Prólogo

19.7K 694 698
                                    

El traqueteo de la furgoneta me tenía loca.
Llevaba ya más de tres horas subida en ese trasto cochambroso del año tres antes de Cristo.
La vieja Volkswagen T1 azul avanzaba por la carretera a marchas forzadas. Hacía ya mucho tiempo que dejé de insistir a papá para que comprase otro coche, le tenía un cariño especial a esa vieja furgoneta hippie de color azul, decía que le recordaba a sus pasados años de instituto.

-¿Falta mucho? -pregunté con la cabeza pegada en el rayado cristal de la ventanilla. Mi madre, con ojos adormilados, me dedicó una mirada desde la parte delantera.

-Habríamos llegado hace media hora si tu padre no se hubiera empeñado en ir por el camino largo - a mamá nunca le gustaron los largos viajes en coche, era por eso que yo no quería hacer comentarios sobre mi incomodidad y las ganas que tenía de salir. Esperaba que papá hiciera lo mismo y no le llevase la contraria al monstruo que se apoderaba de ella cuando estaba enfadada.

-¡Os he llevado por el camino largo para que vieseis la maravillosa ciudad a la que nos mudamos! -el entusiasmo en la voz de papá pareció calmar a la bestia.

-Sí, sí, ¿pero cuándo llegamos? Estoy cansada de estar aquí... -insistí. La mirada asesina que me dedicó mi madre por el espejo hizo que me hundiese en el asiento, dejando de preguntar en el acto.

-Ya no tardamos mucho - los ojos azules de mi padre se achinaron en una sonrisa entusiasmada, lo que me hizo sonreír a mi también.

Dicho y hecho, en menos de cinco minutos estábamos ante nuestra nueva casa.
Mi boca se abrió en una mueca de sorpresa, formando una perfecta O.
Únicamente había visto la casa en fotos, pero sin duda era muchísimo más impresionante de lo que me imaginé.

-La leche... -murmuré saliendo del coche, acercándome unos pasos más a la casa.
Diría que es una casa sencilla y humilde, pero sería una vil mentira.
Eso más que una casa era una mansión. Las brillantes paredes eran de ladrillo blanco, salvo uno de los laterales que estaba cubierto por una enorme cristalera.
Pobre del que tenga que limpiar ese cristal.
La casa tenía dos pisos de altura y, sobre el tejado, una pequeña explanada con un par de tumbonas donde tomar el sol. Lo único que podía resultar extraño de tener esa enorme explanada en el tejado, era el gigantesco telescopio apuntando al cielo que había entre ambas tumbonas.
El jardín también era grande, con un césped verde de aspecto suave en el que te daban ganas de revolcarte. Como joya de la corona, una enorme piscina de cristalina agua azul, a la derecha de la casa, esperaba ansiosa que alguien se bañase.

-Me gusta -desvíe la mirada hacia mi madre, quien miraba la casa con una brillante sonrisa en el rostro.
Su largo cabello castaño recogido en una coleta volaba con el viento mañanero, sus grandes ojos también castaños estaban enmarcados con unas bonitas gafas de sol Ray-Ban.
Para sus recientes cuarenta años, estaba estupenda, tan estupenda que mis antiguos compañeros de clase pensaban que era mi hermana, tanto por su notable belleza, como por su cuerpo esbelto.
Pues claro que le gustaba la casa, era totalmente de su estilo.

No es que me llevase mal con mi madre, simplemente vivíamos en mundos completamente distintos.
Ella, la gran Katie Griffin, vivía en un mundo basado en las apariencias, uno que se alimentaba de la sed de grandeza de las personas y de asquerosos batidos de proteínas.
Mientras que yo, la simple mortal Thebe Griffin, vivía en un mundo adolescente en el que mis mayores preocupaciones eran el último curso de instituto y no morir virgen.

-¡Dos pisos con toda comodidad! ¡Y lo mejor es que tiene telescopio! -exclamó mi padre, colocándose a mi lado.
Elnath Griffin, sin lugar a dudas, el mejor padre que se puede tener.
Desde niña siempre quise más a papá, me gusta pensar que me parezco a él. No solo en su brillante cabello rubio y ojos exageradamente azules, sino también en la pasión por las estrellas y el espacio.
Así es, puedo presumir de que tengo un padre astrónomo, y uno de los mejores que hay según muchos artículos publicados por la NASA.

𝗧𝗵𝗲𝗯𝗲 || Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora