46. Vuelta a Madrid

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Cojo mis dos maletas y le echo un último vistazo al apartamento.

-Gracias Roma.- sonrío triste y salgo por la puerta.

En el portal, Vera y Bella me esperan, en el coche de esta última. Meto todo en el maletero y me siento en los asientos de atrás. Yo quería haber ido en taxi porque quería ahorrarme los disgustos como los de ahora.

-Te vamos a echar de menos...- dice Bella sonándose los mocos.

- Tenemos que hablar eh.- dice Vera limpiándose los lagrimones con la manga de su chaqueta.

- Os quiero mucho chicas. Gracias por todo.- las abrazo y voy a embarcar. Desde las escaleras mecánicas las saludo y veo como se marchan cogidas del brazo. En el asiento del avión cierro los ojos y exhalo lentamente.

Habían sido unos días moviditos, la verdad. Alquilé la casa. Vendí mi coche. Hice las maletas y compré billetes para España. Volvía a casa. Me alojaría en casa de mis amigas Bea y Martina hasta conseguir otro piso en Madrid, que estuviera en condiciones. ¿Por qué dejé Roma? Me sentía vacía allí. Sola. Con sentimientos perdidos. Para que mentir, echaba muchísimo de menos a Dan. Entonces si él se mudaba a LA, ¿por qué no me mudaba yo a Madrid para intentar rehacer mi vida de nuevo? Y eso hice. Tras más de dos horas y media de vuelo, aterricé. En la puerta del Aeropuerto de Barajas, veo a mis dos amigas moviendo los brazos con alegría. Martina va con su melenita rubia recogida en una felpa negra, un chaquetón gordo negro y unos vaqueros pitillo claro. Bea a su lado va con su trenza al lado y un jersey de punto gordo y una falda estilo bohemia larga. Cuando las tengo en frente, se abalanzan y empiezan a chillarme.

-¡Por fin estás ya aquí!- me grita Martina.

- ¡Pero que guapa por favor!- le sigue Bea.

- Lo que os echado de menos mellis...- digo con una sonrisa.

Nos montamos en el Seat León de Bea y vamos hasta su apartamento. Un piso pequeño, con salón de un sofá de cuatro plazas, una tele encima de un mueble con plantas y revistas... Un cuarto de baño, 3 habitaciones, y una cocina pequeña. Entramos y llevo las maletas hasta la habitación que me han dejado.

-Esa la utilizamos pues de...- dice Martina rascándose la cabeza.

- Cuando Lore rompe con los novios y se aloja aquí.- termina Bea en una carcajada.- ¿Quieres un café, Marli?

- Vale.- le sonrío y desparecen de mi nueva habitación. Es bastante pequeña, con una cama individual, un armario empotrado y unos estantes. Coloco mi ropa y algunas cosas en los estantes. Saco los marcos, y entre ellos, el de Dan. Paso mis dedos por la imagen y noto como se me nubla la vista. Una mano me la arrebata y gruñe.

- Así te matas a ti misma.- alzo la vista y veo a Bea.- Venga, que se enfría el café.

Nos sentamos en el sofá y cogemos cada una, una taza. Me preguntan que tal el viaje, Roma... Y aunque se crean que no me doy cuenta, evitan mencionar a Dan.

-Tengo novio.- anuncia Martina muy contenta.

- ¡Martina!- Bea le lanza una mirada a su hermana.

- No tranquilas, no pasa nada.- digo enfadada.- Tengo 25 años, sé que podéis tener pareja y yo no.

- ¿Quieres hablarlo?- me dice Bea con una mirada de soslayo.

- Aquí no.- miro de reojo a Martina y Bea asiente.

Nos abrigamos, y salimos a la calle. Nos sentamos en una cafetería y empiezo a contarle todo a Bea. Ella y Carlos eran de las únicas personas en la que realmente confiaba, así que le conté todo. Incluso lo de la oficina.

-¿Por qué nunca nos dijiste eso Marlena?- dice enfadada. Pero al verme llorar, su expresión cambio y me cogió la mano.- Vamos a salir de esta juntas, ¿vale? Quédate con nosotras lo que haga falta, eres y serás bienvenida siempre.

- Te pagaré.- digo en un sollozo. Bea me pega un manotazo y me abraza.

Esa noche no dormí. Pensaba en todo. Roma, el trabajo, Dan... Dan. Miraba sus redes sociales. La última publicación era de hace 6 horas. Él vestido con tan solo unos vaqueros desgastados y tatuándose en la zona de la V. Deslizo la imagen, y veo el tatuaje. Se me saltan las lágrimas y noto como el corazón me deja de latir. En su piel escrita en cursiva, pone 'Little Girl'. En el pie de la publicación sólo hay una frase. Pero no una cualquiera.

'Lo que se llevó el mar.'

Apagué el móvil y me obligué a intentar dormir. Al día siguiente, me puse mi jersey negro y pantalones beige, y fui a la empresa. Entré en el despacho del jefe, y dejé las carpetas sobre la mesa.

- Dejo mi puesto en la empresa. Quiero rehacer mi vida. Volar sola. Encontrar mi trabajo vocacional de verdad.- digo frente al escritorio de mi padre.

- Adelante Marlena. Pero que sepas que nada estan fácil a como te lo pusimos nosotros.- coge las carpetas y las tira a una papelera.- Le diré a tu madre que estás ya aquí.

- No hace falta.

Lo miré por última vez y salí de allí. Me encaminé por la acera despacio, con las manos en los bolsillos. Estaba viviendo en un piso compartido, no tenía trabajo, e iba a echar a volar.

Lo que se llevó el mar (1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora