STELLA
Música. Era todo lo que se escuchaba alrededor, además del olor a cigarro y alcohol.
Tenia las piernas cruzadas entre las patas del banco en el que estaba sentada, justo a lado de la barra, había personas bailando, había risas, bullas, pero lo único en lo que me concentraba era en el vaso que sostenía en mi mano, ya estaba vació, mire al camarero, este limpiaba copas. Recuerdo haberle dicho que me sirviera algo que me hiciera olvidar, lo deje a su elección, en estos momentos no pensaba en nada... nada, nada.
El joven camarero que aparentaba unos treinta años, volvió a llenar el vaso de vidrio que sostenía en la mano.
Bebo un sorbo más.
Sentir el ardor del alcohol recorrer mi garganta hacía que todo duela un poco menos; ya empezaba a marearme, pero no pensaba parar de beber, hoy descubrí que el alcohol me hacía sentir un poco menos rota.
No recuerdo cómo es que decidí entrar aquí, para mi buena suerte, tenía la cartera de Celeste en mi bolsa y con ella su identificación, quizás las personas tengan razón en decir que nos parecemos.
Un trago más...
Quiero bailar, de un momento a otro me dio esa imperatividad de querer bailar, no soy una persona que baile demasiado, pero la música, el ambiente me hacen querer hacerlo. Si tan solo Xander estuviera aquí.
Me levanto del banco, busco a alguna persona que aparente mi edad, mis ojos reparan en un grupito que parece estar de lo mas feliz, iba a acercarme pero alguien se acerca a mi y susurra a mi oído <<Hola preciosa>>. La vo de aquel desconocido hizo que mi piel se erizara.
Me gire para verlo, era un poco más alto que yo, debía admitir que esta guapo, lo mire unos segundos, hasta que nos adentramos en la multitud.
El chico me apega a él y empieza a agarrarme el culo, me agrada la sensación que tal acto provoca en mí, y me gusta la manera en que se muerde el labio. Lo atraigo más a mi y lo beso, era un beso cargado de deseo que poco a poco se vuelve desenfrenado, aquel chico cuyo nombre desconozco empieza a acariciar mis pechos por arriba del vestido, me acorrala en una esquina de aquel local y empieza a jugar con el dobladillo de mi vestido.
Nos separamos por falta de aire, pero vuelvo a atraerlo a mí, coloca una de sus manos en mi cuello y con la otra acaricia mi muslo, sus besos descienden y me besa desde la clavícula hasta el escote de mi vestido, sus agiles dedos rozan mi ropa interior, gimo ante su acto y vuelve a besarme, adentra sus dedos en mi interior, mientras seguimos besándonos con desenfreno.
¿Quiero esto? Puede que sí.
¿Justo ahora?
¿Estoy lista?
El chico me invita a su auto, para continuar con lo "nuestro", me niego y me alejo de donde esta para volver a la barra, por un momento pensé que el chico me seguiría, me jalonearía o me insultaría, como suele pasar siempre en las películas, pero no fue así y lo agradezco.
El joven de la barra me mira con extrañeza y me pregunta si estoy bien y asiento, me siento agitada, supongo que lo ha notado, el que se preocupe por mí, me ha dado esa brecha para confiar en él. He escuchado que cuando estas ebrio cualquier mínima interacción de preocupación te hace querer llorar y es justo lo que quiero hacer ahora, pero me contengo.
-¿Por qué las personas mienten, por "proteger"? Toda mi vida es una maldita mentira, ¿sabías? -mis ojos de inmediato se llenan de lágrimas.
En mis 17 años de vida, nunca había bebido una gota de alcohol, hasta hoy. Siempre pensé que la primera vez que me emborracharía sería en compañía de mis amigos, pero no sola, no en lugar que se encuentra lleno de gente ajena a mí.
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La Herida Del Corazón ©
Teen FictionY cuando la vida no siempre nos da los regalos que esperamos ¿Qué podemos hacer? Stella una chica dulce, fuerte y amable ha aprendido de la peor manera que la muerte siempre está cerca de ella, para llevarse lo más preciado qué tiene, gracias a eso...