Cuando el día siguiente llegó, Manuel se levantó con los mejores ánimos. Buscó en su lista de reproducción, música alegre, y a todo volumen, se dedicó a escuchar, con la mejor energía posible.
Ya no iba a dejar que la tristeza lo consumiera. Estaba ahí, vivo, y orgulloso. Debía seguir; porque la vida seguía.
Con Miguel, o sin Miguel, la vida seguía...
El día para él, pasó rápido en la clínica. Cuando llegó, saludó a todos sus colegas, aunque con sonrisas que, a leguas, se veían un tanto forzadas.
Pero bueno... al menos, hacía el intento de estar feliz.
Su turno duró hasta el mediodía. Al termino de este, salió junto a Martín, y almorzaron juntos.
Su cabeza se mantuvo ocupada todo el día, hasta que entonces, al anochecer, Manuel se puso manos a la obra.
Era la gran noche; su gran noche de soltería.
—¿Me rasuraré, o no? —se preguntó, saliendo de la ducha, con la toalla amarrada en la cintura. Se observó en el espejo, y se acarició la barbilla.
Sonrió despacio.
—Me veo guapo con barba... —se dijo a sí mismo—. Pero... me voy a perfilar la barbilla. Sí, eso haré...
Tomó una navaja, y con cuidado, comenzó a perfilarse por el mentón. Recortó su barba, y el vello, quedó corto, a ras de piel. Su rostro se vio mucho más perfilado, y el mentón, más prominente.
Se vio muy varonil.
—Ahí sí po, Manuel... —sonrió al espejo, con aura seductora—. Ya, campeón... es hora de amarte a ti mismo. ¿Eres guapo? Exquisito, papi...; es momento de tener carácter. Por algo, Diosito te hizo tan lindo; sácale partido.
Se observó más de cerca, y en el espejo, se perfiló el corte en su ceja izquierda. Sonrió.
—Ahí sí po... bien flaite, Manuel. Voh' erí de Puente Alto po. Te vai' a ver terrible rico, para las mijitas ricas peruanas...
Comenzó a cagarse de la risa, de las mismas cosas que él decía. Se sentía extraño.
Caminó hacia su habitación, y tomó asiento en los pies de su cama. Se arrancó la toalla, y quedó desnudo. Comenzó a secarse.
Y, mientras se secaba el cuerpo, la mente comenzó a divagarle.
''Jamás... jamás... nadie te amará como yo. Ni Luciano, ni nadie... nadie te amará de esta forma, de esta manera, en que yo me derrito por ti...''
De golpe, a su mente, el rostro, y las palabras de Miguel, se hicieron presentes.
Manuel contrajo las pupilas, y se quedó quieto.
Sintió un fuerte dolor en el pecho. Estaba arrepintiéndose, de salir aquella noche.
Pensaba en Miguel...
En su Miguel...
—N-no, no... —se dijo a sí mismo, tomando la toalla, y con rabia, lanzándola hacia la pared—. ¡Para tu weá, Manuel culiao! ¡Déjate de pensar en Miguel, weón!
Se gritó a sí mismo, cerrando los ojos.
—¡Mientras voh' pensai en Miguel, ese weón se está revolcando con Antonio! ¡Él está bien sin ti! ¡Está bien! ¡Es momento de que ahora tú, la pases bien sin él!
Se paró de golpe, y caminó a su ropero. Se detuvo frente al espejo, y estando desnudo, se observó.
—Puta, el medio guacho, weón... —se observó la parte delantera, y luego, la parte trasera. Se observó también sus tatuajes—. Lo que se perdió Miguel, por andarse culiando a un viejo culiao terrible de feo...
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Entre el Callao y Miraflores | PECHI2P
FanfictionPerùxChile 2p/ Latin hetalia. En uno de los distritos màs distinguidos de la ciudad de Lima (Miraflores), Miguel, un joven peruano y pituco, acostumbrado a la buena vida, a la comida cara y el buen vestir, conocerà en un evento desafortunado, a Ma...