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APOLO HIDALGO

El imponente sol de Grecia quemaba la piel y calentaba el agua de las numerosas piscinas del resort.
Ares estaba sentado en una tumbona frente a la piscina, junto al abuelo y Claudia. Artemis creo que estaba justo al otro lado, pero no estaba seguro, hacía días que se acercaba a hablarme lo justo, creo que aún me tiene algo de rencor...
Yo nadaba en la piscina, disfrutando del agua. Siempre me había gustado mucho la sensación de ligereza que te aporta estar sumergido, desde bien pequeño uno de mis hobbies favoritos fue nadar.

Lo único que no me gustaba en ese momento de estar en el agua, era que no tenía el teléfono. Había escrito a Thebe cuando llegó la media noche allí y nada.
No hubo respuesta.

Eso me tiene totalmente desconcentrado.

Sí que es cierto que desde que sucedió lo de Halloween no nos hemos visto mucho, tampoco hablamos de lo sucedido. Me parecía muy violento hablar del tema el día después de que sucediera, y como ella no se comportó de forma extraña conmigo... Lo dejé pasar, por mucho que quisiera decirle todo lo que disfruté con ella entre mis brazos.
Cabía la posibilidad de que ella siguiese dormida, allí aún era pronto. Pero no podía evitar estar inquieto, ¿y si estaba enfadada?¿Y si no quería hablar conmigo?¿Y si se había sentido presionada por ese "Te quiero"? Igual estaba yendo muy rápido.

Emergí del agua, encontrándome de lleno con el rostro de Ares. Sacudí la cabeza para quitar el exceso de agua.

-Tu móvil va a explotar -fruncí el ceño confuso.

-¿Mi móvil?

-¿Desde cuándo eres tan activo en Facebook? -suspiré, por un momento pensé que Thebe me había respondido.

-No lo soy -hice fuerza con los brazos en el bordillo para poder sentarme en la orilla. Sequé mis manos con la toalla y tomé mi teléfono. Ares se quedó a mi lado. Entré en la aplicación.

-Oh, mierda...

Artemis va a matarme... bueno, Ares también. Pero Artemis va a matarme.

El teléfono de Ares también empezó a sonar, las notificaciones nos bombardeaban. Artemis apareció en mi campo de visión con su teléfono en la mano y cara de pocos amigos.

Ay, no.

-Apolo -el tono con el que lo dice es de completa indignación- ¿me explicas por qué has subido esa foto sin permiso? -Ares pasaba la mirada de uno a otro sin entender.

-¿Qué foto?

-No sabía que eso iba a pasar, sólo tengo conocidos en Facebook -expliqué con rapidez. Ares seguía sin comprender absolutamente nada.

-¿Me podéis decir qué pasa? -Artemis colocó su teléfono frente a Ares. En la pantalla de este se veía una foto en la que salíamos los tres en shorts y sin camiseta, la verdad, es que salíamos muy bien. Artemis suspiró.

-Alguien cogió la foto y la puso en una página que se llama "Chicos hermosos" -yo miraba la pantalla sorprendido, la foto se estaba haciendo realmente viral.

-Se ha vuelto viral... -murmuré- ¡Y los comentarios no paran!

-En los comentarios todas esas chicas planearon encontrarnos -dijo Artemis cortante- y lo hicieron, tengo más de dos mil solicitudes -yo también las tenía, aunque no aceptaría ninguna.

-Pero si nos vemos genial -dijo Ares tras mirar su teléfono.
El mío continuaba vibrando, dejé de prestarle atención a las notificaciones de Facebook en el momento que vi ese nombre que tanto me gustaba en la pantalla.

Thebe: 2 mensajes nuevos.

Entré en el chat rápidamente, la sonrisa de mi rostro se esfumó al ver lo que ponía en estos.

-Apolo, llámame
-Ha pasado algo

Millones de opciones de lo que podría haber pasado se arremolinaron en mi mente, ninguna era buena.
Me levanté del suelo caminando a un lado de la piscina, dejando a Ares y Artemis discutiendo sobre la foto, ya no me importaba, me importaba Thebe.

Sabía que no tendría que haberme venido a Grecia.
Sabía que tenía que quedarme con ella, joder, ¿por qué no le dije que quería pasar las Navidades con ella?

Marqué su numero, el tono que indicaba que estaba llamando me desesperaba cada vez más, un nudo se instaló en mi pecho, ejerciendo presión sobre este haciendo que por momentos mi respiración se cortase.

Buzón de voz.

Volví a llamar, el nudo en mi pecho se hacía cada vez más grande, el agobio y la angustia me consumían con rapidez.
¿Qué había pasado?¿Estaba todo bien? No, evidentemente no, el mensaje sino no tendría sentido. ¿Estaba ella bien? Esperaba con todas mis fuerzas que sí.
No hablar diariamente con una persona no quiere decir que el amor por ella disminuya.

-Venga, Thebe, coge el teléfono... -marqué por tercera vez su número, de nuevo buzón de voz- ¡Mierda!

Joder, Thebe, me estás asustando.

-Apolo, recoge tus cosas, nos vamos -Ares me lanzó la toalla con la que me estaba secando. El nerviosismo de su voz hizo que me alterase más.

-¡Estoy haciendo otra cosa! -dejé la toalla sobre la barandilla.

-¡Pues lo dejas para otro momento! -tiró de mi brazo, metiéndome dentro del hotel- ¡Nos vamos a casa!

-¿A casa? -por una vez estuve de acuerdo con mi hermano, pero esas ganas repentinas de irse me hicieron ponerme alerta- ¿qué pasó?

-Raquel dijo que pasó algo, no me coge el teléfono, nos vamos -Raquel. El miedo creció en mi, las posibilidades de que fuese Thebe la implicada en ese repentino, y seguramente malo, suceso aumentaban.

-Thebe no me coge el teléfono -Ares me miró, su mirada reflejaba exactamente lo mismo que la mía.
Miedo.

-Vámonos ya, no puedo quedarme aquí un segundo más. -ni maletas, ni explicaciones, ni nada. En menos de tres horas ya estábamos volando de vuelta a Carolina del Norte.

En el avión era incapaz de estar quieto, mi pierna subía de arriba abajo en un tic nervioso, no tenía hambre ni siquiera me entraba un mísero vaso de agua.
En ese avión me di cuenta de que no tenía paciencia, absolutamente nada de paciencia. Quería llegar, necesitaba llegar ya, asegurarme de que eso que había pasado no tenía nada que ver con ella, para ser exactos, que no era ella la perjudicada.

-Apolo, para ya -Artemis colocó una se sus manos en mi rodilla, frenando el nervioso movimiento de mi pierna- tiembla todo el avión por tu culpa.

-Perdón-gruñí. Artemis posó sus oscuros ojos sobre mi, analizándome.

-Esa chica, ¿verdad? -levanté la mirada hacia él- Thebe.

-¿Cómo...?¿Cómo lo sabes? -murmuré. Me pareció ver atisbo de una sonrisa nostálgica en su rostro.

-Yo también he hecho estupideces por amor. -abrí los ojos sorprendido, pero no dije nada al respecto. - además no creo que el libro "El Arte de la chica a la que llamaban Estrella" sea para ti, no es de la clase de libros que crees. -el color rojo se extendió por mis mejillas.

-Si le pasa algo me muero, Artemis.

-Apolo, tienes 15 años, no digas tonterías.

Pero con 15 años estoy cogiendo un avión para estar con ella por culpa de un par de mensajes.

𝗧𝗵𝗲𝗯𝗲 || Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora