𝗧𝗵𝗲𝗯𝗲 || Apolo Hidalgo

El Abuelo Hidalgo

THEBBE GRIFFIN

Sentía que el despacho se hacía más pequeño por momentos, nadie había dicho nada desde que el anciano y yo nos presentamos.
Notaba su mirada sobre mi, analizándome, ¿es que tenía rayos x en los ojos?

-Apolo, hijo, déjanos solos un momento.

¿Qué?

-Esta bien, abuelo. -Apolo abandonó el despacho tras dedicarme una última sonrisa tranquilizadora. No me sirvió de mucho, estaba atacada, a pesar de la afable sonrisa que tenía el anciano, su aspecto era serio, al igual que Artemis imponía con su sola presencia. Por un momento me dio la sensación de que se reiría de mi en cuanto le contase lo que me sucedía.

-Apolo me dijo que necesitabas los consejos de un viejo como yo. -comenzó a hablar el anciano.

Apolo, ¿qué mierdas le has contado a tu abuelo?

-Señor, yo nunca utilicé esa palabra y... y esto me pilló por sorpresa y... no sabía que lo de venir iba en serio. -la risa del abuelo Hidalgo hizo que me callase de golpe.

-Tranquila, hija, ya sé que no fue exactamente así. -había algo en su voz que me relajaba.- Apolo me ha dicho que necesitas saber hacia dónde conducir tu vida.

-Más o menos... -me hizo un gesto con la mano para que continuase hablando, yo por alguna razón le hice caso.- es que mis padres se van a divorciar... y han dicho que elija con quién vivir.

-Y tú tienes miedo de hacerles daño. -asentí.

-Mamá se muda a Wyoming, justo el lugar donde está la universidad de mis sueños. -suspiré- papá se queda aquí... donde están todos mis amigos, mi instituto...

-Thebe, en casos así yo te diría que escogieses a tu padre. -la sinceridad y lo directo que hablaba aquel hombre me abrumaba.

-Señor, quiero mucho a mi padre, pero también quiero a mi madre, aunque no tengamos una relación buena. -suspiré- No quiero que piense que la odio.

-Una persona con la cabeza completamente amueblada se daría cuenta que, por una vez, estás mirando por tu bien y se sentiría orgullosa de ello, de tener una hija sincera, previsora y, sobre todo, que acepta lo que siente.

-¿Perdone? -Eso último me había descolocado por completo- ¿a qué se refiere?

-Thebe, sabes perfectamente la opción que quieres. Deseas quedarte aquí, con tu padre, con tus amigos en tu nuevo instituto, acabas de acostumbrarte a una nueva vida que ahora te quieren cambiar por segunda vez en menos de un año. -bajé la mirada a mis zapatos, que de pronto parecieron lo más interesante del mundo.- no te avergüences de lo que sientes, no trates de ocultar tus emociones, no quieres dañar a tu madre, pero ambos sabemos que la opción más sensata es quedarte en Carolina del Norte. -se quedó callado durante unos segundos- si descuidas tu presente enfocándote en el futuro, te pasarás el resto de tu vida pensando en el qué habría pasado si me hubiera quedado... y eso impedirá que tu futuro sea pleno.

Me detuve a pensarlo, tenía razón, me daba tanto miedo hacer daño a mis padres que había dejado de pensar en mi. A veces es bueno un poco de egoísmo y alguien que te abra los ojos para darte cuenta de que lo que estás haciendo es anteponer los sentimientos de los demás a los tuyos propios dañándote en el proceso.

-Tiene... tiene razón. -dije al cabo de unos minutos meditándolo.

-Claro que la tengo, hija, muchos años de experiencia. -el anciano suspiró, colocándose correctamente las solapas del traje.- voy a contarte algo. -me hizo un gesto para que me acercase a él, al cual obedecí.- ahora mismo Apolo está escuchando tras la puerta.