STELLA
Esperaba atenta a que Logan y Alexandra mencionaran algo, pero todo era silencio.
—Es obvio que te gusta —dice mi amiga de cabello rubio.
—Estoy de acuerdo —enuncia Logan.
—No me gusta —reclamo yo.
Era verdad, creo que es bastante pronto para que me guste. Casi no lo conozco, lo que se de él es muy mínimo, además no creo que se de algo entre él y yo.
Siento que no soy tipo, en realidad no creo ser el tipo de chica que pueda gustarle a algún chico. No soy fea eso lo sé, no tengo un cuerpo con tantas curvas, tengo lo suficiente para sentirme bien con eso y lo hago, solo que... Cuando me miro en el espejo no me veo a mí, veo a una persona diferente.
Es como si al mirarme al espejo viera a alguien que no soy yo del todo, no me reconozco cuando me pongo frente al espejo, hay días en los que me siento bonita, pero cuando me miro más tiempo en el espejo encuentro todas esas imperfecciones que quisiera borrar.
He tratado de cambiar todas esas imperfecciones, pero aún no me gusta lo que veo en el espejo y sé que, así como me percibo en el espejo es como me ven los demás, aunque digan lo contrario.
—A mi parecer te gusta, algo te preocupa ¿no es así? —pregunta Ale. Yo asiento.
Quizás leyó la expresión de mi rostro y no sé, si sentirme aliviada o preocupada porque lo haya notado.
—Logan, tendremos una pequeña conversación de chicas, te importaría —señala la puerta con la cabeza.
—Ah, si claro —expresa él y sin más sale de la habitación.
Solo estamos Ale y yo, quien parece notar los pensamientos que pasan por mi cabeza, me lee tan fácil que me es imposible esconderle algo.
—¿Qué te preocupa Stell?, ¿tienes miedo a enamorarte?
Claro que lo tenía, nunca lo había hecho. Bueno sí, pero jamás había sentido algo así, entonces podría decir que tengo miedo a enamorarme de verdad.
—Hace meses que no me reconozco en el espejo, en realidad podría llevar años, pero últimamente, es más. Cuando me veo en un espejo no me veo a mí.
Miro al espejo que se encuentra frente a mí. Observo mi cabello castaño-rubio, mis ojos a los que no le encuentro un color definido, ya que, algunos días se ven color oliva otros días color miel o avellana, así que no sé.
Mi estatura no es muy alta, mido 1.56 y a decir verdad no me quejo, me gusta mi estatura. Mis manos tienes muchos vellitos que me causan inseguridad, mi rostro no es perfecto, tiene algunas marcas de acné, no me gusta lo que veo frente a mí, me siento horrible.
—Stell mírame —ordena mi mejor amiga.
No lo hago, no se que es lo que me dirá, pero se que tendrá razón.
—Stella mírame.
Jamás me llama por mi nombre, solo cuando se enoja, así que volteo a verla. Sostiene mis manos y hace que la mire a los ojos.
—Stell, tú eres preciosa, así como eres, quizá no te sientas cómoda con tu cuerpo, pero es tuyo, nadie tiene un cuerpo perfecto, ni siquiera las modelos, todo en ti es hermoso, por fuera y por dentro.
—Pero... —me interrumpe.
—El cuerpo envejece, se acaba, en algún momento todos pareceremos pasas y cuando nuestro ciclo de vida se termine, acabaremos hechos huesos. Lo importante no es lucir "perfecta" si no, lucir el brillo que llevamos dentro y nos caracteriza a cada persona.
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La Herida Del Corazón ©
Teen FictionY cuando la vida no siempre nos da los regalos que esperamos ¿Qué podemos hacer? Stella una chica dulce, fuerte y amable ha aprendido de la peor manera que la muerte siempre está cerca de ella, para llevarse lo más preciado qué tiene, gracias a eso...