Perfecta Marioneta

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Aquella mañana, llegó a su consulta una hora antes. La noche anterior, había despertado horas antes del alba, pues su sueño, por causa del insomnio, ahora estaba desordenado.

Y bueno, ese día, al parecer, era mejor adelantarse, y llegar antes al trabajo, pues desde gerencia, ya le habían llamado la atención por sus atrasos anteriores.

Tomó una taza de café, y comió una medialuna. Se sentó en su escritorio, a esperas de que los primeros pacientes, llegasen a sus horas médicas.

Suspiró con pesar, se acomodó los anteojos, y se echó en su escritorio, con expresión cansada, y amargada.

Sacó su celular; comenzó a revisar su inicio de Facebook, buscando material, que pudiese a lo menos levantarle el ánimo.

Como siempre; se sentía desanimado, desde aquella noche; veintiocho de julio.

—Hasta las weás que aparecen en Facebook, me parecen fomes ahora... —suspiró, bebiendo un sorbo de café, y torciendo los labios. Se quedó pensativo por un instante—. Me he vuelto más amargado que la chucha...

Sí; tenía razón. Él ya lo había notado, y todos a su alrededor, también.

Manuel se había vuelto un amargado de mierda, o, como se diría en Chile: ''un amargado culiao''.

Antes, al llegar al trabajo, solía saludar a todos sus colegas. Siempre tenía una sonrisa para brindar, y con sus pacientes, solía ser muy cálido, y hasta tierno. Por aquella misma razón, Manuel era famosillo entre las funcionarias mujeres; todas ellas, encontraban a Manuel no solo un hombre muy guapo, sino que también, muy tierno; pero...

¿Y ahora? Ahora él, solo llegaba a la clínica, y se encerraba en su despacho. No tenía ganas de lidiar con absolutamente nadie, y ni siquiera, pasaba a saludar a Martín a su consulta.

Rechazaba invitaciones a comer por parte de sus colegas, cortaba las llamadas, y se encerraba a llorar —pensando en Miguel—, o a maldecir el mundo.

Manuel había perdido su calidez. Ahora era más frío que un témpano, y un ''viejo choto'', como le había dicho Martín hace unas horas, cuando enojado, le cortó una llamada.

Manuel estaba cansado. No podía evitar actuar de esa forma. Estaba cansado de ser el típico hombre emocional, tierno, y del que todos, se burlaban. ¡Y claro! ¡Porque todos se burlaban de él! Si hasta Miguel, se burló de él, en su cara...

Algo que Manuel, jamás olvidaría. Guardaba rencor por ello.

—¿Qué chucha es esto? —dijo en voz baja, cuando, por Facebook, le apareció una curiosa publicación en su inicio.

La publicación era una imagen, y decía:

''Pasos para superar una ruptura amorosa:

1. Borra todas las fotos, y evidencias, de esa persona. Ojos que no ven, corazón que no siente''

Al leer aquello, Manuel torció los labios. En su celular, él aún conservaba las fotos con Miguel, pero ahora, las tenía en una carpeta aislada.

Claro, ahora era momento, de cortar definitivamente el lazo. Manuel tomó aire, y en un acto impulsivo, y de valentía, seleccionó la carpeta de su celular, y la borró entera.

No se sintió bien.

De inmediato, abrió el navegador en su celular, y escribió: ''como recuperar fotos borradas en el celular''. Descargó una aplicación para ello, y mientras esperaba se descargase, volvió a la publicación de Facebook; siguió leyendo.

''Paso 2: llorar muchísimo. No contengas tus emociones. Llora, y llora. Una ruptura duele, y debes validar tus emociones.''

Okay; eso ya lo había hecho. Tenía los putos ojos irritados todo el día, de tanto pensar, y llorar por Miguel. Manuel, ya no sabía cuál era realmente el color de sus ojos; si eran de color esmeralda, o rojos. Ya parecía una rata de laboratorio, de esas que tienen los ojos rojos.

Entre el Callao y Miraflores | PECHI2PWhere stories live. Discover now