Contexto

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THEBE GRIFFIN

Mi mal pulso no era algo que me ayudase a quitar los cristales de mis rodillas, ¿cómo se habían clavado tanto en tan poco tiempo?
La fiesta había terminado hacía más o menos treinta minutos, mas los diez que tardó en echar de la casa a la pareja que, por motivos "biológicos necesarios" , no se enteraron de que esa fiesta express continuaría en casa de los Hidalgo.

-Ay... joder... -bufé al sacar el último cristal de mi rodilla, procediendo a echarle un poco de agua oxigenada y, posteriormente, tapar las heridas con gasas.

Estás hecha un cristo, Thebe...

Salí del cuarto de baño con el miedo atado en la garganta, no era consciente de lo que me iba a encontrar fuera.

Por los calzones de superman... de esta no me libra nadie.

La casa estaba destrozada, latas de cerveza esparcidas por el suelo, restos de comida sobre las alfombras, mesas y demás muebles, figuritas de barro de mamá rotas en pedazos, botellas de alcohol vacías en el suelo, prendas de ropa de procedencia desconocida colgada en las lámparas del salón.
El telescopio en la azotea totalmente destrozado.
Las ganas de llorar volvieron a mi y esa vez no me reprimí, lloré más que cuando estaba a solas con Apolo, lloré como un bebé, como un niño al que le quitaban un caramelo.
Porque eso era, una niña a la que le habían arrebatado su último caramelo, un caramelo que le había dado su padre con todo el cariño del mundo y ahora estaba destrozado en el suelo de la azotea por culpa de cuatro payasos.

El teléfono no dejaba de vibrar en mi bolsillo, sabía que era Raquel, llevaba desde que se había ido mandando mensajes de disculpa, después de darse cuenta de que, por mucho que llamara, no le iba a coger el teléfono.
Aparté de un manotazo las bolsas de patatas fritas del sofá para poder tumbarme, la cabeza me retumbaba y sentía un agudo dolor en la rodilla vendada.

Mamá y papá me van a matar...

Eso era todo lo que pasaba por mi cabeza antes de quedarme profundamente dormida entre latas de cerveza vacías.
Lo que me despertó de ese apacible sueño no fue el despertador, ni el sonido de la puerta, sino el intenso sol que entraba por las ventanas.
Un fuerte mareo se apoderó de mi cuerpo cuando me incorporé, ¿qué hora era? Tanteé el sofá en busca de mi teléfono, al encontrarlo lo encendí, sorprendiéndome de la cantidad de notificaciones que tenía.

Más de nueve mensajes de Raquel pidiendo que la perdonase y que la llamara cuando pudiera, un par de mi padre diciendo que llegarían para la cena y un mensaje de Apolo del todo indescifrable, como si se hubiera sentado en el teléfono y mandado el mensaje por error.

-¿¡Las once de la mañana!? -el mareo se esfumó y las ganas de vomitar igual. Tenía que recoger todo aquello y buscar una excusa para el telescopio, pegarlo con superglue no era una opción. Me levanté del sofá como una exhalación, comenzando a recoger la basura esparcida por el suelo tirándolo en una gran bolsa. La desesperación me invadió cuando llevaba veinte minutos recogiendo y aquello no daba resultado.

Tengo la opción comprar un billete de avión a Orlando, allí no me van a encontrar... ¿o tal vez Argentina?

El sonido del timbre hizo que mi corazón diese tal bote que casi sale por mi boca. No,no,no,no. Mis padres no podían haber llegado ya, apenas eran las once y media de la mañana, me habían dicho que llegarían tarde, no quiero, no quiero, no quiero abrir la puerta. La persona al otro lado de la puerta insistía.

Venga, Thebe, ¿qué eres?¿leona o huevona?
Huevona, sin duda, huevona

A paso lento me acerqué hacia la puerta, las piernas me temblaban y el corazón me latía en la garganta. Me puse de puntillas para poder ver por la mirilla de la puerta a la persona que tan insistentemente tocaba el timbre. Alcancé a ver una gorra azul puesta hacia atrás y unas gafas sobre el rostro de un chico que miraba el teléfono.
Yoshi.
Suspiré aliviada abriendo la puerta, Yoshi guardó el teléfono en su bolsillo, levantando los brazos al aire.

𝗧𝗵𝗲𝗯𝗲 || Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora