—A veces me dan punzadas en este seno, y en ocasiones las siento un poco hinchadas —dijo la mujer, con el rostro muy acalorado y sonrojado.
Y teniendo a Manuel tocándole los pechos.
—¿Ha sentido fiebre en la zona? —preguntò Manuel, palpando con toques pausados y profundos, los senos a la paciente, que estaba sentada en la camilla de su consulta.
La mujer, que experimentaba una fusión de vergüenza y emoción al ser tocada por el doctor, se mordió los labios y retuvo una carcajada en la garganta.
—El otro dìa dijiste que te sentiste fiebre, recuerda —dijo otra mujer a su lado, que estaba sentada cerca al escritorio del doctor, observándola.
Hubo una mirada cómplice entre ambas, y sonrieron avergonzadas. Parecían ser amigas cercanas.
—Ah, sì; claro —respondió la paciente, tapándose el rostro, mientras que el doctor seguía palpando los senos.
Hubo un silencio incòmodo entre ambas, y Manuel no se percató de ello.
Èl, estaba demasiado inmerso en revisar a la paciente, haciendo tocaciones en la zona, intentando captar un bulto que diera indicios de alguna otra patología, que requiriera de alguna solicitud de examen médico al laboratorio de la clínica.
Mientras que Manuel cumplía con su labor médica con gran profesionalismo, el par de amigas se reìan entre ellas —en silencio—, y se observaban con cierto éxtasis, al ver a Manuel tan de cerca que, por cierto, era un tanto popular entre las pacientes mujeres, por su atractivo físico.
—No hay bulto en la zona —dijo, palpando por una última vez, cerciorándose de la ausencia de estos—. No, no los hay —concluyò, alejando sus manos de los senos de la mujer, y sacándose los guantes de las manos. Caminò en dirección al tacho de basura, y allí los tirò. Del bolsillo de su bata, sacò sus lentes òpticos, y los posò en el puente de su nariz.
La paciente, que aùn tenía los pechos al aire, observó a Manuel con una sonrisa leve en el rostro.
Y Manuel, se descolocò.
—Eh... ya la revisè —dijo, un tanto extrañado—. Puede... taparse. Ahora solo le harè unas preguntas.
—Uy, sì —dijo ella, posando los dedos en sus labios—. Què descuidada, disculpe.
Su amiga, que estaba sentada cerca del escritorio, rio entre dientes.
—Segùn la ficha clínica, usted tiene... treinta y ocho años —dijo Manuel, cogiendo unos papeles, y leyéndolos—. Dígame que otras dolencias ha sentido en la zona de las mamas, por favor.
La mujer pensó por unos instantes, y luego dijo:
—Punzadas, y un poco hinchadas. Solo un dìa sentí fiebre. Otros días he sentido algunos... bochornos, y un tanto mareada.
Manuel asintió en silencio, y se posó una mano en la barbilla.
—¿Endurecimiento en los pezones? ¿Ardor en los pezones? ¿Ha secretado sangre del pezòn?
Al oìr la palabra ''pezones'', ambas rieron, y se sonrojaron. Manuel alzò una ceja, incrèdulo.
¿Por què la gente al oìr palabras del cuerpo humano, se avergonzaba?
Quizà era natural dicha reacción en el común de las personas, pero èl, como médico, no lo comprendía.
—No, nada de eso —dijo ella, retomando su compostura.
Manuel asintió, y caminó hacia su escritorio. Tomó asiento, y comenzó a escribir.
—Tome asiento, por favor —indicó a la paciente, que se bajò de la camilla, y caminò hacia el escritorio—. Usted tiene mastalgia; nada grave, asì que no se preocupe —dijo Manuel, escribiendo con cierta lentitud pues, desde el reclamo de Miguel, en donde le decía que escribía horrible, intentò hacer su letra màs legible—. Usted está iniciando el proceso de la menopausia, asì que las hormonas están haciendo lo suyo. La mastalgia, que son las molestias en los senos, se debe a la inestabilidad hormonal que está presentando su cuerpo. La hinchazón, y en ocasiones, el dolor, son normales en este proceso. No puedo detener dicho proceso, porque es natural que esté ocurriendo, pero si puedo menguar sus molestias.
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Entre el Callao y Miraflores | PECHI2P
FanfictionPerùxChile 2p/ Latin hetalia. En uno de los distritos màs distinguidos de la ciudad de Lima (Miraflores), Miguel, un joven peruano y pituco, acostumbrado a la buena vida, a la comida cara y el buen vestir, conocerà en un evento desafortunado, a Ma...