Dazai aún no se acostumbraba del todo a sentir las emociones de Chuuya. Sobre todo cuando estas eran tan fuertes que hasta cierto punto se volvían invasivas y parecían absorber sus propias emociones.
Ahora entendía a lo que se había referido el pelirrojo cuando le dijo que muchas veces se le hacía difícil distinguir qué emociones pertenecían a él, y cuales pertenecían a Dazai.
En ese preciso instante, no estaba seguro si el enojo provenía de Chuuya, o si él se sentía de esa forma por lo fastidiosas que le estaban resultando sus clases de ese momento.
No fue hasta que Dazai logró poner en orden sus pensamientos, que descubrió que él, más que estar molesto, solo estaba aburrido.
«Entonces alguien debe estar recibiendo la ira del Chibikko», fue a la conclusión que llegó.
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—Estas siendo terco —repitió Albatross por millonésima vez en la semana—. Otra vez.
—Estás siendo molesto —gruñó.
Una mañana difícil. Eso es lo que estaba siendo.
Resulta que Chuuya había estado días descuidando su alimentación, sus horas de sueño, y su salud en general debido a los trabajos y evaluaciones de la universidad. Eso, sumándole que se había rehusado a pedir días libres con Lippmann.
Además, Chuuya decía y creía poder con todo. Más ahora que podía ahorrar tiempo yendo en motocicleta de su residencia a la universidad, de la universidad a The Flags, y de The Flags a su residencia.
Hace un par de noches Chuuya había estado sintiendo bastante fatiga. Algo que, por supuesto, ignoró. En las épocas más atareadas, su cuerpo solía tener ese tipo de síntomas: cansancio físico y un poco de dolor muscular. Algo completamente manejable, a ojos del pelirrojo.
Esa mañana, Chuuya despertó con una fiebre leve.
Pero según él aquello no era un obstáculo y podía ser perfectamente funcional durante todo el día. Su cuerpo estaba levemente más pesado y tibio de lo normal, sus ojos estaban llorosos, sus mejillas sonrojadas, y tenía un leve dolor de cabeza; nada que pudiese matarlo.
Pero había alguien que no pensaba igual. Y cuando el pelirrojo iba a agarrar las llaves de su motocicleta, las cuales estaban sobre una mesita cercana a la puerta, el rubio fue mucho más rápido y se adelantó para tomarlas y alzarlas lo más alto posible.
Había sido una jugada sucia y un feo golpe al orgullo de Chuuya en cuanto a su altura. Pero el rubio le había estado advirtiendo durante días que le estaba exigiendo demasiado a su cuerpo y mente.
—¡Albatross! —gritó, y enseguida se arrepintió al sentir como si le hubiesen martillado la cabeza— Albatross —volvió a hablar. Esta vez, moderando el volumen de su voz—. Deja de fastidiarme y dame esas llaves ahora.
Y ese era otro problema. Debido a que no había estado comiendo ni descansando bien, el mal humor de Chuuya ascendía a algo mucho más incontrolable. Dejaba de ser un estado de ánimo pasajero, o algo de lo que Albatross o cualquier otra persona pudiera sacar provecho para molestar un rato al pelirrojo. Dejaba de ser divertido y pasaba a ser problemático.
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Red Connection • Soukoku • Finalizada
FanfictionDesde niño a Nakahara Chuuya se le habló sobre la importancia del brillante hilo rojo que estaba atado a su dedo meñique. "Ese hilo te ata a una persona muy especial. Y para encontrarla, no puedes cortarlo", "te amará tanto como nosotros a ti", le...
