XANDER
El día de hoy mamá iba a llegar tarde y Gema salió con unos amigos, así que me encuentro solo en la casa, me gusta estar solo, pero no me gusta estar solo entre cuatro paredes. Así que opto por salir a caminar o quizás le mande mensaje a Arthur para saber si se arma algo.
Aunque no lo creo, los exámenes se acercan, todos están preocupados yo debería, pero dejo todo a la última hora, además de que, lo que veo en clase lo memorizo, así que no tengo tanto problema con eso.
Me pongo una chaqueta, porque hace demasiado frío como para salir solo con una camisa delgada.
Al salir, el viento golpea frío mi rostro, el invierno se acerca, pronto será diciembre. Camino por toda la acera, llego al café más cercano de mi casa "La herida", a mi parecer es un nombre curioso para un café, aunque muchos dicen que guarda una historia, muchas veces he tenido ganas de preguntarle a la dueña, el porque ese nombre del café, pero me da pena.
Entro y ordeno un capuchino, cuando pago me diviso alguna mesa desocupada, hay una que está al fondo, a decir verdad quería sentarme a lado del ventanal, desde ahí se ven los mejores atardeceres, pero están todas las mesas ocupadas.
Mientras camino hasta la mesa del fondo, miro por el gran ventanal, siento una mirada sobre mí, bajo la vista y me encuentro con los ojos de Itzel mirándome sorprendida.
—Itzel, que sorpresa.
—Hola, Xander —desvía la mirada—, gustas sentarte.
Itzel, señala con su mano, las sillas que estaban vacías. Me senté frente a ella, mire por la ventana a algunos carros que pasaban, regrese la mirada a Itzel, que tenía una libreta frente a ella, un bolígrafo cayo al suelo y de inmediato me agache para recogerlo.
No fui el único, porque Itzel también se agacho para recogerlo, cuando estaba por tomarlo, su mano rozo la mía, nuestras miradas se encontraron por debajo de la mesa, eran una mezcla perfecta entre miel, avellana y oliva.
No había visto ojos más lindos que los de ella.
—Lo siento —dice al mismo tiempo que recoge el bolígrafo y se endereza.
—¿Por qué lo sientes?
Se mantiene en silencio y evita mirarme a los ojos, la miro afligido, miro en dirección hacia el ventanal, el atardecer está en su punto exacto.
—El atardecer es hermoso, ¿no lo crees?
—No más que tú —digo sin pensar, mientras la miro.
Itzel se gira hacia mí y sus mejillas se sonrojan, reprime una sonrisa y una vez más evita mirarme.
—Eres tierno —habla rápido y casi en un susurro.
—¿Disculpa? —cuestiono, esperando que lo repitiera una vez más y con voz más alta.
—No, nada —se mantiene en silencio, juega con la punta de un mechón de su cabello—, ¿cómo estuvo tu día?
—Supongo que estuvo normal.
—¿Qué es normal para ti? Para todas las personas lo normal es distinto, así que me gustaría saber que es lo normal para ti.
—Pues fui a la facultad, regrese a casa comí, mi madre llamo para decir que llegaría tarde, mi prima salió con amigos, estaba en casa solo, así que decidí salir y venir aquí porque queda cerca de casa y eso es todo.
—Este lugar también queda cerca de mi casa.
—Eso es genial.
Nos miramos unos segundos, ella sonreía, sus ojos se iluminaban poco a poco, un mechón de cabello cayo por su rostro, quería apartárselo del rostro.
Xander calma tus impulsos.
—Es tarde, debo irme —se pone de pie.
—Sí, te acompaño a tu casa.
—Xander no es necesario.
—Vamos —me levanto del asiento y juntos salimos del café, afuera hace frío demasiado, hoy Itzel trae un abrigo rojo, el color le favorece, hace que su rostro se noté aún más.
Caminábamos juntos, nuestras manos casi se rozaban, pero no lo hacían, se sentía como una tortura, quería tomarla de la mano y al mismo tiempo no, quería seguir tentando a tomar su mano.
Me gusta estar con Itzel, porque cuando estoy con ella olvido todos mis problemas. Aunque no lo parezca a simple vista todos luchamos día a día con nuestros monstruos internos, muchas personas luchamos por seguir adelante, por sonreír sin sentir.
Nadie dijo que la vida sería fácil y tampoco que sería un reto.
En poco tiempo, ya estamos frente a la casa de Itzel, es de dos plantas, tiene un lindo jardín que llama por completo mi atención. Sus plantas se ven muy bien cuidadas.
—Espera aquí, voy por el saco que me prestaste la otra vez.
—Está bien —contesto.
Itzel se adentra a la casa, meto mis manos en las bolsas de mis pantalones, suspiro y pateo una pequeña piedra que está a lado de mi zapato, ya se ha oscurecido casi por completo.
Mi celular vibra, es un mensaje de Gema, me dice que llegara en media hora, me apresuro a contestar, hasta que siento una mano sobre mi hombro.
—¿Ocurre algo muchacho? —pregunta una voz gruesa, áspera.
Me quedo estático, lentamente me voy girando hasta que quedo de frente al señor que aún tiene su mano sobre mi hombro.
—Estoy esperando a alguien.
—¿A sí? ¿A quién?
Iba a contestar, pero escucho que Itzel habré la puerta principal de su casa, escucho pasos rápidos, hasta que llega junto a mí.
—Tío, te presento a Xander, es... un amigo.
—¿Solo eso? —le pregunta el señor a Itzel, que parece asesinarme con la mirada.
Ella asiente, el señor que ahora se que es su tío, suspira y comienza a alejarse, no sin antes mirarme una última vez.
Aquel señor me causo nervios, jamás me había sentido tan intimidado.
Itzel vuelve a mirarme, me mira con ternura y susurra un "lo siento", me entrega el saco y nuestras manos se rozan, siento un cosquilleo recorrerme por dentro.
Es diferente, la otra vez que bailamos, nuestras manos casi no se tocaron, además era un baile, pero ahora es diferente, fue accidental, pero me encanto.
Corto con un paso la distancia que nos separaba, estoy frente a Itzel, ella me rodea con sus pequeños brazos, yo hago lo mismo, es un abrazo cálido, sincero, significativo, su cabello huele a miel, no me resisto y beso su cabello.
Itzel levanta su rostro, sus iris encuentran los míos y beso su frente, cierra los ojos al sentir el contacto de mis labios sobre su frente. Una tormenta de sentimientos florece en mi interior y las famosas "mariposas" revolotean por todo mi cuerpo.
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IG alexaclemente26
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La Herida Del Corazón ©
Dla nastolatkówY cuando la vida no siempre nos da los regalos que esperamos ¿Qué podemos hacer? Stella una chica dulce, fuerte y amable ha aprendido de la peor manera que la muerte siempre está cerca de ella, para llevarse lo más preciado qué tiene, gracias a eso...