EPÍLOGO MARLENA

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Han pasado unos meses ya de que me vine de Roma. Por mucho que busco, encontrar trabajo de mi carrera se está resistiendo. Bea me dice que es que España en crisis es horrorosa, y ya lo veo. Paso de pedir dinero a mis padres, no les hablo. Así que me vi en la cruda realidad, de empezar a trabajar en una cafetería.

-Marlena la pijita de camarera.- se reían mis amigos cuando se lo dije.

- Que os jodan.- dije mientras les servía sus cafés.

- Está bien que quieras ir independiente de tus padres Marlena.- dice Lorena con su perfecta sonrisa.

- Gracias Lore.- le dije abrazando la bandeja de hojalata.- Los demás sois unas ratas.

Me alejé de ellos entre risas y quejidos. No era pobre, ni mucho menos, lo que pasa es que me compré un coche de gama media y subsistía con lo que gané al vender el BMW de Roma, y lo que me daban del alquiler de aquel apartamento. Mi madre se enteró de que estaba aquí, e hizo que me quitaran la cuenta que (por error mío, fui gilipollas en ese momento) estaba a su nombre. Tenía que ayudar a las mellizas con los gastos, y las compras, por lo que lo que me quedaba para mí era una porquería. Salgo de mi turno y me monto en mi coche para ir hasta el apartamento. Nada más entrar, el olor a incienso penetra mis fosas nasales. Bea haciendo yoga en mitad del salón me saluda como puede.

-Namaste Marlena.- está bocabajo con las piernas cruzadas y los brazos enredados. Martina aparece a mi lado y se ríe.

- Las profesoras de inglés, tan bohemias y chaladas.- me río ante su comentario y Bea se cae.

- ¡Oye!- se levanta y se pone frente a mí.- Lo que no quiero es que ahora te dejes eh. Eres una chica preciosa, y no te puedes echar a perder.

- Además, ¿no dijiste que ibas a empezar de nuevo? Hazlo también en el amor.- dice Martina cogiendo sus Cheetos de queso.

- Prueba en Tinder.- dice Bea deshaciéndose el moño que tenía en lo alto de su cabeza.

- O Meetic.- le sigue Martina con la boca llena.

- Nada de eso funciona, mira a Bea.- esta abre los ojos como platos y coge un cojín, cuál lanza con fuerza a mi cabeza.

Empezamos a pelearnos con los cojines entre risas, y me fui a mi cuarto. Me quité el delantal del trabajo y me tiré a la cama. Miré mi móvil y me doy cuenta que sigue el fondo de pantalla con Dan. Intento sonreír pero lo único que siento es como un pellizco fuerte se me coge en el corazón. Escojo una foto con mis amigos y la reemplazo. Lo dejo sobre la mesilla y cojo la ropa para ir a la ducha.

El agua caliente, se escurre por mi piel lentamente, mojando mi pelo. Pienso en Dan. ¿Cómo estará? ¿Se acordará él de mi? ¿Lo echo de menos? Pero todos los pensamientos se me van cuando...

-¡Marlena tía que estoy sudada como una cerda!- grita Bea al otro lado.

- ¡Voy, voy!- lo que tiene vivir en casa compartida con solo un baño.

Mi nueva vida. Mi nueva página. Pero la arrancada no la tiré.

Lo que se llevó el mar (1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora