Un mensaje. Un puto mensaje. Lo miro con lágrimas en los ojos.
Dan
Marlena, voy a trasladarme a LA. No voy a permitir que nadie impida mis sueños.
Me da igual que llores, quiero ser libre. Follar en fiestas sin tener remordimiento.
O a alguna fan, yo que sé. Pero que me voy. Nos veremos algún día, o no.
Noto como mi respiración es dificultosa, y apenas puedo ver con claridad por lo empañados que están mis ojos. ¿Cómo podía ser tan gilipollas? ¿Por qué hacía eso? Cojo una maleta y empiezo a meter la poca ropa que se había dejado. En ella meto su colonia y cepillo de dientes. La cierro y la dejo en la entrada.
- Si te quieres ir... Vete...- digo limpiándome las lágrimas con la sudadera.
Cojo mi móvil y lo apago. Sé que vendrían miles de llamadas después, y pasaba. Bajé a la calle con el maquillaje retocado y un moño desenfadado en lo alto. Avisé a Bella de que iba a su casa, y ella me recibió con una cálida sonrisa.
- Marlena...- me abre sus brazos y entierro mi cara en ellos. Empiezo a llorar y ella me acaricia el pelo.- Ven, te pondré un café...
Entro en el enorme salón de su casa, y veo a Vera en pijama sentada con una humeante taza. Me mira con los ojos muy abiertos y se levanta.
- ¿Qué haces aquí Marli?- su pelo dorado está recogido en una coleta alta, algo despeinada. Bella entra en el salón con dos tazas humeantes.- Yo es que sabes que vivo aquí.
Dejó el piso, y a su novia. Quería empezar una nueva vida decía ella. Así que Bella le dijo que se quedara en su habitación de invitados hasta que reuniera dinero para un buen alquiler.
-¿Qué ha pasado, eh?- me dice Bella sentándose en un sillón blanco.
- Yo... Dan... Me ha enviado un mensaje diciendo que...- apenas puedo hablar porque no paro de llorar.- Se va a LA sin importarle nada, y que follará con quien quiera.
Vera y Bella se tapan la boca, con los ojos como platos.
- Y yo creía que había cambiado...- dice Vera en un suspiro.
- Tía no te preocupes, si eso es lo que quiere, pues puerta y ale.- le sigue Bella. Va con su melena platino perfecta y una bata rosa perla.
- Pero es que... le quiero...mucho...- digo sollozando.
- Tía yo quería a Abril, pero ella quería una cosa y yo otra.- se encoge de hombros.
- Es que encima por mensaje...Diciendo cosas tan feas...- entierro la cara entre mis manos y rompo a llorar más fuerte.
- El 31 vamos a ir a romper hielos, ¿vale?- me dice Vera rodeándome con su brazo.
- Unas divas.- digo sonriendo triste.
- No.- frunce el ceño.- Perras empoderadas.
Las tres nos reímos y nos abrazamos. Nos enfrascamos en una conversación y se nos pasa la tarde volando. Vuelvo a mi casa y veo que el cerrajero que avisé había hecho su trabajo, y debajo del felpudo me había dejado la nueva llave. Él tenía la antigua. ¿Por qué lo hice? No lo sé. ¿Por qué él hizo lo del mensaje?
Me introduzco en la bañera, y a pesar de que el agua este caliente, la piel se me eriza. Su mensaje había sido rudo. De un auténtico gilipollas. Me enjabono rápido y salgo del baño. Me pongo mi conjunto lencero azul perlado y mi bata de seda blanca. Activo la calefacción y me sirvo vino. Cepillo mi pelo en frente del tocador y veo la foto. Foto que me regalo en Navidad. Los dos besándonos. Mierda. Un puntillazo se vuelve a clavar en mi corazón, lo noto. Una lágrima rueda por mi mejilla. Enciendo mi móvil, y empieza a sonar frenéticamente. Veo como el WhatsApp está a reventar con un montón de mensajes de Dan. El buzón de llamadas perdidas los duplica. Ni respondí. Ni los leí. Mi móvil empezó a sonar con el nombre de Dan en la pantalla. Le cuelgo y pongo el móvil bocabajo. Cojo la botella de vino y me la llevo al salón. Pongo la televisión y bebo a morro del caro vino. Mi móvil no para de emitir sonidos y vibrar. Me termino la botella. Y sin haber comido nada previamente.
-¿Cojo otra?- pregunto en voz alta.- Porque no.
Cojo otra de la vinoteca y vuelvo al salón contoneándome. Voy borracha, lo sé, pero me da igual. Descorcho la botella y bebo un trago de ella. Luego otro, y otro, y otro... Así hasta que cae al suelo y se hace añicos.
-Uy, que torrrrrrpee...- digo trabándome al hablar. El móvil suena y lo descuelgo. Mal Marlena, mal.- ¿Shii?- arrastro la s de manera estúpida. Borracha hasta las trancas.
- Joder Marlena por fin...- suena una voz grave y tremendamente sexy tras la línea.
- Hombreeeee...- alargo la e.- Pero si es... es el arrrtistaaa...
- Eh...¿Marlena estás borracha?
- ¿Y tú eres gilipollasssss...?- me zarandeo y caigo en el sofá.- ¿Quién te crees eh? Para hablarme así.- hablo a trompicones. Patética. – No quiero escucharte. Adiós.
- Mar...- le cuelgo.
Me sujeto la cabeza y vomito. Como la niña del exorcista. Como una fuga de agua. Después caigo en el sofá sin conocimiento apenas.
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Lo que se llevó el mar (1).
Teen FictionMarlena es una chica que vive en el centro de Madrid. A sus 25 años trabaja en la empresa familiar. Sus rutinas son básicas y aburridas, pero todo cambia gracias a un ascenso del trabajo que hace que se desplace hasta Roma. Casi que muere atropellad...