Con la nostalgia conduciendo en su pecho, recorrió cada rincón de aquella casa, que tantos días en Lima le refugiaron de la melancolía de estar lejos de su país natal. Cuántos momentos, cuántos recuerdos, cuántas emociones enfrascadas en esas paredes; Manuel sentía algo de tristeza por tener que abandonar su hogar en el Callao, pero la emoción del futuro, y más aún junto a Miguel, le animaban por completo a migrar hacia otra ciudad, hacia otro nido, en donde ambos cultivarían nuevas experiencias:
Arequipa.
Allí, una nueva vida les esperaría, y todo, tras tantas barreras y tormentos; por fin comenzarían de cero, dando a ambos una nueva oportunidad de enmendar sus acciones, y salvar su relación.
Después de todo, no siempre se corría con la misma suerte; el coincidir perfectamente en alma y cuerpo con otra persona, no era un vínculo que ellos dejaran pasar de largo, no después de haberse tardado toda una vida en encontrarse...
Manuel estaba emocionado, eso era evidente en su semblante. Y es que, en presencia de Eva, iba de un lado a otro guardando cosas, hablando al aire, y con un ánimo que hace tiempo a Manuel no se le veía. Eva, su nueva gata, con mucho agrado lo veía, y más aún, sabiendo el motivo, y el nombre, de quien tenía con esos hermosos ánimos a Manuel.
Era Miguel.
—No pensé que tuviese tantas cosas... —dijo Manuel, abriendo en su dormitorio un cajón de la cómoda, sacando sus pertenencias, y lanzándolas sobre la cama—. Ya he usado dos maletas... creo que en total usaré tres, ¿tú que piensas, Eva? —preguntó a la gata, sonriendo enérgico; esta le respondió en un maullido—. No podré llevarme mis plantitas de cannabis, pero... ¿sabes? Creo se las dejaré a Martín. —Comenzó a reír—. Estoy seguro que él les dará un excelente uso...
Y entre risas y parloteos, Manuel, entre un desorden visible en su entorno, y canturreos de emoción, rápido se le pasó la tarde, y el reloj en su sala, marcó entonces las seis pm.
Cuando al fin concluyó, y el cansancio le golpeó de pronto en los sentidos, Manuel se echó a la cama, suspiró pesadamente, y observó hacia el techo.
Eva, a su lado, le lanzó un tierno maullido; Manuel ladeó su cabeza, la atrajó hacia sí mismo, y comenzó a acariciarla.
Se formó un silencio apacible.
Manuel sonrió despacio; un aura de nostalgia le revistió sus ojos esmeraldas.
—Me pregunto... qué tan emocionado estará Miguel con todo esto, e-él... —suspiró despacio, e infló su pecho, con emoción—. ¿Cómo estará? ¿Ya lo habrá conversado con su papá? Quizá él... esta tarde se lo diga, ¿tú qué piensas? —Eva no respondió, y en lugar de un maullido, bajó sus orejas, en señal de incertidumbre.
Manuel sonrió, se sentó en la cama, y tomó su celular; lo observó.
—¿Y si... lo llamo? —se preguntó, sosteniendo el celular con tacto endeble, y dudando de dicha acción—. N-no, no... muy probablemente podría esta misma tarde él hablar con su padre, podría ser una interrupción, capaz la cago... —Dejó su celular a un costado, exhaló ansioso y comenzó a caminar por su habitación, tomando más prendas y ordenando apresuradamente—. Pu-puta, el weon ansioso... —Se llevó una mano a la cabeza, y se rascó—. De verdad estoy ansioso, yo y Miguel, ambos, ma-mañana...
Se detuvo frente al espejo, y volvió a suspirar. Eva se sentó a su lado, y observó curiosa al semblante de Manuel; una singular emoción se veía en sus ojos, como si tras tantos días en la incertidumbre, al fin sintiese paz.
Y sí, Manuel por fin sentía algo de paz.
Manuel estaba haciendo un gran esfuerzo por permitirse sentir amor de esa manera, después de muchos días dudando, cuestionándose y en el limbo de la confusión.
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Entre el Callao y Miraflores | PECHI2P
FanfictionPerùxChile 2p/ Latin hetalia. En uno de los distritos màs distinguidos de la ciudad de Lima (Miraflores), Miguel, un joven peruano y pituco, acostumbrado a la buena vida, a la comida cara y el buen vestir, conocerà en un evento desafortunado, a Ma...