CAPITULO 14

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STELLA

Algunas veces me pongo a pensar en... ¿cómo sería mi vida si no hubiera ocurrido el accidente?

Ya sé, es una locura pensar en ello, porque no puedo volver el tiempo atrás, pero si existieran otras realidades, estoy segura de que, en alguna de ellas, papá no hubiera muerto, mucho menos Luca, mamá jamás nos hubiera abandonado, aunque claro es imposible saberlo.

En esa otra realidad papá estaría preparando el desayuno, mamá pondría música, Luca estaría apresurándome para bajar y lo más probable es que pelearía con Celeste, en tono de broma, porque siempre fueron así, ellos tenían una conexión que jamás podría explicar. Eran muy distintos, pero se entendían.

A veces envidiaba esa química que ellos tenían, aunque él podía ser quien era en realidad conmigo, a pesar de que era un niño; por otro lado, papá y yo éramos como uno, siempre nos entendíamos y sabía lo que me ocurría, incluso antes de que yo lo supiera.

Me termino de recoger el cabello y me miro en el espejo un poco más, hoy saldré a correr, hace mucho tiempo que no lo hago. Tengo puesto un pans deportivo rosa, con líneas negras, es cómodo, también es mi favorito.

Celeste toca a la puerta, que ya se encontraba abierta, aunque Abril seguía durmiendo. Veo a mi hermana por el reflejo del espejo y le sonrío, ella hace lo mismo. Tenía puesto un pans deportivo azul, encajaba bien con su cuerpo, me gire hacía ella, le sonreí mientras la miraba.

Por un momento sentí que nos entendíamos con la mirada, nunca nos había ocurrido eso. Celeste siempre fue muy distinta a mí, nunca coincidíamos en algo. Aunque ese pequeño gesto, de entendernos por un momento me hizo sentir en el estómago una sensación que hacía mucho tiempo no sentía.

Habíamos corrido varias cuadras, estaba agotada, Celeste parecía no estar del todo cansada.

—Espera, ya no puedo más —digo agotada.

Respiraba por la boca y recargaba mis manos sobre mis muslos. Celeste me miraba con una sonrisa en el rostro.

—Eso pasa cuando no estás acostumbrada a correr seguido.

Desde hace algún tiempo que Celeste sale a correr temprano, siempre me iba a ver temprano esperando que la acompañara, aunque casi siempre me encontraba dentro de las cobijas.

Celeste y yo compartíamos miradas, miradas que decían demasiado, sentía que estaba recuperando algo que creía perdido y tenía miedo que cuando volviéramos a casa, todo siguiera igual.

No quería volver a sumirme en mi mundo, no quería que Celeste me siguiera apartando del suyo, quería estar así con ella, después de todo somos ella y yo contra el mundo.

—Hoy recordé a nuestros padres y a Luca —menciono mientras miraba un punto fijo en el suelo.

Sentí que el aire que tenía acumulando se me escapaba, sentía que un nudo se formaba en mi garganta y no era precisamente por estar agotada.

—Has pensado, ¿qué hubiera pasado si no... si no hubiera ocurrido el accidente? —me pregunta, mirándome a los ojos.

Era una mirada que me atravesaba por completo.

—Todos los días, unos días más que otros.

—Los extraño.

—Yo también.

Celeste se acerca a mí y me abraza, después de tanto tiempo, por fin siento un abrazo sincero de su parte, un abrazo que transmite demasiado, es como si estuviéramos conectadas, aunque en realidad lo estamos.

Estamos unidas por el dolor y la tristeza de saber que nuestra familia se rompió, de saber que nada será igual y que solo quedamos ella y yo, y que siempre será así.

—¿Qué nos pasó Celeste? —pregunto.

—¿A qué te refieres It?

—¿Por qué nos alejamos?, sé que resolvimos las cosas, pero cual fue la razón por la que nos distanciamos, después del accidente, estábamos de cierta manera juntas, pero la distancia se sentía, cuando mamá murió te alejaste por completo de mí.

—Hay muchas cosas que no entenderías, It, pero tampoco estoy lista para hablar de eso.

Asentí y me mantuve en silencio, Celeste es muy reservada en algún momento hablara conmigo lo presiento y también trataré de entenderla, no es fácil para ella.

—Solo no te alejes de mí, hermana, te necesito —digo para abrazarla aún más fuerte, ella hace lo mismo.

●♡♡●

Regresamos a casa después de un rato de seguir hablando, recordando momentos, contando anécdotas, en ese momento me sentí como en casa, como si tuviera un lugar seguro, un lugar al que acudir después de la tormenta.

Cuando llegamos a casa, Abril estaba sentada en el pórtico, tenía los codos recargados en sus piernas, mientras miraba a la nada, levanto la vista cuando escucho nuestros pasos, parecía preocupada.

—¿Qué haces aquí tan sola Abril? —pregunta Celeste

—Bueno mis padres están trabajando y ustedes fueron a correr, así que estoy sola en casa, decidí salir a que me diera el aire, me dolía un poco la cabeza, pero esto bien —nos sonríe.

Se que no está del todo bien, su sonrisa es algo rota, su mirada parece perdida y parece haber llorado.

—Espera iré por una pastilla, eso te ayudara a sentirte mejor —comunica Celeste antes de entrar a la casa.

Me siento a lado de Abril, no está bien, puedo notarlo, pongo una de mis manos sobre su rodilla y ella se gira a mirarme, está aguantando las ganas que tiene de llorar, no me gusta verla así, pero no puedo obligar a Abril a que me diga algo que no quiere; además ella es muy reservada con sus sentimientos.

—Tú no estás bien —sentencio. Y ella se ríe un poco.

—Me lees, demasiado fácil, ¿lo sabías?

—No del todo, desconozco la razón del porque estás así.

Nos mantuvimos en silencio, la brisa nos soplaba la cara. Pronto nevara, de hecho y en mi opinión ya debería estar nevando, pero creo que viene retrasado.

—Hay cosas que no puedo controlar y que me gustaría que fueran diferentes, estoy feliz de que tú y Celeste convivan más, se que yo jamás representaré en tu vida lo que ella, para mí eres mi hermana.

—También eres como mi hermana Abril.

—Tú lo has dicho, como tu hermana —hace énfasis en esas últimas palabras.

La abrace porque lo necesitaba. Abril es como esa hermana menor que no tuve, me siento mal conmigo misma, porque es una especie de cariño distinto, Celeste es y será siempre mi hermana, compartimos recuerdos, tristezas, somos hijas de las mismas personas. Abril es mi prima, la veo como a una hermana, es también de mis mejores amigas, pero hay cosas que no entendería.

Yo pienso que existen dos clases de familia, la primera es aquella con la que compartes un vínculo sanguíneo y la segunda es la que nuestro corazón escoge.

Abril entraría en ambas, somos familia, compartimos genes, pero también mi corazón la escogió como mi familia. Y es que bien podemos saber que alguien es nuestro primo, tío o abuelo, pero el cariño también se gana, bien podemos saber que es nuestra familia, pero no sentir ese cariño.

Abril siempre quiso un hermano, pero mi tía no pudo tener más hijos, me siento feliz de que me vea como una hermana, pero no me gusta que se sienta así, ella es mi hermana, pero también mi prima.

Celeste sale con un vaso de agua y una pastilla en la mano, se las extiende, Abril recibe el vaso con una de sus manos, mientras que con la otra se limpia las lágrimas.

—Gracias Celeste —dice ella.

Seguido de esto se toma la pastilla, se vuelve a pasar las manos por los ojos, ninguna de las tres dice nada y nos quedamos ahí, mirando a los coches pasar, entre Celeste y yo abrazamos a Abril.

La Herida Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora