampoco, solo estaba... realmente sorprendido.

—Shirase —pronunció lentamente. Se le hacía extraño decir ese nombre después de tanto tiempo—. Pensé que no te volvería a ver en Japón.

El de cabellos grisáceos se sentó en un taburete frente a la barra, mirando a Chuuya con una sonrisa presumida y altanera.

—Y así iba a ser, pero surgieron algunos planes. Estaré aquí solo por unos días, y de paso, vine a visitarte. Pensé que seguramente extrañarías mi presencia.

Chuuya le dedicó una mirada fría y aburrida.

—Si, por supuesto —respondió con ironía—. ¿Cómo te enteraste donde trabajaba?

Red Connection • Soukoku • FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora