¿Sexo con amor?

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—El escàndalo de Rigoberto está en todos los canales —dijo Miguel por la línea telefònica, mientras se echaba una medialuna a la boca—. ¡Se lo merece!

Manuel, al otro lado de la línea, echò una pequeña risilla.

—Pobrecillo...

—¡¿Pobrecillo?! —exclamò Miguel, irguiéndose en su sofà, y observando la televisiòn—. ¡Se lo merece! ¡Se metió contigo! ¡Y nadie se mete con mi novio!

Al otro lado de la línea, Manuel se sonrojò.

—Definitivamente, eres como un pollito con metralleta. —rio Manuel—. Te ves tierno por fuera, pero eres bravo. No me gustaría ser tu enemigo.

Miguel comenzó a reir, y Eva le maullò a su lado.

Desde aquel episodio con la prensa, habían pasado ya cinco días. Manuel había vuelto ya al trabajo en la clínica, y por otra parte, Miguel, volvió a su apartamento, pues necesitaba también darle compañía a Eva.

A pesar de que estaba muy ocupado con su nueva relación con Manuel, tampoco podía ser tan ingrato y abandonar a su amiga.

Ella jamás lo había abandonado, y debía también compartir tiempo con ella, ahora que Manuel formaba también parte de su vida.

—¿Còmo va el trabajo? —preguntò Miguel, mientras se acomodaba en el sofà, cambiando de canal, y percatándose de que, en todos los canales, se hablaba sobre el mismo tema de Rigoberto.

—Bien, va bien —contestò Manuel, llenando unas fichas clìnicas desde su escritorio—, hoy salgo un poco màs temprano; tengo una reunión al final de la jornada, pero me irè antes a casa.

Miguel hizo un puchero.

—Oye... ¿Y mañana sì tienes libre? —preguntò, en un tono medio meloso—. Digo, para que te quedes aquí hoy...

Manuel sonrió tras la línea.

—Mañana tengo libre —confirmó—. ¿Me voy a dormir al apartamento?

Miguel sonriò, y dio un pequeño salto en el sofà, asustando a Eva.

—¡Sì!

Manuel comenzó a reir.

—Està bien. Hoy dormirè contigo.

Conversaron por un par de minutos màs, cuando entonces, Manuel se despidió, diciendo que era hora de atender a su siguiente paciente.

Miguel lo comprendiò, y entonces, cortò la llamada.

Tras ello, Eva notò un brillo de emoción en los ojos de Miguel.

Y supuso lo que ahora pasaría.

Y Miguel pegó un grito de emoción.

—¡Eva, huevona! —le dijo a su gata, tomándola y abrazándola con fuerza—. ¡Es la primera vez que, desde que somos novios, Manuel se quedará acá en el apartamento! ¡Qué emoción!

Miguel se alzó, y prendió música en el equipo. Comenzó a sonar música romántica.

Allí, entonces comenzó a sonar ''Por debajo de la mesa'', de Luis Miguel.

Y comenzó a tararear, sumamente alegre. Porque cada letra y nota de dicha canción, le recordaban a Manuel.

Y una sonrisa le ampliò los labios. Comenzò a cantar.

—Y es que no sabes lo que tù me haces sentir, si tù pudieras un minuto estar en mì, tal vez te fundirías, en esta hoguera de mi sangre, y vivirías aquí, y yo abrazado a ti~

Entre el Callao y Miraflores | PECHI2PWhere stories live. Discover now