XANDER
Creí que este año nuevo sería diferente, pero no fue así, no es así.
Papá llego de improviso, se enteró que mamá va a casarse y decidió volver, para hacernos la vida imposible.
Orlando y él se pelearon a golpes, quería meterme en la pelea, pero en cuanto vi la expresión y la mirada triste de mi mamá, entendí que era mejor separarlos, aunque en ese proceso, mi padre me dejo el pómulo un poco rojo.
Me alegro de que Gema se haya ido, en cuanto llego mi padre, no me hubiera gustado que viera esto y hubiera preferido que mamá tampoco estuviera presente, ahora sí, por fin podríamos arreglar las cosas que no pude a su debido tiempo.
Papá y su esposa se separan, era de esperarse, no dudarían mucho. Ahora su aún esposa le impide ver a sus hijas, la señora hace muy bien. Aunque ahora pretende volver a nuestras vidas como si nada, ni Orlando ni yo estamos dispuestos a que él regrese solo porque sí; espero que mi madre opine lo mismo.
Aprendimos a vivir sin él, aprendimos que sin él podemos vivir, para mí, mi padre murió hace años, la persona que tengo frente a mí y que es idéntica a mí, no es nadie, no significa nada, ni causa ningún efecto en mí.
Recibía mensajes, pero no los contestaba, no podía hacerlo, mi padre estaba aquí, entonces un número desconocido me llama. Dude en si contestar o no, pero termine haciéndolo. Era la hermana de Itzel, me comento que ella se había enterado de cosas personales, no me dio muchos detalles, solo que todo lo hizo para protegerla.
Entre en pánico al pensar que podría correr peligro, no quería que le pasará nada, no quería que le ocurriese algo, la buscaría así me llevara la vida en ello, no me importaba nada ahora.
Entonces revisé mi celular y vi un mensaje de Gema, estaba con Itzel, solo que ella estaba ebria. Me alarme aún más, porque eso significaba que estaba sola. Pudo haberle pasado algo, sin más salí de casa, le dije a mi madre que era una emergencia y entendió, aunque mi padre quería que me quedara. Empezó a darme ordenes como si alguna vez se hubiera preocupado por mí.
Tomo las llaves de un coche que están sobre la mesita que está cerca de la entrada, así que no me tardo mucho en buscarlas.
No temas Itzel ya voy.
●♡♡●
Itzel se encontraba media dormida, ahora mismo la llevaba a su casa, la noche estaba despejada, pero hacía frío. Así que le coloque la chamarra que traía. Ella me conto lo ocurrido la noche anterior, me conto esa parte de su vida que yo no conocía del todo, sigo admirándola, porque es fuerte y valiente, hoy se derrumbó, pero sigo admirándola por eso.
Entiendo a Celeste, entiendo por qué lo hizo, solo quería protegerla, sabía que Itzel se culparía de todo, si se lo hubiera dicho; entiendo que Celeste le haya ocultado a su hermana la verdad sobre su padre, porque ella sabe que lo admira. Celeste solo hizo lo que creyó correcto.
Por otro lado, también entiendo a Itzel, entiendo que para ella nada ha sido fácil, se culpa de cosas que son impredecibles, nadie sabía que aquel día iban a tener un accidente; nadie sabía los pensamientos de su madre, ni lo que haría; sus padres biológicos, tenían sus motivos para hacer lo que hicieron, aunque eso estuviese mal.
Nadie puede controlar lo que otras personas harán, nadie puede saber con qué nos sorprenda la vida, por eso es que la vida y nuestras decisiones mismas son impredecibles, porque puede qué de un momento a otro, por nuevos motivos, cambiemos de opinión sobre algo, solo espero que algún día Stella, entienda, que no fue su culpa.
Cuando llegamos a la casa de Itzel, su hermana y sus primas están sentadas en el pórtico. Bajo del coche, para abrir la puerta del copiloto, tomo a Itzel en mis brazos y con cuidado la cargo, mi cabeza choca con la orilla de la puerta, el ruido del golpe, hace que Itzel se despierte, se sorprende cuando nota que la estoy cargando, pero no dice nada.
—Eres muy fuerte, ¿te lo han dicho? —me dijo, mientras jugaba con el cuello de mi camisa.
No dije nada, solo le regalé media sonrisa. Celeste venía corriendo hacia nosotros, puso una de sus manos en su pecho en cuanto vio a Itzel.
—Hermanita, ya estás aquí —acarició su frente y sus mejillas, pero Itzel aparto su rostro de ella y enterró su cara en mi cuello.
Abril me encamina hacia la casa, donde me da el paso para que entre primero. Al entrar, se siente el cambio de clima, ya que adentro el aire acondicionado está a tope, mientras que afuera está helando.
Encienden las luces, parece que todos se han ido a dormir, Celeste y Abril tratan de no hacer mucho ruido, pero Itzel, no coopera, empieza a reírse sola y a decir cosas sin sentido, espero que no se metan en problemas.
Mía es quien abre la puerta de la habitación que intuyo es de Itzel. Al entrar se puede notar que hay un poco de desorden, ropa regada por el suelo y el tocador está desordenado, hay dos camas la de la izquierda está ocupada por alguien, supongo que esa es la razón por la que no encendieron las luces. Dejo a Itzel en la cama contraria, acomodo su cabello que le cubre parte del rostro.
—Quédate conmigo Xander —su tono de voz era dulce, su mano sostenía la mía, sus dedos se entrelazaban con los míos, su mirada profunda me hacía perder la noción de todo, de lo que está bien, de lo que está mal.
—Me encantaría quedarme, pero no puedo, mañana vendré a verte, lo prometo, pequeña.
—No me dejes, te lo ruego —su voz era suplicante. Me giro para mirar a Celeste, yo tampoco quería dejarla, ella parece haberme entendido con la mirada.
—Puedes quedarte con ella, pero no aquí, pueden quedarse en mi habitación.
—¿Qué hay de tú tío?
—Ellos salieron. Él y mi tía habían planeado ir a las montañas, cuando les dije que Stella estaba bien, decidieron irse y mis tías no dirán nada.
Asentí. Itzel estiro sus brazos y volví a cargarla, le prometí a Celeste que no haríamos nada malo, no en su estado y no en su casa. Una parte de mí agradecía que fuera así, no quería regresar a casa y saber que todo sería un caos.
Antes de ir a la otra habitación, lleve a Itzel al baño, para que se mojara la cara, eso la ayudaría. Abril le trajo una toalla y la ayudo a ponerse el pijama. Después nos fuimos a la habitación de Celeste, me hizo cargarla, a decir verdad, me sentía bien al tenerla en mis brazos.
Recosté a Itzel en la cama y me jalo hacia ella, me abrazo y yo acaricie su cabello. Le susurraba cosas y ella a mí; observarla en la penumbra de la noche, me hacía querer tenerla así para siempre.
Dicen que existen varias maneras de hacer el amor, creo que es verdad, el estar así con ella es una nueva clase de intimidad que jamás había experimentado y así como hay besos que se dan con la mirada, se puede hacer el amor, sin tocar y sin la necesidad de quitarse la ropa.
La intimidad no es sexo, va mucho más allá; la intimidad surge con el silencio de dos personas que conectan entre sí, donde saben que no es necesario pronunciar una palabra para saber cuándo dar un beso o cuando ahorrarse un beso, para abrazarse.
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La Herida Del Corazón ©
Ficção AdolescenteY cuando la vida no siempre nos da los regalos que esperamos ¿Qué podemos hacer? Stella una chica dulce, fuerte y amable ha aprendido de la peor manera que la muerte siempre está cerca de ella, para llevarse lo más preciado qué tiene, gracias a eso...