CAPITULO 20

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XANDER

A veces siento que destruyo todo lo que toco y eso me provoca miedo. Tengo miedo de sentirme insuficiente con las personas que son importantes para mí. A lo largo de mi vida, la relación con mi familia se desmorono, casi nunca lo demuestro, pero me duele.

Desde que conocí a Itzel una parte de mi se construyo de nuevo. Siempre he tratado de ser una mejor persona por ella. Gema me ayudo a escoger el dije, no sabía que regalarle, pero en cuanto vi ese dije, me enamore de él y sabía que se le vería bien a ella.

Lo que siento por Itzel es demasiado fuerte, es intenso, incontrolable, es una emoción que soy incapaz de describir, ¿esto es amor?

Últimamente he pensado que el amor es como la lluvia, al principio comienza cayendo lento, después se vuelve un poco más fuerte, se llegan a escuchar rayos y después de eso para, así es el amor, el amor comienza con un sentimiento de nerviosismo un sentimiento que no sabíamos que estaba ahí, los rayos simbolizan los problemas que se llega a tener en cualquier relación y cuando la lluvia—el amor—está en su máximo esplendor es el sentimiento más hermoso que puede existir, pues es como si se tratara de una estrella que no puedes dejar de admirar, de querer, pero que también se acaba lentamente, sufre una transformación y comienza un nuevo ciclo.

Itzel me pidió que la acompañara a la fiesta de su amiga Margaret, a lo que yo dije que sí, además yo también debía invitarla a cenar a mi casa, mamá y Gema querían conocerla.

Querían conocer a la chica que se robo mi corazón y si que lo había robado, incluso ha robado mi sueño.

●♡♡●

La casa de la señora Margaret era demasiado linda, notaba a Itzel algo nerviosa, dudo unos segundos en llamar a la puerta, iba a hacerlo yo, pero me detiene, se muerde los labios y toca.

Una chica de aparentemente nuestra edad habré la puerta, lo primero que hace es mirarme, sonríe tímida y pero en cuanto posa su mirada en Itzel la expresión de su rostro cambia, como si hubiese visto un fantasma o algo así.

Observo atento a la chica, esperando a que diga algo, pero se mantiene callada. Sus ojos vuelven a posarse en mí y me doy cuenta que se parece un poco a Itzel con la diferencia de que sus ojos son color almendra y tiene la nariz un poco más respingada y los labios delgados, pero su mirada es igual.

—¿Se encuentra Margaret en casa? —pregunta Itzel, rompiendo el silencio. Me pregunto si al igual que yo habrá notado el parecido que hay en ellas.

—Sí, pasen —vuelve a mirarme una última vez.

Cuando me miro, era como si sus ojos buscasen una respuesta, no era mirada de atracción, ni nada así, pero parecía confundida y yo también. La casa por dentro tenía ese aspecto hogareño, estaba pintada de un color café claro, pero también había beige que hacía juego con los muebles. Había varias fotos en las repisas, quería quedarme a observarlas, pero continuamos caminando.

—Mi pequeña estrella, ya estás aquí —nos recibió una señora, que tenía puesto un vestido floreado rosa.

—Mar, gracias por invitarnos, él —me toma del brazo—, es Xander.

—Mucho gusto —saludo.

—El gusto es mío jovencito, Stella me habla maravillas de ti.

Había comenzado a sonrojarme. Yo nunca me sonrojo, pero ahora sí y no sé por qué.

—¿Te llamas Stella? —pregunta la chica que antes nos había abierto la puerta.

—Sí, ¿cómo te llamas tú?

La Herida Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora