3. Se acabó

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Al llamar a la puerta de casa, me abre Concha, la sirvienta. Entro y dejo las llaves de mi coche en el hall junto a una foto mía graduada. Me dirijo al salón donde veo, como no, a mi madre leyendo revistas de moda y cotilleo de famosos.

- Hola señora.- me descalzo y me tiro al sofá.

- Marlena hija, esas no son maneras...- dice poniendo los ojos en blanco.

- ¿Papá te ha contado lo de Roma?- digo entusiasmada.

- Si, enhorabuena hija.- me dedica una leve sonrisa y vuelve a leer.

¿Y ya está? Ella sabe que uno de mis sueños era liderar la empresa, y más si era en otro país. Gruño y me levanto a la cocina. Paso por las escaleras y veo un cuadro enorme, de una foto de familia de hace ¿10 años? Mamá y sus horteradas. Llego al frigorífico y hago un mohín al ver lo que hay. Verde, verde, y cosas marrones.

- ¿Le hago un arroz 3 delicias?- Concha saca un cazo.

- Si eres tan amable...- digo haciendo pucheros.

- Como no se lo voy a hacer a mi niña preferida...- me acerco y le doy un beso.

Concha estuvo conmigo desde que tengo uso de razón, ayudándome y dándome de comer todo lo que se me antojaba. Cuando termina me da el plato y me dirijo al salón donde me espera mi madre.

- ¿Mario también irá a Roma?- me dice cerrando su revista.

- No lo he hablado con él.- digo engullendo el arroz.- Creo que voy a terminar con él.

- Marlena Fernández Ruiz- dice muy seria quitándose sus gafas estilo gato.- Ni se te ocurra hacer tal idiotez.

- No es ninguna idiotez, es que él y yo no estamos bien, y pues así hacemos vida nueva.

- ¿No le quieres?- dramatiquea mi madre.

- Bueno...- digo mientras rebaño el plato. Mi madre suelta un grito. No le quiero. Bueno si, pero no como se debe querer a tu pareja.- Voy a ir a hablar con él.

Antes de que mi madre hable, salgo con tacón en mano al coche, con el que me dirijo a la empresa. Entro y sin que mis hermanos o padre me vean, me cuelo en el despacho de Mario.

- Lenita, hola.- dice despegando la vista del ordenador.

- Hola Mario.- me siento.- Me voy a Roma, quieras o no quieras. He luchado mucho por esto, y que quieres que te diga, es un orgullo que mi padre me haya elegido antes que mis hermanos.- creo que lo he dicho muy a la ligera, ¿no?

- Marlena, ¿y lo nuestro que?- se apoya en la mesa.- Tu padre no me deja trasladarme, y yo te quiero aquí conmigo.

- Y yo a ti, pero es el trabajo de mis sueños...

- ¿Antepones el trabajo a lo nuestro?- asiento-Joder Marlena...

- A ver...Eso significa que ya...- digo con la bocapequeña.

- Me ha quedado claro joder, lo he entendido.-entierra la cara en sus manos.- Pues que sepas que te vas a quedar más sola quela una. Ni pareja, ni amigos, ni familia. TU SOLA. Roma está lejos, muy lejos.Y espero que no seas capaz de rehacer tu vida...

- ¡A mi no me hables asi gilipollas! ¡Hago lo queme salga del reverendo!- digo levantándome. Me dirijo a la puerta y antes desalir me giro y le hago un corte de mangas.- Que te den.

Salgo corriendo como puedo y me voy a miapartamento. Busco mi maleta y empiezo a meter ropa, sábanas, zapatos... Yacompraré allí. Me sirvo una copa de vino (a las 18.00pm, si) y me siento en elsofá con Peluso en las pantorrillas. Como me aburro con mis pensamientos,decido darme un baño antes de dirigirme al bar de copas. Tras un baño largo de'no me lo creo', que he hecho con mi vida, y que sola voy a estar, me salgo yme visto. Me decanto por un vestido largo negro con abertura de A en pierna, yel pelo suelto al natural. Un maquillaje sencillo y labios rojos como siempre.Me reúno en 10 minutos con mis amigos en el interior del bar cada uno con unaRadler en mano, y en el centro unas patatas bravas y unos calamares fritos.

- Tía, ¡que suerte coño!- dice Bea.

- Los italianos dicen que la tienen grande...- seríe Carlos.

- Acaba de romper con Mario chicas, dejadla ahorade puterío.- dice Lorena mientras me sujeta la mano.

- Que dices, ahora esta libre en Roma, y puedefollarse a quien quiera.- dice entre risas Martina.

- Ni que fuera una zorra.- digo con los ojos enblanco.

Carraspean y empezamos a reírnos. Nos tomamos unmargarita cada uno, y volvemos a casa ya que mañana yo despegaba a Roma.

Lo que se llevó el mar (1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora