CAPITULO 19

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STELLA

Acababa de contarle a Mar, todos los sucesos que ocurrieron en estas últimas semanas, ya que debía regresar un libro a la biblioteca y me entretuve hablando con ella, la puse al tanto sobre mi vida, es mi abuelita adoptiva o eso acabamos de acordar.

Me conto que su hija y sus nietas querían realizarle una cena por su cumpleaños, ella tenía dos hijas; pero una de ellas falleció y dejo a una niña pequeña de dos años. Supongo que en parte por eso nos entendemos, las personas rotas y que han pasado por situaciones similares se comprenden y entienden por el hecho de que comparten un sentimiento en común, en este caso la pérdida.

—Mi pequeña estrella, quiero que vayas.

—No estoy segura de que mi tío me de permiso.

—Si es necesario yo hablo con él.

No entendía porque había mucha suplica en la voz de Mar, pero me estima demasiado, quizás por eso quiera que yo asista a su cumpleaños. Yo trataré de convencer a mi tío.

—Mar, trataré de convencer a mi tío.

—Estoy segura de que te dará permiso.

A veces quisiera ser igual de optimista que ella, pero soy una persona no muy negativa, no muy positiva, prefiero que todo sea como Dios o la vida quieran que sea.

●♡♡●

En ningún momento espere que mi tío si me diera permiso, pero en cuanto escucho el nombre de Margaret, no dudo ni un momento en decirme que sí, supongo que al igual que papá también la conocía y la estimaba.

Nunca he tenido la oportunidad de preguntarle, porque la estiman demasiado, quizás los cuido cuando eran pequeños. Cuando papá me presento a Margaret tenía como ocho o nueve años, dijo que era una persona especial para él y mamá.

<<Mamá>>. Quizás ella sepa donde está. Podría preguntarle, pero todo se ha acomodado en mi vida y creo que ya no tengo esa necesidad de saber donde está; nos abandono a Celeste y a mí y si lo hizo fue porque no quería hacerse cargo de nosotras, así que no veo porque darle importancia.

Mar, me insistió en que quería conocer al chico que robo mi corazón, no estoy segura de que Xander lo haya logrado, pero si me hace sentir única, la manera en que me mira es distinta a todas las demás miradas.

—No pareces feliz, de que te hayan dado permiso para ir a la fiesta de Margaret, tú la adoras —comenta Celeste. Me mira por el marco de la puerta de mi habitación, su postura es tan relajada.

Mi hermana no suele vestirse con tops, pero tengo que confesar que se le ven super bien, resaltan sus curvas, sobre todo su cintura, ya quisiera yo tener la de ella.

—Sí, bueno no.

—¿Qué ocurre hermanita? —pregunta mientras se acerca a mí, se sienta a mi lado y me acaricia el hombro.

—Mar, quiere que invite a Xander, pero no quiero que él se sienta incómodo, siento que no es del todo su ambiente.

Volteo para mirar los preciosos ojos color miel de mi hermana, me mira con una sonrisa en el rostro, sus cejas casi logran juntarse, odio cuando me mira así, como con ternura, porque hasta esas expresiones le salen bien, yo siento que soy más tosca en cuanto a expresividad.

—En mi opinión creo que Xander, te quiere demasiado y haría cualquier cosa por ti, cualquier cosa que te hiciera feliz; yo digo que lo invites, no pierdes nada con hacerlo.

¿Xander haría cualquier cosa por mí? No lo creo, no sería capaz de hacer muchas cosas por mí.

Itzel deja de decirte que no te mereces a una persona como Xander.

¿En verdad me merece?

Lo sabía, no tenía respuesta para eso, al menos no ahora.

Celeste se había levantado de la cama, se acercó al espejo que colgaba de la pared y comenzó a mirarse, se acomodaba el cabello y la ropa, hacía poses extrañas y cada vez más se parecía a mamá.

Mi hermana recibió una llamada y salió de la habitación, no sin antes acariciarme la cabeza de tal manera que desordeno mi cabello, me dirigí a la ventana y me estire para mirar, Celeste se subía en un auto, quizás tendría una cita.

Me acerque al espejo, me cepille el cabello, miraba mi rostro que tiene un poco de acné, no me gusta verme así, lo odio por completo, me pase las manos por el rostro y luego las lleve a mi abdomen, empezaba a subir de peso otra vez, levante un poco mi playera y mire mi cintura, que era casi inexistente.

A veces no me gusta mi cuerpo y siento que no debo mirarlo demasiado, necesito hablarlo con mi psicóloga en la siguiente terapia a la que vaya.

●♡♡●

Eran las cinco en punto cuando llegue al café "la herida", quede de verme con Xander aquí, me hacía mucha emoción encontrarme con él aquí, no es el mejor lugar para una cita, pero verlo a él, siempre me causará una emoción que jamás podré describir.

Me siento en la misma mesa de siempre, junto al ventanal, observo a una pareja que esta caminando del otro lado de la calle, van tomados de la mano, se ven enamorados; ¿algún día Xander y yo nos veremos así?, ¿o ya lo hacemos?

Escucho la campanilla del café y de inmediato volteo, un señor me tapa, así que debo estirarme para saber si es Xander de quien se trata, pero no era.

Suspiro, me acomodo la chaqueta, llevo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja izquierda, sigo mirando por el ventanal, el atardecer tiene esos colores anaranjados y rosados que tanto me gustan. Reviso mi celular, pero no hay ningún mensaje.

La campanilla vuelve a sonar, aunque no levanto la vista, quizás ni sea él.

—Perdón por llegar tarde.

Miro a Xander un poco molesta, pero lo que capta mi atención son las flores que tiene en las manos, me sorprendo un poco, son rosas rojas; mis segundas flores favoritas son las rosas, porque pienso que son delicadas y elegantes.
Me las entrega y se sienta a mi lado, lo abrazo y beso su mejilla.

Él no lo sabe, pero es la primera vez que me regalan flores. Se siente bonito recibir flores de la persona que quieres, me pregunto de donde las habrá conseguido, si ya es invierno y es difícil de encontrarlas, además de que supongo que también le debió costar mucho.

—Son demasiado lindas —le digo, mientras nos miramos a los ojos.

Estaba enamorada de los ojos de Xander, en ellos veía cosas muy bellas.

—Ah espera, casi se me olvida —busca entre las bolsas de su chamarra y saca una pequeña cajita color beige, viene adornada con un pequeño moño arriba.

Me entrega la cajita, la tomo con cuidado, la abro despacio. Lo primero que viene a mi mente es que se trata de unos aretes, pero me equivoco porque en cuanto abro la cajita, veo un collar con un dije en forma de corazón y en el centro de este había una rosa, era precioso.

—¿Te gusto?

—Me encanto, cariño.

¿Cómo lo acabo de llamar?

Luce tan sorprendido como yo, aunque no tarda en relajar los músculos de su cara, sonríe y besa mi frente.

—¿Te ayudo a ponértelo, mi pequeña explosión? —asiento.

<<Pequeña explosión>>. Suena tan bonito y más viniendo de sus labios.

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Ig: alexaclemente26

La Herida Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora